El policía de Juárez en voz de un poeta

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Por Eugenia Flores Soria

En una de las ciudades más peligrosas del mundo, Pablo Faraón González, agente de policía, es el jefe de la llamada “Brigada Listón”. Su trabajo consiste en acordonar la escena del crimen para establecer el perímetro de seguridad. Como burla, sus compañeros lo llaman “Comandante Amarillo” y a Ruth, su hermosa colega, le apodaron “Teniente Cinta”.

En medio de incontables crímenes y balaceras, la pareja debe resolver misterios, huir de los asesinos más crueles y enfrentarse al horror que deambula en las calles. Estos personajes protagonizan Policía de Ciudad Juárez (Océano, 2012) la primera novela del juarense Miguel Ángel Chávez Díaz de León, periodista y poeta que se inicia en el género policiaco. El autor conversó con Zócalo sobre esta historia de acción, amor y desgracia.

-Pablo Faraón González no encaja en el cliché del policía mexicano corrupto que vemos, ya caricaturizado, en series, películas y novelas. ¿Por qué quiso que el protagonista de su libro fuera un hombre “limpio”?

“En efecto, Pablo Faraón es un policía honesto, que se mueve en una corporación atrapada por la corrupción, de manera que este no puede sacudirse ese estigma. Y sobre todo, la novela se desarrolla en una etapa de Ciudad Juárez donde la legalidad estaba ausente. Este policía se ve envuelto en los hilos del narcotráfico y la aplicación de la justicia. Y él busca la manera de no mancharse más”.

-En la novela encontramos a una Ciudad Juárez herida donde la violencia y la muerte se viven a diario, pero eso no impide que sucedan historias de amor o que se pierda del todo la esperanza…

“Sí, el escenario donde transitan los personajes de esta novela es árido. Se puede decir que yo aproveché la ‘mesa puesta’. Mi ciudad estaba pasando por un caos terrorífico. Teníamos 15 o 17 muertos al día, asaltos y dos secuestros diarios. Entonces yo quise constatar y ‘registrar’ lo que pasaba en las calles, pero hice trampa, introduje una historia de amor con mucha carga de humor negro. Espero haberlo logrado.

“Ciudad Juárez era un infierno. Fuimos durante dos años la ciudad más peligrosa del mundo, pero debo decirte que en ese tiempo negro la mayoría de sus habitantes salimos a la calle, a trabajar, a la escuela, a comprar el mandado; claro, tuvimos que sacrificar muchas cosas, como la diversión y el esparcimiento. Tal vez por eso mi novela se entreteje en esta maraña, llena de muerte, de balazos, de amor… de esperanza”

-“Policía de Ciudad Juárez” es también un retrato natural de la vida norteña contemporánea (la comida, las costumbres, las precauciones, el lenguaje)…

Se habla mucho de Ciudad Juárez (somos una comunidad que dio mucho de qué hablar), pero yo sentía que se había escrito mucho sobre Juárez nada más por ‘encimita’. Así que yo con esta historia quiero darle a lector mi visión y versión de una ciudad complicada y añorada y qué mejor que un juarense para retratar su tierra. Acá en el norte la vida se ve de frente, directa. Creo que estamos acostumbrados a otro ritmo de vida. Son otros conceptos, otras apreciaciones”.

-¿Cómo fue su travesía de poeta a autor de novela policiaca?

“Toda mi producción literaria, anterior, estuvo dominada por la poesía. Tengo cinco libros y los cinco son de poemas. La narrativa me coqueteaba, pero no me dejaba seducir. En el 2005 sufrí un derrame cerebral y una embolia que me ha dejado secuelas en el lado derecho de mi cuerpo. Ya camino, apoyado en un bastón de cuatro puntas y sin la ‘magia’ de la poesía. Algo pasó en mi cerebro que la poesía no regresó, tal vez se fue con el derrame. Así que tuve que adaptarme a la narrativa. Yo todos los días escribo aunque sean unas líneas. Y poco a poco me atraparon las historias de esta, mi primera novela. Las notas policiacas, los noticieros de radio y TV me dieron mucho material, y sobre todo lo que mi gente me contaba a diario”.

-Algunos escritores de novelas policiacas caen de pronto en la frivolidad o en historias poco verosímiles, pero esto no sucede en “Policía de Ciudad Juárez”, que mantiene al lector en suspenso y con una sensación de complicidad… 

“Si te das cuenta en la novela no hay reflexiones, divagaciones o ‘trampas’ literarias. Quise darle ese toque de rapidez y de acción sin parar. Suceden cosas y cosas. Así de sencilla o ¡de complicada! es la vida en Juárez. ¿Cómo logré ese efecto? Es pura observación y registro de los acontecimientos. Creo que mi tendencia callejera me ayudó mucho. Me gusta la calle y su gente. Converso mucho con las personas, me gusta escuchar lo que piensan sobre cualquier cosa. Son mi fuente de información. Tal vez por eso desde hace 20 años soy periodista”.

-¿Hay algún guiño autobiográfico en este policía adicto alhuitlacoche? 

“¿Se nota verdad? Sí hay uno o dos capítulos de la novela en que quise ‘honrar’ a mi viejo barrio donde crecí. A mis amigos de la niñez y la adolescencia, a mis peleas callejeras, campales, barrio contra barrio. También quise que conocieran Juárez por dentro, sus calles, sus barrios, su gente. Un Juárez que no se ve en los noticieros o programas del Discovery Channel. Que supieran de un Juárez vital, estrujante, amable y entrañable. Si te fijas bien, Ciudad Juárez es el personaje principal de mi novela. Casi es el que nos cuenta las historias de este policía que se enamora en medio de balazos, sicarios que parecen buenos, narcos inofensivos y asesinos desalmados”.

-¿Nos esperan más aventuras de “El Comandante Amarillo”, quizá en alguna secuela?

“Es posible. Estos policías –Pablo Faraón y Ruth ‘La Bella’– tienen mucho que contar en una ciudad tan frenética y furiosa”.

Fuente: Zócalo de Saltillo

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