El acuerdo sellado por Estados Unidos con Afganistán para liberar a su soldado de manos de los talibanes a cambio de cinco islamistas de Guantánamo irritó a republicanos y organizaciones, que temen que ponga en peligro a sus ciudadanos en zonas de conflicto.
El acuerdo fue sorpresivamente anunciado el sábado por el presidente, Barack Obama, y su secretario de Defensa, Chuck Hagel, tras lo cual la oposición republicana fustigó a la administración demócrata por haber “tratado con terroristas”.
Para lograr la liberación de su sargento, Bowe Bergdahl, cautivo desde hace cinco años, los estadounidenses trasladaron a cinco talibanes afganos de Guantánamo a Catar, país que ha fungido de intermediario.
“Negociando como lo hemos hecho aquí, enviamos un mensaje a todos los grupos de Al Qaida en el mundo -algunos de los cuales mantienen a estadounidenses como rehenes- de que estos rehenes tienen (aún más) valor que antes. Eso es peligroso”, sostuvo en CNN Mike Rogers, republicano que preside el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.
Washington con frecuencia llama la atención de gobiernos extranjeros sospechosos, por ejemplo, de pagar a secuestradores para conseguir la liberación de sus ciudadanos.
El acuerdo anunciado el sábado es, según Rogers, “una señal de aliento a los terroristas del mundo entero para que secuestren a más estadounidenses”.
El legislador Rogers fue aún más explícito, al considerar que la decisión del presidente Obama había “puesto en peligro a los soldados estadounidenses para los años venideros”.