Por Luis Javier Valero
(“¡Libérennos del lastre!”)
No podían fallar los “genes” priistas de los nuevos dirigentes del PRI en Chihuahua. Apenas desempacado para desempeñar su nuevo cargo, el presidente del Comité Estatal de ese partido, Omar Bazán, le dio rienda suelta a lo que siempre han realizado los dirigentes de ese partido a lo largo de la historia; lo traen en la sangre, buscar el mejor arreglo “político” con el mandatario en turno, sin importar el origen partidario de quien ocupa el cargo.
El PRI es el partido de la oposición más importante del gobierno de Javier Corral y tiene un enorme reto a vencer; no sólo deberá enfrentar el próximo proceso electoral en condiciones de verdadera desventaja, sino, también, alzarse como una opción creíble ante el electorado y sociedad chihuahuenses.
El problema es que, hasta ahora, Bazán ha actuado del típico modo con el que se comporta el priismo en todas las latitudes, luego de originar la “bufalada”, es decir la “cargada” a su favor, sorpresivamente anunció que la hija del sempiterno dirigente de la CTM local, Georgina Zapata, lo acompañaría en la Secretaría General del Comité estatal.
No podía fallar, tenía que incluir a quienes representan el modelo corporativo del Estado mexicano que han dirigido los presidentes emanados del PRI.
Además, no se trata, como muchos priistas piensan y sostienen, de “prepararse” para la siguiente elección; el año próximo, deberán considerar la necesidad de transformarse profundamente como partido y no sólo contemplar la siguiente elección como el episodio para recuperar el gobierno –o los gobiernos– y regresar a “la normalidad”.
Deberán, fundamentalmente, como lo debieran hacer todos los agrupamientos políticos, actuar congruentemente de tal modo que su opción sea creíble.
Lo ocurrido en los días recientes no les abona en ese sentido. Durante la docena panista –los gobiernos de Fox y Calderón– se consolidó, no sólo en la percepción ciudadana, la idea del amasiato del PRI con el PAN, de tal modo que todo cambió para seguir igual, por ello el tricolor recuperó la presidencia con cierta facilidad -a pesar de la férrea batalla electoral protagonizada por López Obrador-, haciéndolo con los mecanismos y malas artes de toda su historia.
Y el “acompañamiento” se dio no solo cuando los gobiernos eran panistas y el PRI oposición, también el PAN se ha comportado de esa manera en algunas entidades; en Chihuahua, particularmente en la primera mitad del sexenio de César Duarte, y por momentos en la parte final.
Por ello sorprenden las declaraciones de Omar Bazán. Con el objetivo de deslindar a su partido de las denuncias de corrupción cometidas en el gobierno de Duarte, ha pasado al extremo de pedir al órgano nacional de justicia interna de su partido expulse al exgobernador César Duarte, “para que nos liberen de ese lastre en Chihuahua”, pues al tricolor, a nivel estatal, “le resta autoridad para pronunciarse y actuar contra la corrupción”. (Nota de David Piñon, El Heraldo de Chihuahua, 22/VIII/17).
“Nos interesa desmarcar al PRI de la corrupción. Quien haya abusado de la confianza ciudadana, que se llegue a sus últimas consecuencias y a la brevedad, pero no podemos cargar el lastre de la corrupción. No todos somos corruptos. Si hubo y hay acusados de corrupción, que se acuse y se atengan a las consecuencias. Si hay expediente o hay situación, que se ponga nombre y apellido, que no se diga que es el PRI”.
¡Por fin entendieron! ¿De veras?
Ya encarrerado, conminó al gobernador Javier Corral a detener y procesar a su antecesor y no limitarse a hacer expresiones, o a hacer pronunciamientos sobre el caso pues eso está en manos de las autoridades judiciales, “Lo del pasado júzgalo, pero con nombre y apellido. Júzgalo y a la brevedad, quítanos ese lastre a la brevedad. Estás exigiendo resolutivo de expulsión del exgobernador, agárralo”, le dijo Bazán Flores a Corral –refiere el priista– en la primera reunión sostenida entre ambos.
“Aquí podríamos tener una postura diferente (en torno a la expulsión), pero mientras no se refleje allá (en el Comité Nacional, cuyo delegado en la entidad recibiera muy severas críticas de muchos priistas), nos vemos hasta incongruentes decir algo aquí, que no se refleje allá, donde debe. Estaríamos dispuestos a que se dé y sea rápido. Para que nos dé libertad aquí”. (Ibídem).
Y aparecieron los primeros comentarios autocríticos, en relación al gobierno de Duarte Jáquez, pues afirmó que también fue excluido (sic), a pesar de que en la parte final del gobierno anterior dirigió la Fundación Colosio, desde la cual construyó la posibilidad de convertirse en el nuevo dirigente priista en Chihuahua, respaldado por su antigua relación con el ex dirigente nacional, Manlio Fabio Beltrones.
Bazán habla de los “excesos políticos” acaecidos en la era duartista y en el hecho de que los comités municipales deberán renovarse pues son parte de la herencia dejada por Duarte y “buscar los equilibrios internos”, pero es enfático en asentar que no busca hacer que regrese el ex gobernante.
¡Todo un giro de 180 grados a lo sucedido los meses previos, ya sólo le falta que se refiera al ex mandatario como el “vulgar ladrón”!
Y aparecieron las primeras consecuencias del establecimiento de relaciones entre la nueva dirigencia priista y el gobierno de Corral, no con los mejores augurios pues fue éste el que anunció que el PRI apoyaría la reestructuración propuesta por el gobernador, luego que su bancada en pleno la rechazara, hasta lograr que el gobierno decidiera retirarla y buscar la aprobación, luego de conversar con los principales actores políticos de la oposición.
Sorprende la ausencia de modos políticos, el anuncio de la aprobación priista a la reestructuración debió hacerse de manera simultánea. No realizarlo de ese modo da lugar a que la percepción sea la del inicio de una era de subordinación al titular del Poder Ejecutivo, enmarcada en la celebración de la primera reunión de los alcaldes emanados del PRI con el gobernador Corral, algunos de los cuales arguyeron que no habían sido recibido por el mandatario, a pesar de que éste casi cumple el año al frente del gobierno y en la cual lo principal fue el anuncio del “apoyo para la infraestructura, desarrollo, educación y salud”. (Nota de Orlando Chávez, El Diario de Chihuahua, 25/VIII/17).
Frente a esos acuerdos, la diputada Adriana Fuentes ha expresado su firme determinación de oponerse a la reestructuración de la deuda directa del gobierno de Chihuahua.
No parecieran ser coincidencias algunos de los hechos acaecidos en los últimos meses. En mayo, el gobernador Corral encabezó el tradicional desfile del 1o. de mayo, acompañado del dirigente de la CTM, Doroteo Zapata, en medio de sonrisas y un muy envidiable ambiente de plena armonía.
Meses después, sin siquiera tomar en cuenta al Consejo Consultivo del transporte –cosa que César Duarte sí efectuaba– el gobierno de Javier Corral anunció la puesta en vigor de una nueva tarifa del transporte urbano, hecho que concitó las más severa críticas de los organismos ciudadanos de la capital del estado, además de las posturas de los dos principales organismos empresariales de la capital del Estado, Coparmex y Canaco, claramente descalificadoras de la actuación gubernamental en esta materia, sin duda uno de los problemas más severos de la ciudad de Chihuahua, especialmente en las líneas alimentadoras del transporte urbano.
Con ello, fortaleció a los concesionarios y dirigentes de la CTM, que por años han acaparado el sistema de transporte urbano, cuya calidad ha merecido la peor de las calificaciones y que, con las medidas del gobierno de Corral fortalece la percepción de que no se efectuará en este servicio la modernización que necesitan los chihuahuenses de la capital pues todo apunta al establecimiento de una relación entre el PRI y el gobierno de Corral de la más acendrada armonía.
Así, con el giro de sus posturas, el PRI no va en el camino de convertirse en la oposición que necesita el pueblo de Chihuahua, frente a un gobierno cuyas contradicciones lo han llevado a gastar, de manera muy importante, “el bono democrático” del triunfo electoral.
Lo hace a unos cuantos meses del inicio del proceso electoral, en el que todas las encuestas –y, además, la percepción generalizada– lo ubican en el tercer lugar de las preferencias electorales en el ámbito nacional, cosa que no deberá ser diferente en el estatal, surcado por las corruptelas efectuadas por muchos de los gobernantes emanados de este partido, Peña Nieto incluido.
Luego del muy apretado triunfo obtenido en el Estado de México (en la práctica un empate, si se piensa en los resultados nacionales) y de la totalidad de las encuestas realizadas en la Ciudad de México, en la que lo ubican en el cuarto lugar de las preferencias, lo que puedan efectuar las dirigencias locales será lo que puede marcar el destino de los priistas.
¿Podrán hacer algo distinto a lo que han hecho a lo largo de su historia?
asertodechihuahua@yahoo.com.mx
1 Comment
Muy posible “la Marrana Duarte” este llorando el aniversario luctuoso de Juanga, a Corral ya le vale madre si lo mete al bote o no, el ya logró su objetivo de sentarse en la silla del gobierno del Estado y era todo lo que buscaba…Duarte se anda paseando y Corral sigue armando expedientes…panistas habladores y corruptos, como Fox, Anaya, Amargadita y su esposo el borracho genocida FeCal