¿Del golpe político al golpe de Estado?

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Por Francisco Javier Pizarro Chávez

Desde el inicio de su gobierno el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha recibido un cúmulo de cuestionamientos de sus adversarios, en contra de los programas de la 4ta Transformación y su gestión de gobierno, lo que desde mi punto de vista era previsible, lógico e incluso positivo si lo que se critica es fundado y se apega al Estado de Derecho.

Las cosas sin embargo han cambiado. Al cierre de su primer año de gobierno, el presidente pasó de ser un adversario de sus detractores al inicio de su mandato, y ahora un enemigo político e ideológico, al que se embiste en lo personal, se le provoca, e incluso se le amenaza  con ser destituido.

Tan es así, que ante el anuncio que difundió Trump en su Twitter, en el que advierte a que la “destitución” del presidente de Bolivia Evo Morales, era “una señal de lo que le podía ocurrir a Venezuela y Nicaragua”, Vicente Fox, con toda desfachatez  le respondió a Trump que “le faltó incluir a México”.

No fue el único. El dirigente del  autodenominado Congreso Nacional Ciudadano (CNC), Gilberto Lozano, quién durante el gobierno de Fox se desempeño 4 meses como oficial Mayor de la Secretaría de Gobernación, de inmediato hizo eco  a su ex patrón y también  del  mensaje desafiante y provocador que el Gral. Carlos Gaytán Ochoa dirigió al Presidente López Obrador  por el fallido operativo de la captura y posterior liberación del hijo del Chapo y su estrategia de seguridad que “no nos convence a muchos”.

Gilberto Lozano, literal homólogo del “Macho Camacho” de Bolivia, subió en las redes sociales dos mensajes amenazantes al presidente de México:

El primero, sin tapujo alguno, presume que el CNC  solicitó a la 7ª / zona militar que pida al presidente AMLO que renuncie como lo hizo Evo a petición de los  mandos militares de Bolivia y, en el segundo, anuncia que “ el Congreso Ciudadano está pidiendo en todos los estados de la República,  apoyo a las fuerzas armadas, para que su lealtad esté con el pueblo de México” y se felicite como lo hizo Trump, “ a las fuerzas armadas de Bolivia para apoyar la salida de un dictador comunista”, refiriéndose a Evo Morales.

Lo más grave es el bloqueo del Aeropuerto Internacional de la Cd. De México que un día después del arribo de Evo Morales realizó un contingente de ex Policías Federales, que devino en un enfrentamiento con agentes de Seguridad de la capital de la República, el cual  no solo fue una provocación, sino también un acto terrorista, pues su finalidad era estallar el Palacio Nacional con una carga de 3,  kilogramos del potente explosivo C4, según  reveló, ni mas ni menos, Enrique Carpizo, abogado y representante de los policías federales al periodista Julio Astillero, en una entrevista en el programa televisivo la Octava, el viernes pasado.

Los líderes del PAN y los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, celebraron “políticamente” el derrocamiento de Evo Morales, con el argumento “democrático” de que no fue un golpe de Estado, sino consecuencia del malestar social que se generó por  las irregularidades electorales en que incurrió Evo  para reelegirse por cuarta ocasión, según la  OEA.  Fox  felicitó a la legisladora venezolana “demócrata” que rindió protesta –esa sí ilegalmente—como presidenta provisional de Bolivia, con la venía no de los asambleístas, sino de los militares ante los cuales rindió protesta.

Y por si fuera poco, Fox convocó a una reunión secreta en su Rancho, a personajes como Narro Robles, el bravucón Gustavo Madero, el hipócrita Jorge Castañedo, los traidores Chuchos del PRD y otros más, para “diseñar una estrategia dirigida a derrocar al presidente López Obrador, afirma el controvertido diputado del PT Gerardo Fernández Noroña, el cual no fue refutado ni por Fox ni por sus invitados.

Por su parte, la mayoría de los medios de comunicación  ni tardos ni perezosos, se abocaron a levantar encuestas telefónicas a bote pronto, sin rigor alguno de la estadística demográfica, pero sí con muchos bots, para demostrar que la mayoría de los mexicanos están en contra de que el Presidente de México, haya otorgado asilo a Evo Morales.

Ejemplo de ello es el periódico Reforma, el cual difundió que “el 57 % de los mexicanos” encuestados (309) no estuvieron de acuerdo en que AMLO le haya otorgado asilo a Evo Morales, y solo un  “28% de los encuestados, lo aprobaron.

Pero no solo eso. También destacó  que a la pregunta de si el asilo de Evo afectaría SI O NO, la relaciones entre México y EEUU, el 56% dijo que sí y el 42 % que no. Por ultimo, señaló que la tercer pregunta de si Evo era un presidente democrático o no, solo el 29% dijo que SI y el 53 % que NO.

Los intelectuales orgánicos del sistema anterior, han sido más cautelosos. No objetan el que se le haya brindado asilo al todavía presidente de Bolivia cuyo mandato concluye a fines de enero del 2020, pero también atribuyen su destitución a las “irregularidades electorales” en que presuntamente incurrió según la OEA, aún y cuando expertos de EEUU en la materia (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica) , lo han desmentido.

México, se acepte o no, está inmerso ya en un escenario sumamente complejo y delicado. Corre el riesgo de que la polarización política vigente entre partidos y los golpes de mano a la 4ta transformación, termine en un golpe de Estado.

Y es que una cosa es la disputa política e ideológica, y otra muy distinta, el enfrentamiento entre las clases sociales, o para decirlo coloquialmente, entre los de Arriba y los de Abajo.

Como bien lo refirió Federico Engels en el prologo de la segunda edición del libro “El 18 Binario de Luis Bonaparte”, obra de Carlos Marx, “la gran ley que rige la marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, ya se desarrollen en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión mas o menos clara de luchas entre clases sociales, y, que la existencia y por tanto también los choques de estas clases están condicionadas, a su vez por el grado de desarrollo de su situación económica, por el carácter y modo de producción y de su cambio condicionado por ésta”.

A los neoliberales como les llama AMLO a los oligarcas, financieros y grandes empresarios que el pueblo los ubica como los de Arriba,  toda reivindicación social, reforma hacendaria o financiera por mas elemental que se; la mas trivial reforma democrática y/o constitucional como las que se están impulsando en la 4ta Transformación, es castigada de inmediato como un atentado al desarrollo y crecimiento del país y estigmatizada como “socialista” y “dictatorial”.

Por lo que hace al pueblo, los de Abajo, lo que realmente les motiva es salir de la pobreza en que están inmersos, por lo que apoyan todo programa que mejore sus ingresos, economía familiar, bienestar social y que combata la corrupción y la impunidad, pero también que pongan freno a la inseguridad y violencia que está erosionado el tejido social a pasos acelerados.

Ambas clases sociales velan por sus intereses y están históricamente enfrentadas   no necesariamente en el ámbito político y/o ideológico, sino también porque su concepción de vida y del mundo, es radicalmente diferente por la profunda desigualdad que hay entre los de Arriba y los de Abajo.

Pero los partidos políticos no lo entienden, incluyendo a Morena, que al igual que el PAN, el PRI y demás partidos, lo que le ocupa y preocupa es tener el control del poder político.

Muestra de ello, es que el grotesco conflicto interno en que están inmersos por la dirección de Morena y las candidaturas federales y estatales de 2021 y 2024.

Se dicen de izquierda, pero no han entendido que “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre albedrío, bajo circunstancias elegidas por ellos mismo, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran  directamente, que existen y les han sido logradas por el pasado”. (Carlos Marx).

Dicho de otra manera. No hay presente sin pasado, ni futuro sin presente. Si no lo entienden  se corre el riesgo de que el golpe político que hoy enfrentan, se pueda transformar en un golpe de Estado.  Veremos y diremos.

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