La frontera se desplaza a los barrios

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La enorme cantidad de agentes de la Patrulla Fronteriza y de tecnología de vigilancia hace que el teatro de operaciones militarizado contra los migrantes se mueva hacia los barrios estadunidenses.

Por Todd Miller

Estados Unidos tiene 60 mil guardias fronterizos, más del doble del tamaño del ejército de Ecuador. No hay manera de que esta cantidad de agentes y tecnología, con la ampliación de su misión de seguridad nacional, se limite a la frontera. El gobierno federal traerá el campo de batalla a nuestros barrios.

El 8 de octubre, agentes de la policía de Tucson detuvieron a un conductor porque la luz sobre la matrícula no funcionaba. Al no presentar la licencia, un escenario típico se desplegó: bajo la infame ley SB 1070 de Arizona, los policías se convierten, de facto, en agentes de inmigración.

En pocas palabras, la policía depende de la “sospecha razonable” para determinar si alguien posee los documentos necesarios para estar en los Estados Unidos.

Sin embargo, los agentes de policía en realidad no hacen detenciones relacionadas con la inmigración: llaman a la Patrulla Fronteriza. El 8 de octubre representó un incidente –sólo uno de los 50 mil que ocurren cada año en Tucson, Arizona. El mismo proyecto de ley de inmigración de Arizona, que Janet Napolitano -ex jefa del Departamento de Seguridad Nacional- llamó “equivocado”, habilita la colaboración de la agencia con las fuerzas locales de policía de Arizona. Esto faculta la expulsión sistemática de 400 mil personas de los Estados Unidos cada año.

Los esfuerzos para reformar las políticas de migración y la seguridad fronteriza se aceleran de nuevo en Washington. Eso significa también un renovado impulso para lograr una mayor vigilancia fronteriza, como la reforma de 46 mil millones dólares aprobada por el Senado en junio de 2013. Ese tipo de gasto traerá las labores militarizadas de la Patrulla Fronteriza cada vez más hacia el interior de los Estados Unidos.

La Patrulla Fronteriza no es cualquier agencia. La policía de Tucson llamó a la agencia policial federal más grande de Estados Unidos, que tiene una misión prioritaria en la era post 9/ 11: detener a los terroristas que quieren entrar a los Estados Unidos y sus armas de destrucción masiva. Sin embargo, sus principales tareas se mantienen dentro de la rutina de la ley de inmigración y la intercepción de drogas.

La Patrulla Fronteriza es parte de la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza, creada en 2003. Sus 60 mil agentes desplegados en la frontera constituyen más del doble del tamaño del ejército de Ecuador.

La metáfora del ejército no es exagerada: Aduanas y Protección de Fronteras tiene su propio aire y las fuerzas marinas, una rama de operaciones especiales, y una unidad táctica propia. Sus equipos de respuesta rápida tienen a 500 agentes dispuestos a desplegarse en cualquier lugar en tan sólo las 48 horas. Sus drones Predator B y helicópteros Blackhawk patrullan el desierto del suroeste, como si estuvieran en una zona de guerra en Afganistán. Cuenta con vehículos blindados y utiliza bases de operaciones –como las de la guerra- para acceder a puestos en áreas remotas. Setecientos kilómetros de muro marcan el paisaje de la zona fronteriza con México, apoyados por torres cada vez más sofisticadas de vigilancia, cámaras y más de 12 mil sensores de movimiento.

Desde el 11 de septiembre de 2001, el gobierno ha destinado 100 mil millones dólares en estos sistemas de vigilancia de las fronteras y de armas. ¿Para qué? Si los Estados Unidos tienen relaciones amistosas con Canadá y México.

Un vendedor que trataba de sacar provecho de la seguridad en la frontera, vendiendo la cámara de vigilancia móvil de su compañía, señaló: “estamos trayendo el campo de batalla a la frontera”, ya que la intervención estadunidense en Afganistán e Irak está terminando. La reforma del Senado solicitó la inclusión de 19 mil agentes de la Patrulla Fronteriza a una agencia que ya duplicó sus filas desde 2006. No hay manera de que esta afluencia de agentes y tecnología, con la ampliación de su misión de seguridad nacional, se limite a la frontera, donde la presencia de Seguridad Nacional se está convirtiendo en un ejército de ocupación. Si esta medida se convierte en ley, el gobierno federal traerá el campo de batalla a nuestros barrios.

Consideremos lo que sucedió en Tucson en esa noche tibia de octubre. Un vehículo de la Patrulla Fronteriza llegó a la escena, a más de 70 kilómetros de la frontera Estados Unidos-México. Los agentes fronterizos pusieron a Arturo Robles y Agustín Reyes en una pequeña jaula en la parte trasera de la camioneta. Un centenar de personas se presentaron y formaron una muralla humana alrededor del vehículo de la Patrulla Fronteriza para que no se llevara a los dos padres niños pequeños. Los agentes de la Patrulla Fronteriza se estrellaron contra la multitud, hicieron más detenciones y la policía disparó balas de goma y gas pimienta.

Las autoridades tratan de justificar tales acciones mediante el uso de palabras tales como “extranjeros criminales” y “narcoterroristas”, términos que flotan en torno a los medios de comunicación como vampiros en Halloween. Sin embargo, como el número sin precedentes de deportaciones indica, esta frontera militarizada avanza hacia el interior del país a un ritmo rápido. Si usted es – o simplemente parece – extranjera, tenga cuidado.

Texto original en inglés publicado en TRUTH-OUT.ORG/ Traducción: CLAYTON CONN

Fuente: desinformémonos.org

 

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