El poder de desinformar

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Por Eduardo Porras

Hace unos días, en una visita a un pueblo de la sierra de Chihuahua, charlé por un rato con un hombre que posee un pequeño restaurante en aquella zona. Entre muchos otros, tocamos un tema que me gusta mucho: la información y los medios. Hablando de éstos, señaló un montón de periódicos que los clientes dejan en el restaurante o en las habitaciones y me dijo: “esas porquerías ya no informan nada, la información está en ‘esa onda’ del Internet, el periódico nada más acomoda las cosas para que el gobierno y sus amigos se vean bien, en Internet uno busca lo que sea, lo que habla bonito, lo que habla feo, sobre el gobierno o los partidos, las mentiras o las verdades”.

Me sentí bien al escuchar eso, una persona que uno pudiese pensar que no está informada lo está “de más”. El tipo hablaba, con acento golpeado y con cierta timidez, pero con elocuencia, sobre cómo los gobiernos, partidos políticos, empresas y medios de comunicación buscan favorecerse y entretanto usan a éstos últimos para manipular información para que parezca que lo que hacen está bien. “Con Internet cambia todo”, dijo, “a mi ya no me engañan tan fácil como antes”.

Podemos observar que medios que anteriormente publicaban noticias con tendencias ideológicas, contando mentiras o acomodando las verdades para que pareciesen “otras verdades”, hoy son replicados y reprendidos (al menos en redes sociales) por quienes no estamos de acuerdo con su forma de presentar las noticias. Anteriormente solo publicaban y ya, sin réplicas de descontento y pocas manifestaciones de repudio. Si a alguien no le gustaba lo que publicaba el medio de comunicación, solamente los dejaba de leer o escuchar.

Hoy estamos ante un mundo distinto, el hecho de que un ciudadano no necesite exclusivamente de los medios de comunicación masivos, privados y oficiales, para informarse sino que pueda hacerlo a través de otros ciudadanos, concretamente en redes sociales (Twitter, Facebook, YouTube…) le permitirá comparar la información que recibe y razonar sin que otros razonen por él.

En México han surgido varios tipos de medios de comunicación alternos a los “masivos” ya conocidos, nuevos medios que sin saberse portadores de la verdad y aceptando que pueden equivocarse al publicar una nota o una opinión, buscan la interacción de periodistas y no-periodistas sin “absolutizar” las noticias y opiniones; y otros medios de análisis como Medios y Ciudadanos que son dirigidos y armados por ciudadanos que no se conforman con consumir información, sino que la desmenuzan, analizan y critican. No son medios perfectos, solo medios diferentes y – muy importante – más ciudadanos.

Sin embargo, al día de hoy algunos medios informativos continúan manipulando información con técnicas poco confiables que hacen que la gente los lea cada vez menos o bien, si sigue leyéndolos, lo haga con un sentido mucho más crítico y no les crea todo solo porque lo publican. Hoy tenemos a algunos medios de comunicación como Televisa a través de algunos programas como Tercer Grado, o diarios como La Razón, criticando a ciudadanos que opinan libremente y les critican, acusando que los ciudadanos opinamos mal y atacamos sin educación (algunos lo hacen, pero son muy pocos), o bien desestimando manifestaciones ciudadanas – como marchas y reclamos – y reduciéndolas a simples “llamaradas de petate“. Hacen eso mientras en el mismo espacio presentan a “comunicadores” aparentemente ecuánimes y congruentes que hacen parecer confiable la información presentada en lo general.

¿Cuál es el objetivo de estos ataques a ciudadanos? Es muy sencillo: Desinformar. Hacer parecer cosas que no son porque piensan que quienes los leen o escuchan no están presentes en redes sociales informáticas y que les creerán, solo porque está escrito. Proteger “redes de poder”.

Si bien puede ser que aún haya quienes les crean, puedo sentirme contento de que cada vez me encuentro a más gente que desconfía de ellos, que no los toma en serio solo por-que-sí y que sabe que hay otros medios, mucho más confiables para informarse. Son ciudadanos que ya no consumen, sino analizan la información.

Ellos creen que siguen teniendo el poder de desinformar, nosotros sabemos que somos libres de informarnos, con o sin ellos.

Considero prudente volver a señalarlo: “con Internet cambia todo”… no es perfecto, pero hace que nos informemos de forma distinta… y mejor.

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