Por Jorge Ramos Avalos
Pronto, muy pronto, un presidente de Estados Unidos va a tener un apellido Martínez, Pérez, Castro, Cruz o Rubio. El argumento es sencillo. Ya hay más hispanos que afroamericanos. Barack Obama es el primer presidente afroamericano. Ahora nos toca a nosotros.
Ya nada es imposible para los latinos. Seguimos creciendo y tenemos cada vez más poder. Actualmente hay 55 millones de hispanos y seremos más de 100 millones para el 2050. Uno de cada tres habitantes de Estados Unidos será latino. Es decir, estamos pasando de grandes números a tener un poquito de poder. Esto es nuevo.
Todo esto viene por el anuncio del senador de Texas, Ted Cruz, de que quiere ser Presidente. Fue el primero en anunciarlo pero no será el único. Es muy probable que el senador de la Florida, Marco Rubio, también se lance por la Casa Blanca. Será la primera vez en la historia que dos latinos busquen simultáneamente la Presidencia.
La gran ironía es que los dos son del Partido Republicano (a pesar de que la mayoría de los latinos vota por el Partido Demócrata). Y tanto Cruz como Rubio son hijos de refugiados cubanos (aunque más de la mitad de los hispanos son de origen mexicano).
Algo que los distingue, también, es que su posición sobre la legalización de indocumentados no coincide con la de la mayoría de los latinos. Ambos dicen apoyar una reforma migratoria y reconocen que el sistema no funciona. Pero, por ahora, tanto Cruz como Rubio se oponen a ofrecerle un camino a la ciudadanía a los 11 millones de indocumentados. (En contraste, según encuestas del Centro Pew, la mayoría de los latinos sí quiere darle la ciudadanía estadounidense a los inmigrantes sin papeles). Para ellos primero hay que asegurar la frontera con México y promover la inmigración legal.
¿Por qué Cruz y Rubio, hijos de inmigrantes, no quieren un camino a la ciudadanía para todos los indocumentados? ¿Por qué no ofrecerle a casi todos los inmigrantes la misma posibilidad que tuvieron sus padres cuando llegaron de Cuba? Los dos senadores tienen la misma respuesta. En entrevistas ambos me han dicho que tanto el padre de Cruz, como el padre y la madre de Rubio, llegaron legalmente a Estados Unidos, no como la mayoría de los indocumentados. (Aquí están las entrevistas con Cruz https://youtu.be/wRvD5f8d6Ak y con Rubio http://bit.ly/19l64vn).
También hay, seguramente, consideraciones políticas. Ni Cruz ni Rubio podrían ganar la nominación del Partido Republicano a la Presidencia si promueven abiertamente un camino a la ciudadanía para indocumentados. Necesitan el apoyo de votantes muy conservadores.
La apuesta de Cruz y Rubio es que los votantes los vean como estadounidenses -integrados cultural y políticamente a Estados Unidos- no como candidatos latinos. Sin embargo, ser hispanos les debe ayudar. Ningún candidato republicano ha podido ganar la Casa Blanca sin obtener, al menos, una tercera parte del voto latino. John McCain perdió en el 2008 con el 31 por ciento de los votantes latinos y Mitt Romney perdió también con el 27 por ciento en el 2012. Cruz y Rubio apuestan a que ganarían más del 33 por ciento del voto de los 16 millones de hispanos que irán a las urnas en el 2016.
Lo que antes hubiera resultado imposible -dos latinos buscando la Presidencia- hoy es casi normal. Además, si Hillary Clinton no tuviera tan amarrada la candidatura demócrata, posiblemente alzarían la mano un par de hispanos más, como el ex alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, y el actual secretario de Vivienda, Julián Castro.
Si en la popular serie de televisión de Netflix, House of Cards, jugaron con la idea de un primer presidente latino -llamado Hector Mendoza y que estaba retando al temible Francis Underwood- entonces, todo es posible. Hollywood va, generalmente, un paso adelante que Washington. Para llegar al poder, primero hay que imaginárselo.
Estoy absolutamente convencido que el primer presidente o presidenta hispano ya nació. Podría ser el hijo de un exiliado cubano o de una madre indocumentada. Podría ser un niño o una jovencita que vieron cómo Gloria Estefan, Jennifer Lopez, Shakira y Ricky Martin se hicieron mainstream, que oían noticias en español en su casa, que comieron más salsa que ketchup, y que crecieron leyendo en internet sobre la magia de la democracia estadounidense.
Esa magia consiste en creer que los de hasta abajo podrán, algún día, llegar hasta arriba. Only in America.
@jorgeramosnews