Constantino en Monterrey

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Por Carlos Martínez García

Para información de la alcaldesa de Monterrey no se trata de la visita de algún cantante grupero a la capital de Nuevo León. No, el Constantino al que nos referimos es el emperador romano que en el siglo IV cambió el estatus de la Iglesia cristiana, que por decisión suya transitó de ser perseguida a transformarse en la fe oficial del imperio romano.

Margarita Arellanes Cervantes es militante del Partido Acción Nacional. En un acto convocado por la Alianza de Pastores de la capital neoleonesa, el sábado pasado la alcaldesa se sintió con la autoridad suficiente como para tomar la iniciativa de entregar Monterrey a Nuestro Señor Jesucristo para que su reino de paz y bendición sea establecido. Abro las puertas de este municipio como la máxima autoridad.

Arellanes Cervantes se suma con su acción a los gobernadores de Veracruz (Javier Duarte), que consagró el estado al Doloroso e Inmaculado Corazón de María, y al de Chihuahua (César Duarte Jáquez), que tuvo a bien consagrar la entidad al Sagrado Corazón de Jesús. Ambos mandatarios coincidieron en celebrar sus actos consagratorios con la bendición de las autoridades católicas de su respectivo estado.

La diferencia de lo realizado por la alcaldesa de Monterrey con las consagraciones de los gobernadores de Chihuahua y Veracruz estriba en que ella no hizo su entrega de la ciudad a Jesucristo ante algún arzobispo u obispo católico romano, sino en un acto en el cual estuvo rodeada de pastores evangélicos. El marco de la ceremonia fue la campaña Monterrey ora, auspiciada por liderazgos evangélicos de la llamada Sultana del Norte.

Ante las críticas que su acción ha desatado en varios medios, Margarita Alicia Arellanes ha ratificado que ella es católica, aunque siempre dispuesta a participar en actos convocados por personas de otros credos que buscan el bienestar de Monterrey. También ha subrayado que su entrega de la urbe a Jesucristo la hizo a título personal y no como funcionaria. Esto queda desmentido por el video en el que claramente dice abro [a Jesucristo]las puertas de este municipio como la máxima autoridad. Luego entonces, para desmarcarse de su piadosa ofrenda, ha incurrido en una flagrante mentira.

Cuando los políticos en público hacen ostentación de su religiosidad hay que dudar de que lo hagan movidos por una fe sincera y cristalina. En ellos y ellas siempre está presente el cálculo de costo-beneficio en la imagen. Lo realizado por la alcaldesa de Monterrey es un constantinismo sui generis, porque mientras el emperador Constantino tuvo el poder para hacer que sus gobernados se convirtieran en cristianos so pena de ser considerados enemigos de la poderosa Roma, ella nada más dejó constancia de su buena intención que no tendrá repercusión alguna en la vida cotidiana de los ­regiomontanos.

No obstante, la carencia de repercusiones que hemos apuntado no debe llevarnos a banalizar la entrega de la ciudad a la idea que de Jesucristo tiene quien gobierna la capital de Nuevo León. A veces la frontera entre un acto piadoso y el mesianismo es muy tenue, y es mejor no intentar cruzarla. Porque una vez adentrados en el mesianismo uno de sus resultantes es considerar las críticas como ataques directos a la divinidad, cualquiera que sea la imagen construida que tenga de ésta el político en turno que se cobija bajo ella.

El Jesucristo de los evangelios, que tal vez no sea el mismo al que Margarita Arellanes ofrendó la ciudad, reiteró a sus discípulos y discípulas que la forma en que debe evaluarse las creencias de las personas es mediante sus actos y no a través de melosas palabras con que una y otra vez se hacen grandilocuentes confesiones de seguir la voluntad de Dios.

En el Nuevo Testamento el profeta que más veces se cita es Isaías. Cuando Jesús inicia su ministerio público, de acuerdo con el evangelista Lucas, en la sinagoga de Nazaret lee una porción de Isaías: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor (Lucas 4:18-19). Después Jesús dijo a sus oyentes que con él se cumplía lo escrito por Isaías, y les dio una lección poniendo de ejemplos a los paganos, personificados en una viuda de Sarepta, Sidón, y a Naamán el sirio. Los reunidos en la sinagoga se enfurecieron contra Jesús, lo expulsaron del pueblo e intentaron arrojarlo a un precipicio.

Deslizo que muy probablemente el Jesucristo al que la alcaldesa consagró la ciudad de Monterrey tiene muy poca relación con el que describen Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Este Jesús ridiculizó a los poderes político, económico y religioso de su tiempo. Y dejó muy en claro que nadie puede decretar la cristianización de la sociedad desde el poder. Seguirle a él es un acto voluntario, y no una resolución de políticos inspirados que confunden la esfera gubernamental con el ámbito de las conciencias de los ciudadanos. Así que es necesario exigirle a la conmovida alcaldesa que no violente lo normado por el mismo Jesús y por las leyes que marcan la laicidad del Estado mexicano.

Fuente: La Jornada

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