El conflicto por el agua

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Por Iván Restrepo

Este año el conflicto por el agua en el estado de Sonora seguirá ocupando la atención de la opinión pública y ahondará los problemas sociales, económicos, políticos y legales en dicha entidad. Ya dividió a una sociedad para la que el preciado líquido es clave en todos los aspectos de su vida. Y mostró cómo el autoritarismo oficial pisotea las resoluciones judiciales y los derechos humanos. El conflicto se centra en la construcción del llamado Acueducto Independencia para llevar agua de la presa El Novillo, en la Cuenca del río Yaki, a la ciudad de Hermosillo, ubicada en otra cuenca, la del río Sonora.

La justificación oficial para esa obra: dotar de agua potable a la población de dicha ciudad. Pero en contraparte, el trasvase de líquido ocasiona severos problemas a miles de familias indígenas descendientes directos de los pueblos originales del valle del Yaki que viven de la agricultura de riego.

Sobre todos los problemas derivados del trazo y construcción del acueducto más polémico y cuestionado en la historia moderna de México, el doctor José Luis Moreno Vázquez ha escrito un estupendo libro: Despojo de agua en la cuenca del río Yaki, se llama y acaba de ser publicado por El Colegio de Sonora, institución en la que realiza desde hace años sus investigaciones y que se distingue por la seriedad de los trabajos que realizan quienes allí estudian los problemas más sentidos por la ciudadanía sonorense.

Hace 20 años el mismo autor ofreció un panorama de los desequilibrios existentes en esa entidad en cuanto al agua a la que calificó de escasa, mal utilizada y contaminada por las actividades humanas, destacadamente la minería. Su investigación, primera en su tipo, hizo parte del libro Agua, salud y derechos humanos, en el que otros especialistas mostraron el reto que el país tiene en cuanto al preciado líquido. Fue publicado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y, a pesar del tiempo transcurrido, no ha perdido actualidad y debería reditarse.

Con gran claridad y precisión, Moreno Vázquez ofrece en su obra los pormenores y repercusiones que el trasvase de agua de una cuenca a otra ocasiona en Sonora. Lo califica de despojo y demuestra con datos irrebatibles el porqué.

Y para entrar en materia, analiza otros tres trasvases para resolver la demanda de agua en centros urbanos, cuestionados por los problemas que han creado sus costos y beneficios: el acueducto Valle de Owens-Los Ángeles, en Estados Unidos; el de El Cuchillo-Monterrey, y el del Río Colorado-Tijuana.

En el caso del acueducto Independencia recuerda que sus orígenes se remontan a 1990 y no pudo realizarse entonces por la crisis económica. Lo sacó del archivo al iniciar su sexenio el actual gobernador, el panista Guillermo Padrés. Esto pese a que en su campaña electoral lo había descartado. Pero con el apoyo del empresariado de Hermosillo y de su partido, que también presidía el Poder Ejecutivo federal y las presidencias municipales de Hermosillo y Ciudad Obregón. Con tan poderoso respaldo gubernamental, obtuvo los avales técnicos y medio ambientales requeridos para el trasvase y la construcción del acueducto de 140 kilómetros de longitud.

Sin embargo, ni la clase política panista ni el empresariado contaban con la resistencia de los miles de habitantes de los pueblos yaki, que vieron cómo eran despojados de un recurso que les ha pertenecido y en base al cual gira su principal medio de vida: la actividad agropecuaria.

Tampoco contaban con la solidaridad que su lucha contra el despojo despertó por doquier. Y mucho menos que la justicia les daría la razón. A pesar de ello, el acueducto se construyó y el gobierno estatal pisoteó las resoluciones de los tribunales que respaldaban los argumentos y derechos de los yakis.

La historia de un despojo, que bien describe en su libro José Luis Moreno Vázquez, es también una alerta sobre el proyecto privatizador para hacer que el agua, recurso humano por excelencia, deje de ser un bien público para convertirse en uno de carácter privado.

Bien harían en leerlo los funcionarios y políticos que suelen decir que trabajan por el progreso de México pero que con sus acciones hacen todo lo contrario.

Fuente: La Jornada

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