El trastorno de la oposición

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Por Pedro Torres

El triunfalismo que han expresado algunos liderazgos y otros integrantes de la alianza Va por México, integrada por los partidos PRI, PAN y PRD, luego de los procesos electorales del pasado 4 de junio, desarrollados en el Estado de México y Coahuila, es una muestra de un trastorno que no les permite aceptar la realidad que viven actualmente.

En términos técnicos se le describe como trastorno de personalidad paranoica (PPD, por sus siglas en inglés), una afección mental en la cual una persona tiene un patrón de desconfianza y recelos de forma prolongada respecto de personas que considera diferentes o situaciones que no acepta.

No aceptan la realidad y desean que las cosas sean distintas, lo que los condena a sufrir inútilmente. De hecho, muchas veces ese sufrimiento es el resultado de sus reacciones emocionales, actitudes y pensamientos, más que consecuencia de la situación o problema que enfrentan en determinado momento.

Aunque no me lo crean, me entristece ver su sufrimiento y cómo tratan de envolverlo con una realidad alterna, que no corresponde a las condiciones a las que se enfrentan en la actualidad y desde hace varios años, a partir del surgimiento e incursión del Movimiento de Regeneración Nacional, de Morena pues, al escenario político mexicano.

Los análisis serios que se han publicado respecto de los resultados del proceso electoral del pasado domingo 4 de junio coinciden en que hay poco que celebrar para la oposición en México, que conservó el Gobierno de Coahuila con un margen de votos inferior al de otras elecciones y se hundió en el Estado de México, principal granero de votos de cara a las presidenciales del año que viene.

A pesar de esa realidad, los dirigentes del masacote conocido comúnmente como PRIANRD tratan de mantener un relato victorioso, narrativa que consideran necesaria de cara a los comicios de 2024, en que se renovará la Presidencia de la República, 128 senadores, 500 diputados federales, 9 gubernaturas, 31 congresos locales, mil 580 ayuntamientos, 16 alcaldías y 24 Juntas municipales.

Tanto Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, como sus homólogos Alejandro “Alito” Moreno del PRI y Jesús Zambrano del PRD salieron a medios con discursos triunfalistas, no obstante que perdieron la entidad que genera el mayor número de votos a nivel nacional, el Estado de México, y apenas conservaron el Gobierno de Coahuila, con un margen de votos inferior al de otras elecciones.

“Hay tiro para el 2024 y les vamos a ganar”, fue una de las expresiones generalizadas entre los dirigentes opositores al gobierno, frases que ni los comunicadores y medios que de manera oficiosa y reiterativa les aplauden y reproducen, pudieron aceptar. Y no fueron pocos los casos en los que hasta los regañaron o se burlaron de ellos cuando se manifestaban en ese sentido en eventos o entrevistas cara a cara.

De pena ajena lo ocurrido al PRD, el cual tuvo una pérdida tan importante de votos que, de acuerdo con el PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares) tanto en el Estado de México como en Coahuila, podría perder su registro al ostentar menos del 3 por ciento de los votos totales en ambas entidades.

El posicionamiento del líder priísta, Alito Moreno, no pudo ser más lastimoso, ya que equiparó el triunfo de la alianza opositora en Coahuila con el de Morena y sus aliados en el Estado de México. Verlo de esa manera tan simplista es definitivamente no aceptar su realidad, que consiste en que, al asumir él la dirigencia del PRI, en agosto de 2019, su partido aún gobernaba 12 estados y era el organismo político con mayor poder a nivel estatal. Sin embargo, tras las elecciones del 4 de junio pasado, el Revolucionario Institucional sólo gobernará dos estados: Durango y Coahuila, ambos ganados con una coalición con el PAN y el PRD, pero con candidato del tricolor. Es decir, en sólo en cuatro años, Alejandro Moreno ha perdido 11 gubernaturas, conservó una y ganó otra.

A pesar de que su saldo es por demás negativo, Moreno presenta ante sus partidarios y la opinión pública un discurso triunfalista rumbo al 2024. Asegura que la coalición Va por México tendrá una “candidatura robusta” a la Presidencia de la República para enfrentar el proceso electoral del 2024.

Qué decir de la ceguera de Marko Cortés ante el saldo rojo que le ofrece su dirigencia a Acción Nacional. Antes de la jornada electoral del 2018, el PAN administraba 12 entidades, actualmente gobierna cuatro estados de forma independiente y dos más en alianza, esto es, redujo sus gubernaturas de la siguiente manera: en 2018, perdió Puebla y Baja California; en 2021, Baja California Sur y Nayarit; mientras que en 2022 se quedó sin Quintana Roo y Tamaulipas. Esa es la realidad que enfrenta su partido en 2023, pero para Marko Cortés es como si corriera 2012, año en el que su partido ganó el mayor número de gubernaturas, 7 de las 12 en disputa, mientras que en 2017 alcanzó el mayor número de entidades bajo su dominio, las 12 antes mencionadas.

Aunque es evidente que el PAN está dividido estructuralmente porque como dirigente no ha logrado conservar la unidad dentro del partido, sino que lo ha fracturado y provocado que algunas figuras albicelestes migren hacia otros partidos, principalmente a Movimiento Ciudadano, Marko Cortés va más allá y avanza a pasos agigantados hacia la fractura de la alianza Va por México con una “receta para perder”, como la ha denominado el columnista de El Financiero Salvador Camarena, quien considera que no se debe desestimar “la capacidad de Marko Cortés para aumentar las posibilidades de que el Partido Acción Nacional pierda rotundamente la elección presidencial de 2024. Su nueva idea es tan descabellada que hay que reconocerle que supera toda teoría de la conspiración”.

Quien desee obtener la candidatura del PAN, según Marko Cortés, debe tener un mínimo nivel de conocimiento entre la población de 40 por ciento, un mínimo de intención de voto de 15 por ciento y demostrar su capacidad organizativa juntando lo que tendría que reunir un candidato independiente: 1 por ciento del padrón en 17 entidades federativas, es decir, un millón de votos. Es obvio que al dirigente albiazul no le interesa una candidatura competitiva sino obstaculizar la próxima, para lo cual, de acuerdo con Camarena, solo hay una explicación posible: “Quiere cerrar la selección y quedarse ‘su’ lana (que es en realidad del PAN). Él no quiere que Acción Nacional luche por la Presidencia, se conforma con perder ganando su senaduría personal y manteniendo el negocito”.

Rumbo al 2024, así pinta el panorama opositor -cuyo líder general, más allá de los tres antes mencionados, es Claudio X González-, con grandes posibilidades de fractura de esa alianza cuyos resultados están a la vista, sin mayor propuesta que destruir a la Cuarta Transformación y con el interés superior de sacar a Morena del poder, más nada. Como dice la sabiduría popular: no puedes obtener resultados distintos si sigues haciendo lo mismo.

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