Gana España

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El catalanismo es mayoría, con retórica soberanista; una mayoría sentimental sin astucia política  

Por Enric Juliana

Las elecciones catalanas las ha ganado España. Para decirlo de una manera más ortodoxa y más precisa, las ha ganado el statu quo español. Las ha ganado el orden vigente, a su vez sumergido en un creciente desorden. Ha ganado el orden establecido español por un largo, largo, largo, periodo histórico. Costará entenderlo, costará aceptarlo, costará digerirlo en amplios sectores de la sociedad catalanista, que siguen conformando una clara mayoría social -una mayoría sentimental-, pero la frialdad de la relación de fuerzas se irá imponiendo a medida que pasen los días, las semanas y los meses. El Partido Alfa de las clases medias españolas, pese a las gravísimas dificultades que le plantea la crisis, sigue manteniendo el control del tablero.

Es verdad, hay una mayoría soberanista en el nuevo Parlament, de la que puede salir en las próximas semanas una coalición de gobierno de signo nacionalista. CiU y ERC suman 71 diputados, más que suficientes para pactar un ejecutivo estable, con la celebración de la consulta soberanista como punto central de su programa. Y CiU, pese al trallazo que ha sufrido, cuenta con la ventaja táctica de poder explorar otra mayoría de gobierno con los socialistas (sumarían 70 diputados). Incluso podría negociar el apoyo del PP para algunas cuestiones (ambos partidos dan 69 escaños). Y no existe la posibilidad de un tripartito de izquierdas alternativo (PSC, ERC e ICV sólo suman 53 escaños; 56 si le añadimos las emergentes CUP). Cualquier fórmula de gobierno pasa por Convergència i Unió y en caso de estrangulamiento parlamentario cabría la posibilidad -no del todo descabellada- de nuevas elecciones en un periodo medio de tiempo.

Gravemente accidentada, CiU sigue siendo el pal de paller. Continúa siendo la expresión política más genuina de las castigadas clases medias catalanas. Salvando todas las distancias, sigue ejerciendo el papel que desempeñó en Italia la Democracia Cristiana. Sigue siendo el Partit de Catalunya. Todo eso es muy cierto, pero las elecciones las ha ganado España. Las ha ganado el orden vigente.

De acuerdo, la mayoría soberanista va más allá de la suma de la primera y la segunda fuerzas. CiU, ERC, ICV y CUP, claramente partidarios del derecho a decidir alcanzan los 87 diputados, muy cerca de los dos tercios. Y la mayoría catalanista, en sentido amplio, sigue siendo enorme. Los partidos que de una manera u otra han incluido en su programa electoral la celebración de una consulta o referéndum (CiU, ERC, PSC, ICV y CUP) sobre el nexo de Catalunya con España suman 107 diputados, una mayoría absolutamente abrumadora que dejaría en pañales a los 28 diputados de estricta observancia españolista. Sí, también es verdad que PSC y PPC, los dos partidos más orgánicamente vinculados al establishment español, Cánovas y Sagasta, Sagasta y Cánovas, apenas suman 39 diputados (sobre un total de 135), con una pérdida de siete escaños. Y aunque todo ello nos indica que CiU sigue gozando de un amplio margen de maniobra para negociar, a la italiana manera. distintas mayorías parlamentarias, lo cierto es que España ha ganado las elecciones catalanas. Nada verdaderamente inquietante para el orden vigente se va a producir en Catalunya en los próximos tiempos. Trabajo habrá para la formación de un gobierno estable, la aprobación de los presupuestos y la gobernación de un enorme aparato administrativo que depende de las transferencias mensuales del Ministerio de Hacienda.

Es cierto, la prensa extranjera, la prensa británica especialmente, hará hoy una lectura muy distinta de los resultados electorales que la prensa de Madrid, donde la política catalana será radicalmente escarnecida. Los anglosajones dirán -ya lo decían anoche- que en Catalunya ha ganado una mayoría independentista virada a la izquierda por los efectos de la crisis. Y en la capital de España se subrayará, sin paliativos, el fracaso de Artur Mas. Quizás sea más lúcida -en términos europeos- la primera lectura, pero lo cierto es que España ha ganado las elecciones catalanas. Ha ganado el orden vigente.

Y ha ganado porque ese orden, con toda su aspereza y sus impresentables kompromat para atemorizar al adversario, es objetivamente muy fuerte y la sociedad catalana ha desistido de concentrar en una misma narrativa los deseos de un orden distinto. El catalanismo es hoy una mayoría sentimental con graves dificultades de operatividad política. Catalunya no es Holanda, también muy fragmentada políticamente. Cuando dentro de unas semanas se negocie la formación del nuevo gobierno, los entusiasmos para formar parte de un ejecutivo obligado a seguir la senda de los duros sacrificios serán perfectamente descriptibles.

España tiene un problema, ciertamente: una crisis de caballo y dos parlamentos soberanistas (el vasco y el catalán). Pero será un problema manejable: los vascos no harán nada que pueda poner realmente en peligro los saldos fiscales positivos del ventajoso fuero, y Catalunya, atrapada por la retórica sentimental del soberanismo, se va a convertir en un avispero. Ha ganado España, ha ganado el orden vigente y queda claro que Nicolás Maquiavelo no nació en Castellar de n’Hug. La política, la política de Estado, no está hecha para los catalanes. Ya se puso de manifiesto en los años treinta, y por aquellas cosas que pasan en la vida -en la que todo tiene que volver a empezar-, lo habíamos olvidado.

Fuente: La Vanguardia

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