El ingreso promedio anual de uno por ciento de los mexicanos más acaudalados es 141 veces mayor que el que percibe la mitad de la población que se encuentre entre la parte media y baja de la pirámide, una brecha que convierte al país en “uno de los más desiguales del mundo”, refiere el Reporte mundial sobre la desigualdad 2022, publicado este martes y que recoge una investigación de cuatro años en la que participaron más de un centenar de especialistas, entre ellos el economista francés Thomas Piketty.
Por Braulio Carbajal/ La Jornada
La desigualdad de ingresos en México ha sido “extrema” a lo largo del siglo pasado y el actual, estableció el reporte –publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo–, que busca “rastrear” los desequilibrios de ingreso y de riqueza en el mundo.
El ingreso anual promedio de 10 por ciento de la población mexicana más rica es 30 veces superior al de la mitad de la población que se ubica en la parte media y baja de la pirámide. Este panorama se vuelve más crudo si se toma en cuenta que el uno por ciento más rico obtiene anualmente 141 veces que el promedio de la mitad de los mexicanos, reveló.
El informe da cuenta de los ingresos y la riqueza de la población global, encontrando un gran desequilibrio entre los que más tienen y los que menos, el cual se ha hecho aún más marcado por la pandemia.
A escala global, la mitad más pobre de la población mundial posee apenas 2 por ciento del total de la riqueza. En contraste, el 10 por ciento más rico acapara 76 por ciento. África y América Latina son las regiones donde se observa la mayor desigualdad.
En el caso concreto de México, el estudio encabezado por el economista francés Lucas Chancel señala que en promedio un adulto tiene ingresos anuales por 232 mil 779 pesos. No obstante, el 50 por ciento inferior gana apenas 42 mil 700 pesos. Dicha cantidad contrasta con el millón 332 mil pesos anuales del 10 por ciento con mejores ingresos y con los 6 millones del uno por ciento de la población más acaudalada.
En cuanto a riqueza, es decir, el dinero acumulado a lo largo de la vida, la desigualdad se acentúa, pues mientras la mitad con menores ingresos acumula una deuda promedio de 2 mil 600 pesos, el 10 por ciento tiene una riqueza de 6 millones 500 mil pesos, mientras el uno por ciento llega a casi 39 millones de pesos en promedio.
Lo anterior quiere decir, según el informe, que 78.7 por ciento de la riqueza total del país está en manos de 10 por ciento de la población, y más concretamente, 46.9 por ciento, así la mitad, en la de únicamente uno por ciento.
“A diferencia de las grandes economías europeas, asiáticas y norteamericanas, los datos disponibles sugieren que México no experimentó una fuerte reducción en la desigualdad durante el siglo XX. De hecho, la desigualdad de ingresos en México ha sido extrema a lo largo del siglo pasado y el presente, lo que hace a México uno de los países más desiguales del mundo.”
Panorama global
En el mundo, en promedio una persona adulta gana 16 mil 700 euros por año. No obstante, el 10 por ciento con ingresos superiores gana 87 mil 200 euros por año, mientras un trabajador de la mitad más pobre gana sólo 2 mil 800 euros anuales.
En América Latina, 10 por ciento de la población acapara 77 por ciento de la riqueza, mientras la mitad más pobre apenas tiene uno por ciento del total. En contraste, en Europa, la región con menos desigualdad, el decil más alto tiene 58 por ciento de la riqueza y la mitad más pobre 4 por ciento.
Por otro lado, el informe destaca que durante los pasados 40 años los países se han vuelto significativamente más ricos, pero sus gobiernos se han vuelto más pobres. En este sentido explica que la participación de la riqueza en manos de los actores públicos es cercana a cero o negativa en los países ricos, lo que significa que la totalidad de la riqueza está en manos privadas.
Esta tendencia, se señala en el documento, se ha visto magnificada por la crisis de la pandemia, durante la cual los gobiernos tomaron prestado el equivalente a 10-20 por ciento del PIB, esencialmente del sector privado. Dicha escasa riqueza de los gobiernos tiene importantes implicaciones para las capacidades de abordar la desigualdad en el futuro, así como los desafíos claves del siglo XXI como el cambio climático.
Fuente: La Jornada