El remordimiento de los republicanos

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Por Bill Press*

Como consumidores conocemos nuestros derechos, y uno de los más importantes de ellos es el derecho a regresar y devolver. Ya sea que ustedes estén comprando un nuevo televisor de pantalla plana en Best Buy, el nuevo iPhone de Apple o el ultimo thriller de espionaje de Daniel Silva en Amazon, si no están satisfechos con su compra, pueden llevarlo a la tienda y cambiarlo. Cada vez un número mayor de republicanos quisiera que el mismo principio se aplicara a los candidatos políticos. Tanto en público como en privado, ellos admiten que quisieran cambiar a Mitt Romney por alguien que pudiera ganar.

Después de todo, dado el lento estado de la economía y las más recientes y decepcionantes cifras de empleo, estas elecciones debieran ser un paseo para Romney. Ningún presidente desde Roosevelt ha ganando unas elecciones con una economía tan mala. A estas alturas, Romney debiera llevar mucha ventaja en las encuestas.

Pero, aún bajo condiciones ideales, Romney no está a la altura. Después de una convención fácilmente olvidable, ha descendido en las encuestas nacionales. Está a la zaga en la mayor parte de los estados indecisos. Su campaña se ha rendido en Pennsylvania y Michigan. Sin una clara estrategia de campaña, solo da la impresión de saltar de un paso en falso a otro. Y está llevando a los conservadores, tan desesperados por deshacerse de Obama, a la locura.

“Si no se puede derrotar a Barack Obama con esta situación, entonces hay que cerrar el partido”, dijo a los republicanos la conductora de un programa de comentarios, Laura Ingraham. “Ciérrenlo. Comiencen de nuevo con nueva gente”. Como reacción al fracaso de Romney por aprovechar esas frustrantes cifras de desempleo, el columnista George Will agregó: “Si el Partido Republicano no puede ganar en esta situación, tiene que salirse de la política y encontrar otra cosa que hacer”. Hasta Rush Limbaugh tuvo que admitir: “Romney no es el candidato perfecto”. Pero eso no importa, insistió Rush, porque los republicanos van a votar contra Obama y no a favor de Romney. “En lo que nos concierne, pudiera ser el propio Elmer Fudd”. No es una buena señal que el líder del Partido Republicano compare al candidato presidencial de su partido con Elmer Fudd.

Romney ya ni siquiera está hablando de empleos. Desde que nombró al conservador extremista Paul Ryan como su compañero de candidatura, en su lugar él y Ryan han estado hablando de todo menos empleos: aborto, violación, anticoncepción, Seguridad Social, Medicare y Medicaid. Lo cual vuelve locos a los expertos conservadores. Ellos saben que los republicanos no pueden ganar con el tema de Medicare, Medicaid y Seguridad Social.

Para empeorar las cosas, Romney hace un mayor ridículo cada vez que se aventura a hablar de política exterior. Cualquier sospecha de que Romney pudiera estar listo para asumir la impresionante responsabilidad de líder del mundo libre, se esfumó esta semana tan pronto como abrió la boca para hablar de Libia.

El primer error de Romney fue hablar demasiado pronto, sin tener la información. Cuando se supo de protestas frente a las embajadas norteamericanas en Egipto y Libia, Romney –basándose en una declaración por escrito de nuestra embajada en El Cairo– acusó al presidente Obama de tomar el partido de los terroristas. A pesar de que esa declaración se había dado a conocer antes de que las protestas pacíficas se convirtieran en violentas. Y a pesar de que todo lo que hizo la declaración fue condenar a los realizadores del inflamable video antimusulmán que provocó las protestas.

Su segundo error –después que se supo que el embajador Christopher Stevens y otros tres norteamericanos murieron en lo que al parecer fue un ataque terrorista deliberadamente planeado contra Estados Unidos– fue no disculparse, sino subir la parada y nuevamente acusar al presidente de enviar “mensajes contradictorios” acerca de a quién apoyaba en realidad.

Si eso no es traición, no sé qué lo será. Por cierto, yo estaba en el Jardín de las Rosas cuando el presidente Obama habló acerca de Libia. Condenó vigorosamente las muertes y juró llevar a los responsables ante la justicia. Y cuando Obama jura perseguir y matar a alguien, eso no es un mensaje contradictorio. Quiere decir exactamente lo que dice. Pregúntenle a Osama bin Laden.

Una vez más la exagerada reacción de Romney frustró e indignó a sus correligionarios republicanos. Steve Schmidt, asesor principal de John McCain en 2008, dijo que los comentarios de Romney fueron un: “gran error y la decisión de subir la parada acerca de ellos fue un error aún mayor”. Él y otros saben lo que no sabe Mitt Romney: Cuando Estados Unidos está bajo ataque, es hora de que todos los norteamericanos se unan en su pena, en su indignación y en su determinación. No es hora de hacer ataques políticos partidistas y de mal gusto.

Cada día se comprende más que Rick Santorum después de todo tenía razón. Él dijo en marzo pasado acerca de Mitt Romney: “Es el peor republicano en el país para enfrentarse a Barack Obama”.

* Bill Press es el anfitrión de un programa diario de radio distribuido nacionalmente, conductor de “Full Court Press” en Current TV y autor de un nuevo libro, La máquina de odio contra Obama, a la venta ya en librerías. Pueden escuchar “The Bill Press Show” en su sitio web www.billpress.com. Su correo electrónico es bill@billpress.com.

Fuente original: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=5117:los-republicanos-sienten-mucho-remordimiento-de-comprador&catid=3:en-los-estados-unidos&Itemid=4

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