La sobrevivencia del PRI

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Por Jose Gil Olmos

Al cierre de la campaña presidencial, el PRI y el equipo de José Antonio Meade se han dedicado a propalar una serie de mentiras revestidas de verdades con encuestas propias que más que corroborar la idea de que están en segundo lugar, han aumentado la percepción de que están derrotados y quieren rescatar el mayor número de votos para no caer en el abismo político.

Ante el fracaso de la campaña de Meade que en seis meses no logró posicionarlo ante la ciudadanía ni ante los propios militantes, el PRI de viejo cuño encabezado por René Juárez Cisneros tuvo que meterse a realizar la labor de zapa que se requería viajando a todo el país para afianzar su estructura.

Ahora, en un par de semanas, la dirigencia del PRI y el equipo de Meade quieren hacer lo que no pudieron en medio año y a través de encuestas a modo quieren dar la impresión de que están mejor posicionados que Ricardo Anaya para dar la batalla a Andrés Manuel López Obrador por la Presidencia de la República el 1 de julio.

Paradójicamente, priistas y equipo de Meade basan sus ilusiones en encuestas de empresas que casi nadie conoce, mientras que las más reconocidas que han venido dando seguimiento al proceso electoral desde su arranque, o incluso antes, son ignoradas o desestimadas.

La desesperación en el equipo de Meade es evidente, mientras que en el PRI se están aplicando para rescatar el mayor número de votos y sobrevivir los próximos seis años ante la posibilidad de un resultado catastrófico en las votaciones para diputados, senadores, las ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno en la Ciudad de México.

Ante esta situación de previsible derrota, el PRI quiere obtener el mayor porcentaje de votos para alcanzar mejores posiciones en el Congreso de la Unión y no pasar a la tercera fuerza política como en el 2006 cuando perdió la elección con Roberto Madrazo.

En aquella elección Madrazo como dirigente del PRI y candidato presidencial ocasionó una serie de críticas y divisiones dentro de las filas del partido que lo llevaron a la peor derrota política en la historia del priismo.

Para esta elección con José Antonio Meade como candidato presidencial, sin ser del PRI, y con los peores niveles de aceptación ciudadana de la figura presidencial y del propio partido, el escenario de derrota puede ser peor que hace 12 años.

De ahí que la estrategia de crear una percepción de mejoría en las condiciones de competencia de Meade y del PRI, se ha convertido en la meta más importante para los priistas pues se trata de la sobrevivencia política en los próximos años.

Por cierto… En la elección del 2006 dentro del propio PRI se registró un voto diferenciado entre los militantes, muchos votaron únicamente por los candidatos a senadores, diputados y gobernadores del partido, y sólo algunos por el candidato presidencial, Roberto Madrazo. Esta situación de voto diferenciado dentro del mismo PRI podría darse en esta elección pues muchos militantes de viejo cuño nunca se sintieron representados por José Antonio Meade.

Fuente: Proceso

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