Por Hernán Gómez Bruera
Este gobierno hace una diferencia de identidades. Valora más a quien ha sufrido los problemas directamente que a quienes lo hacen de forma abstracta…
No puedo compartir la apreciación, planteada por el presidente en su conferencia mañanera de ayer, en el sentido de que no existe una sociedad civil de izquierda. Mucho menos que toda ésta se identifique con posturas conservadoras. Dudo que el propio presidente se tome en serio esas palabras orientadas a provocar una toma de postura y generar un debate.
El centro de la discusión está en una idea que AMLO dejó a medio camino cuando afirmó: “se apropiaron del término”. Y es que resulta evidente que un limitado número de organizaciones ha utilizado la noción de sociedad civil como una “bandera” que han usufructuado e intentado monopolizar, y cuyo significado hoy está en disputa.
Se trata de grupos que se ven a sí mismos como “ciudadanos conscientes”, “educados”, con un grado suficiente de expertise y profesionalización que los coloca entre un selecto club de personalidades (subrayo la palabra personalidades porque muchas veces a eso se limitan); que se han arrogado el derecho de hablar por el conjunto de la sociedad y erigido como un interlocutor privilegiado frente a los poderes públicos.
Muchos de quienes pomposamente se han apropiado del término sociedad civil son en realidad un conjunto de notables —donde incluso participan artistas y comentócratas autoproclamados “liberales”— sin ningún tipo de base social y con una representatividad muy limitada. Aunque en muchos casos tienen cuadros valiosos y preparados que hacen contribuciones importantes al debate público, no se puede negar que también defienden agendas sesgadas.
Muchas de las organizaciones que se han apropiado del término “sociedad civil” se dedican a la incidencia política y al lobby de intereses empresariales. En esa lógica, hay una serie de temas relevantes para el debate público que suelen estar casi ausentes, como son el derecho al trabajo, la libre sindicalización, los derechos de los pueblos indígenas o la desigualdad de ingresos.
El tema no es que la llamada “sociedad civil fifí” construya su identidad como más le plazca. El problema es cuando esa identidad se vuelve excluyente. Cuando en lugar de democratizar la voz y fomentar la pluralidad dejan fuera a muchas otras voces. En esa lógica, no me preocupa tanto que las declaraciones del presidente descalifiquen a un grupo que se ha apropiado de un término en disputa, sino que les reconozca el triunfo a los usurpadores y les acabe por otorgar una estafeta que no es de su propiedad.
Nuestra sociedad civil tiene luces y sombras. Es cierto, forman parte de ella organizaciones que se dedican a extraer rentas del Estado y han utilizado temas sensibles para la población para cometer actos de corrupción. Ahí están casos bien documentados como el de Provida (https://bit.ly/2NcYKaW), ProAcceso (https://bit.ly/2Gxh0vf), Vamos México o el Fideicomiso Transforma México, de la Lotería Nacional. Están también las funestas experiencias de esposas de alcaldes o gobernadores que han creado organizaciones para desviar recursos o la vergonzosa historia de Josefina Vázquez Mota que recibió 900 millones de pesos a través de su organización Juntos Podemos.
Sin embargo, por cada una de estas organizaciones hay más de un movimiento campesino que está luchando por la justicia social o una organización comunitaria haciendo trabajo de base, aunque no fanfarroneen que son la “sociedad civil”. Y por cada oportunista sin escrúpulos, hay más de una organización de derechos humanos que trabaja con víctimas o migrantes sustituyendo a veces funciones del propio Estado, como es el caso del Centro ProDH, Tlachinollan, Cencos, Hermanos en el Camino, etcétera.
Dudo que el gobierno busque “arrinconar y extinguir a la sociedad civil” como se ha planteado. De hecho, en espacios específicos ha estado trabajando con distintas organizaciones como ha ocurrido con la Comisión de Ayotzinapa. Termino con las palabras de uno de los activistas más respetados que se han involucrado en este proceso, quien me explicó: “Este gobierno hace una diferencia de identidades. Valora más a quien ha sufrido los problemas directamente que a quienes lo hacen de forma abstracta”.
@HernanGomezB
Fuente: El Universal