Por José Gil Olmos
El llamado “fuego amigo” esta muy vivo en el PRI a pesar de que, en su papel de apagafuegos, Enrique Ochoa trate de funcionar de manera vana desde la dirigencia, pues no alcanza a controlar el golpeteo interno entre los principales personajes que aprovechan la práctica de la filtración para mandar sus misiles disfrazados de investigación periodística.
Las lealtades en el PRI no están tan firmes, sobre todo después de que, desde Los Pinos, Enrique Peña Nieto decidió que el candidato presidencial del PRI fuera José Antonio Meade.
A partir de entonces, las molestias y los golpeteos internos en el PRI, sobre todo entre algunos personajes, se han venido manifestando en varios escándalos entre los cuales podemos mencionar la presencia de Miguel Ángel Osorio, Manlio Fabio Beltrones, Ivonne Ortega, Jorge Carlos Ramírez Marín, Eruviel Ávila, Enrique Ochoa Reza, César Camacho, Emilio Gamboa, entre otros.
La pretendida unidad entre los priistas tiene sus límites cuando se tocan los intereses particulares. No hay que olvidar que dos de los más fuertes aspirantes a la candidatura presidencial, Miguel Ángel Osorio Chong e Ivonne Ortega, fueron desplazados de manera tajante por el grupo de Peña Nieto, comandado por Luis Videgaray y Aurelio Nuño, que se han apoderado del partido y del equipo de campaña de Meade.
Uno de los primeros mensajes de inconformidad, como fue recibido en el PRI, fue la alianza del Partido Encuentro Social -donde está la presencia de Jesús Murillo y Miguel Ángel Osorio Chong-, con el partido de Andrés Manuel López Obrador, a quien los priistas ven como el principal adversario para el 2018.
Aunque el secretario de Gobernación dijo que su lealtad era con el PRI y hasta se dejó fotografiar con José Antonio Meade en un restaurante para dar el mensaje de que lo apoyaba, entre los propios priistas se interpretó como un mensaje de molestia, la alianza de Morena y el PES.
Una vez que le cortaron las alas, el camino de Osorio Chong se perfiló hacia el Senado, donde pretende llegar como líder de la bancada del PRI. En ese camino, sin embargo, están otros personajes como Manlio Fabio Beltrones, a quien estas semanas le explotó el escándalo del presunto desvío de recursos del gobierno de Chihuahua para las campañas del 2016, cuando dirigía el PRI.
El “fuego amigo” se avivó desde el PRI y dentro del propio gobierno, cuya defensa fue muy tímida contra la filtración de una parte del expediente que tiene en sus manos el gobernador panista, Javier Corral, que al principio dijo que no había nada en contra de Beltrones y horas después informó de la detención de Alejandro Gutiérrez, operador financiero de Manlio.
Ese golpeteo interno en el PRI también se manifestó en la decisión de la candidatura para gobernador de Yucatán. El presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Jorge Carlos Ramírez Marín, se sentía seguro candidato, pero grande fue la sorpresa cuando anunciaron que sería Mauricio Sahuí Rivero, dejando en el camino también a Pablo Gamboa Miner, hijo de Emilio Gamboa, quien desde el Senado ha sido una de las piezas claves del gobierno de Peña Nieto.
La postulación de Sahuí Rivero fue interpretada por algunos sectores políticos de Yucatán como parte de los acuerdos de Peña con Ivonne Ortega, tras su declinación a sus aspiraciones a la candidatura presidencial.
En la dirigencia del PRI tampoco dejaron de mostrarse las reyertas internas, sobre todo con el desplazamiento de Enrique Ochoa Reza en sus intenciones de coordinar la campaña de Meade, por Aurelio Nuño y todo el equipo de Peña Nieto. Lo mismo que en el PRI de la Ciudad de México, donde Eruviel Ávila fue también desplazado por el titular del IMSS, Mikel Arriola, cercano al presidente.
El “fuego amigo” en el PRI está más vivo que nunca y se mantendrá así porque la pretendida unidad es solo un discurso.
Por cierto… aunque la memoria a veces nos falla, las filtraciones de antes y de ahora tienen una enorme diferencia. En el pasado, muchas de ellas eran para denunciar abusos, injusticias, corrupción e impunidad. Hoy sirven más para atacar a enemigos y adversarios o para mandar mensajes cifrados que solo el destinatario habrá de interpretar. El medio no es el mensaje, sino solo un instrumento del poder en turno.
Fuente: Proceso