El pasado martes 8 los latinos salieron a votar en un número sin precedente en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Y en su mayoría se decantaron por Hillary Clinton. Pero eso no fue suficiente. Donald Trump se alzó con la victoria gracias al sufragio blanco (incluyendo el de las mujeres, por extraordinario que suene), especialmente el de un sector –mayoritario– racista y xenófobo que se siente abandonado por el sistema político reinante e inmerso en un mercado laboral inestable y volátil. La “revuelta blanca” asomó la cara.
Por Oswaldo Zavala/ Proceso
El inesperado triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el martes 8, se explica principalmente de dos maneras que en apariencia son ajenas pero que en realidad están interconectadas: primero, el fracaso socioeconómico de la política neoliberal enarbolada por Hillary Clinton, que ha radicalizado la desigualdad social y generado una excluyente élite multimillonaria; y segundo, el auge del racismo y la xenofobia entre la población blanca nacionalista, con y sin educación universitaria, que percibe a las minorías y a los inmigrantes como una amenaza real a su hegemonía histórica.
Según las cifras preliminares obtenidas por distintas encuestas de salida y analizadas por medios como The New York Times, The Guardian y CNN, Trump fue favorecido por hombres y mujeres primordialmente blancos y mayores de 45 años, pertenecientes a la clase media y a la clase media alta. Trump convenció a 67% de los votantes blancos sin preparación universitaria, mientras que Clinton sólo obtuvo 28%. Pero Trump también superó a Clinton entre los votantes blancos con educación superior: 49% contra 45%.
Contra lo reportado inicialmente en las primeras encuestas de salida, el voto hispano marcó un récord histórico en esta elección a favor de los demócratas. Los hispanos apoyaron decididamente a Clinton con un mayor porcentaje del obtenido por Obama en las elecciones de 2008 y 2012.
Según un análisis de los académicos Gabriel Sánchez y Matt Barreto, publicado en The Washington Post el viernes 11, Clinton obtuvo 79% del voto hispano, un nuevo récord histórico por encima de cualquier elección presidencial de ese país. Obama obtuvo 75% de ese sector en 2012, cuatro puntos porcentuales menos que Clinton.
Del otro lado, el voto hispano castigó decididamente a Trump. Aunque inicialmente se reportó que había recibido 29% de aquél, el abanderado republicano sólo obtuvo 18%, cinco puntos porcentuales menos que el 23% que obtuvo Mitt Romney, el candidato de los republicanos en 2012.
Sánchez y Barreto estiman que votaron entre 13.1 y 14.7 millones de hispanos, un aumento significativo en comparación con los 11.2 millones que lo hicieron en 2012.
A diferencia del escaso rigor en las encuestas de salida que circularon en los principales medios, la realizada por Sánchez y Barreto, profesores de ciencias políticas en la Universidad de Nuevo México y la Universidad de California en Los Ángeles, se basa en 5 mil 600 entrevistas con electores hispanos de los 50 estados del país, con énfasis en los estados con mayor población hispana.
“Es una vergüenza que los medios nacionales sigan cayendo en esta trampa de las encuestas que no reflejan lo que pasó en verdad en la elección”, dijo Héctor Sánchez, presidente de la National Hispanic Leadership Agenda, una coalición de las 40 organizaciones hispanas más importantes de Estados Unidos. “Los verdaderos expertos sobre el voto latino muestran que Trump obtuvo el número más bajo de votos latinos en la historia, mientras que Hillary obtuvo el más alto de cualquier elección presidencial”.
En entrevista con Proceso, Sánchez explica que en los días inmediatos a la elección se propagó en los medios una narrativa que equivocadamente culpaba al electorado hispano del triunfo de Trump, cuando en la realidad quien cambió su voto tradicional a favor de los demócratas fue la mayoría blanca que votó por el Partido Republicano.
“Esto nos preocupa mucho, ya que se ha venido manipulando un mensaje nacional que culpa a los latinos por la elección de Trump. Esto obviamente tiene consecuencias políticas y sociales”, dijo Sánchez. “En los dos últimos días hemos visto una continuación del incremento en el bullying, en los crímenes de odio y la discriminación en general contra los latinos. He recibido una cantidad impresionantes de e-mails, videos y mensajes en las redes sociales que muestran esta reacción en todo el país”.
Fragmento del reportaje que se publica en la edicion 2089 de la revista Proceso, actualmente en circulación.