Desafían republicanos a Obama: aprueban polémico oleoducto

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El Congreso controlado por los republicanos aprobó el miércoles un proyecto de ley para construir el oleoducto Keystone XL, lo que prepara el terreno para una confrontación con el presidente Barack Obama, que ha amenazado con vetarlo.

La Cámara de Representantes aprobó la iniciativa con 270 votos a favor y 152 en contra, al tiempo que avaló los cambios hechos por el Senado que afirman que el cambio climático es real y no una farsa, y que hacen que las arenas bituminosas ya no estén exentas de un impuesto usado para limpiar derrames.

Sólo un republicano, el representante por Michigan Justin Amash, votó contra la medida, mientras que 29 demócratas la apoyaron. Pero ninguna de las dos cámaras cuenta con sufragios suficientes como para revocar un veto.

Los partidarios de la iniciativa ya buscaban estrategias para asegurar la aprobación del oleoducto por otros medios legislativos.

El senador John Hoeven de Dakota del Norte, el principal republicano patrocinador de la iniciativa, dijo en un comunicado que “seguiremos presionando para lograr la aprobación agregando una medida aprobatoria a otra iniciativa, quizá un proyecto de ley sobre energía, o una iniciativa presupuestaria de aprobación obligatoria”.

Obama “necesita colaborar con el Congreso de manera bipartidista y aprobar el proyecto del oleoducto Keystone XL para el pueblo estadounidense”, agregó.

Para los republicanos, la aprobación del proyecto de ley corona semanas de debate sobre una de sus prioridades después de haber tomado el control del Congreso el mes pasado. Los representantes republicanos, que habían aprobado numerosas medidas sobre el oleoducto que a fin de cuentas fueron descartadas en el Senado, clamaron victoria.

Por su parte, los demócratas calificaron el esfuerzo como un desperdicio de tiempo, pero dijeron que las cláusulas sobre calentamiento global y derrames petroleros representan un avance para los republicanos en esos temas.

Propuesto por primera vez en 2008, el Keystone XL conectaría las arenas bituminosas de Canadá con las refinerías estadounidenses en la costa del Golfo de México especializadas en procesar crudos pesados, y se ha convertido en símbolo de las diferencias partidistas en los temas de energía y medio ambiente.

Los republicanos y la industria petrolera han argumentado que el proyecto de 8.000 millones de dólares representa empleos y seguridad energética, al importar petróleo de un vecino amistoso y llevarlo a refinerías nacionales sujetas a normas ambientales más estrictas.

Por su parte, los demócratas y sus aliados ambientalistas lo han descrito como un regalo para la industria petrolera que empeorará el calentamiento global y arriesgará a partes del país a derrames de crudo, con pocos beneficios económicos debido a que el petróleo y sus derivados serían exportados.

Un análisis de enero de 2014 encontró que, con o sin oleoducto, las arenas bituminosas serían explotadas, y por ende los gases de efecto invernadero resultantes entrarían a la atmósfera de cualquiera manera. Pero la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos dijo hace unos días que ese análisis debe ser revisado, porque el descenso en los precios del crudo podría hacer que el oleoducto se vuelva un catalizador. El embajador de Canadá afirmó en una carta que la evaluación de la EPA está equivocada.

Fuente: AP

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