La promesa era que se tratarían de los Juegos Olímpicos más ecológicos de la historia. Comenzando por el Estadio Olímpico, construido sobre un terreno industrial que antes debía ser saneado y acondicionado.
El resto de las instalaciones también debían responder a normas arquitectónicas debidamente concebidas para minimizar el impacto ambiental. Hasta la depuración del agua de las piscinas olímpicas, pasando por la optimización del uso de energías alternativas, la recogida selectiva de basuras, el reciclaje.
Pero a pocos días de que concluyan los Juegos no todo Londres se muestra orgulloso. Por ejemplo, en cuanto a la antorcha olímpica. Que se suponía que iba consumir menos energía y provocaría cero emisiones, tal y como recuerda el presidente de la Comisión para los Juegos sostenibles.
El proyecto original se abandonó por razones técnicas, explica: “y para esto no hay excusas válidas. Lo habían prometido y no lo han hecho”.
El escándalo también envuelve el contrato del gigante de la industria química Dow, que ha suministrado la tela decorativa destinada a envolver el Estadio Olímpico de Londres… la misma Dow que niega toda responsabilidad por la catástrofe de gases tóxicos en Bhopal, India, ocurrida en 1984.
La organización de los juegos admite en efecto las críticas pero insiste en resaltar los logros, que servirán de ejemplo, se espera, para los próximos Juegos: en Río, 2016.
Fuente: EuroNews