En graves aprietos el sistema de partidos

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Por Francisco Javier Pizarro Chávez

El contundente triunfo de la 4ta Transformación en la elección presidencial y legislativa de 2018, cimbró el régimen político corrupto y el modelo económico neoliberal vigentes, lo que abrió cauce a una nueva interacción con la sociedad, y puso en crisis el sistema bipartidista.

No tiene nada de raro. Históricamente, en todo cambio de régimen político el sistema de partidos se modifica. Es lógico, por tanto, que el PAN y el PRI estén sumamente preocupados de las próximas elecciones intermedias federales y estatales del próximo 2012, que les son cruciales, ya no solo para hacer “contrapeso” al presidente de la República, como lo han propalado a diestra y siniestra, sino, principalmente, para sobrevivir, como es el caso del PRD.

Saben que ninguno de ellos, por sí mismos, está en condiciones de ganar las elecciones intermedias, federales, estatales y municipales el 6 de junio de 2021, las cuales cuantitativa y cualitativamente son abrumadoras para todos los partidos, incluyendo a Morena. Se las comparto:

Se elegirán 500 legisladores de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión 300 de los cuales serán electos por mayoría simple en cada uno de los distritos electorales en que se divide el país y 200 restantes más, votados mediante el principio de representación proporcional en listas, en 5 circunscripciones electorales.

En lo que respecta a las elecciones locales, se renovarán Gubernaturas, Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Congresos locales, Ayuntamientos, juntas municipales y alcaldías. Al igual que en lo nacional, en lo local, los gobernadores de la Alianza Federalista excepto el de Chihuahua, Javier Corral, inmerso en una aguda confrontación y litigio judicial con la presidenta panista de la capital, Maru Campus y del  ex panista Cruz Pérez Cuellar, hoy senador de Morena–, decidieron coaligarse también con el PRI en por lo menos 15 estados y en alrededor de 158 distritos electorales, con el fin de recuperar los fideicomisos financieros y aportes federales atávicos a las entidades federativas, que eran fuentes de su mal uso y enriquecimiento personal.

Ante este abrumador escenario electoral, PRI, PAN y PRD optaron por pactar una alianza de facto, no solo entre ellos, sino también con Grupos de interés como “Si por México” y otros Grupos de coacción, como “Frenaa”, para “desplazar a Morena de la mayoría en la Cámara de Diputados y con ello boicotear los programas y proyectos de la 4t”, y “revocar el mandato presidencial en 2022”.

La crisis del sistema de partidos, empero, no flota únicamente alrededor de los contrincantes a la 4T, sino también de Morena que fundó el perseverante, taimado y astuto “Peje lagarto”, que le abrió las puertas de los Pinos a la 4t, el cual, ahora, dejó de ser un movimiento social y dista mucho de ser partido, y que, al igual de sus partidos antagonistas, está inmerso en conflictos y ambiciones del poder, lo que ideológica, social y políticamente es un fiasco. 

Los partidos, para serlo, deben cumplir con diversos requisitos.

En principio, ser distintos de las facciones políticas que persiguen su beneficio y no el de la sociedad; Están obligados a elaborar y promover un proyecto político, para que sus integrantes puedan socializarlo; deben ofrecer diagnósticos de la realidad tal cual es y definir su proyecto de nación y, desde luego, están obligados a respetar, las leyes, la democracia participativa y consenso de los ciudadanos que son inherentes en toda contienda electoral; y después de todo lo referido, obedecer el mandato popular  y cumplir  legítimamente los cargos de representación legislativa y las del Poder Ejecutivo..

De no acatar esos principios y funciones se vulnera la democracia, a la sociedad, a la nación y el propio Estado, el sistema de partidos entra en decadencia.

Desdichadamente, lo que predomina aún en nuestro país, es la demagogia y la confrontación; la tranza y el abuso; la corrupción y la impunidad y, por supuesto, la manipulación y sometimiento de los ciudadanos.

Veremos y diremos que alcance tiene esta atávica crisis del sistema de partidos, inmerso cada vez más, en agudos e incluso grotescos aprietos, por su ambición de poder y enriquecimiento.

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