Lego, una parodia de la vida real

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El acierto de The Lego Movie es haber hallado el punto de equilibrio para que adultos y niños se pongan frente a un filme sin que ninguno de los dos ceda ante el bostezo. Quizá eso se deba a que Lego ha sido y es un adminículo que convoca a varias generaciones, juguete para unos, objeto de colección para otros, valor didáctico y/o signo de la cultura pop.

The Lego Movie, que se estrena en México este fin de semana, cumple con entretener pero también con proponer una reflexión: predecible, ingeniosa, emotiva y cómica a la vez.

Arte y comercio se han amalgamado como dos bloques plásticos, para armar un universo que no solo apela a la imaginación, sino que la pone en práctica y reinvindica al ‘homo ludens’ (hombre que juega).

La historia va así: Emmet es un simple obrero que vive feliz en la monotonía de su rutina, hasta que halla el único elemento que puede salvar el mundo Lego de las malvadas aspiraciones de Sr. Negocios, el presidente.

La aventura se comparte con aliados y enemigos, mientras el personaje se desarrolla entre escenas coloridas y acción real, entre secuencias emocionantes y humor (la parodia de Batman, en especial).

El orden de ese mundo responde a la distopía: la aparente felicidad de cada individuo esconde una uniformidad que elimina pensamiento autónomo e identidad. Incluso el poder en ‘The Lego Movie’ es representado por un tirano que se apoya en un Estado vigilante. Frente a ello aparece el individuo que, perdido entre la masa, halla su misión, empieza a creer y convoca a la unidad para levantarse, reafirmando el valor de la idea y la creatividad, hasta conseguir la libertad.

En ese mundo -donde cada reino responde a las series de juguetes que ha producido la marca danesa (caballeros, piratas, superhéroes, etc.)- la política, la historia, el mercado, sobre todo el del entretenimiento, funcionan como formas de adoctrinamiento.

El filme reproduce un sistema represivo a escala: si el pensamiento del adulto busca imponerse sobre el del niño, el del Sr. Negocios busca controlar la creatividad del resto de figuritas.

La pregunta que está en medio del relato de la película y del conflicto que dispara sus acciones es la misma que se puede realizar un niño al abrir su paquete de Lego: dejarse guiar por las instrucciones o armar según el deseo de su apabullante imaginación.

Las referencias para ‘The Lego Movie’ vienen de otros filmes. ‘Truman Show’: un individuo común en medio de un sistema ordenado y rutinario, cuya vida se desarrolla por órdenes de un agente externo hasta que aclara su relación con él.

‘Ralph, el demoledor’: la variedad de mundos paralelos y personajes icónicos, además de una estética visual (la del videojuego, en un caso; la del montaje y desmontaje de piezas, en el otro).

‘Matrix’: la presencia de la profecía del elegido redentor, quien develará las verdades de un mundo virtual (en Lego lo importante son los códigos de cada pieza y no el sistema binario).

‘Toy Story’: juguetes cumpliendo su fin último, entretener desde la imaginación. ‘The Lego Movie’ consigue verosimilitud dentro de lo fantástico-maravilloso. Y eso con efectos de animación fascinantes, con comedia para nada vulgar y rescatando la idea, el valor, la importancia del juego, tanto para niños como para adultos.

Phil Lord Este productor,  escritor y director, nacido el 12 de julio de 1975, ha tenido experiencia con ‘Lluvia de hamburguesas’ y ’21 Jump Street’, en el cine. Y con ‘Broo­­­klyn Nine Nine’ , en TV.

lego

Fuente: El Comercio

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