La secretaria británica del Interior renunció el domingo en medio de un intenso escándalo por el maltrato a inmigrantes caribeños por parte de las autoridades, que resultó del esfuerzo del gobierno para reducir la inmigración ilegal.
La oficina de la primera ministra Theresa May dijo que la mandataria había aceptado la renuncia de la secretaria Amber Rudd.
Rudd tenía programado hablar el lunes ante el Parlamento acerca de lo que se ha denominado el escándalo Windrush, que durante días ha acaparado titulares de prensa y suscitado críticas a las políticas de inmigración del gobierno conservador.
El furor ha crecido desde que el diario Guardian reportó que a algunas personas que llegaron al Reino Unido desde el Caribe en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial se les ha negado atención médica o se les ha amenazado con deportación porque no pudieron presentar comprobantes de que vivían legalmente en el país.
Los afectados pertenecen a la “generación Windrush”, llamada así por el barco Empire Windrush, que en 1948 trajo cientos de inmigrantes del Caribe a Gran Bretaña, que estaba necesitada de enfermeras, trabajadores ferroviarios y otros obreros para ayudar en la reconstrucción del país tras la devastación causada por la Segunda Guerra Mundial.
Ellos y otros migrantes caribeños que llegaron después, eran de colonias o ex colonias británicas y tenían el derecho automático de asentarse en el Reino Unido. Pero algunos de ellos han sido afectados negativamente por nuevas y duras regulaciones establecidas desde 2012.
A algunos inmigrantes que viven legalmente en el país se les ha negado vivienda, empleo o atención médica debido a los requisitos de que los arrendadores, empleadores y médicos revisen el estatus migratorio de las personas. A otros se les ha dicho que están ilegalmente en Gran Bretaña y que deben irse.
“Lo que ha pasado con la generación Windrush no es una anormalidad. No se debe a un error administrativo. Es consecuencia del ambiente hostil creado por el gobierno” de los conservadores, dijo el domingo el alcalde de Londres Sadiq Khan, miembro del Partido Laborista.
La política fue impulsada cuando May, hoy primera ministra, era secretaria del Interior.
El portavoz de asuntos internos del Partido Liberal Demócrata, Ed Davey, dijo que Rudd era “la persona que cayó para proteger a la primera ministra”.
En semanas recientes, Rudd y May se habían disculpado reiteradamente con la generación Windrush y afirmaron que todos los inmigrantes de la Mancomunidad Británica que llegaron antes de 1973 y no tienen ciudadanía británica la obtendrán, y que los afectados recibirán una compensación.
La posición de Rudd empeoró desde que dijo la semana pasada a legisladores que el gobierno no tenía metas de deportación, pero después salió a la luz un memorando de 2017 en el que se mencionaban metas específicas de “deportaciones forzadas”.
Rudd aseguró no haber visto el memorando, pero The Guardian publicó después una carta filtrada que ella escribió a la primera ministra en la que mencionaba el propósito de incrementar 10% las deportaciones.
En una carta de renuncia a la primera ministra, Rudd dijo que engañó “inadvertidamente” a los legisladores. May dijo que aceptó que Rudd había hecho manifestaciones “de buena fe” y lamentaba su renuncia.
La inmigración es un tema divisivo en Gran Bretaña y la reducción de la llegada de migrantes es un elemento importante para muchos electores que apoyaron la salida de la Unión Europea. El gobierno ha manifestado a menudo su propósito de reducir la inmigración neta a menos de 100.000 personas al año, menos de la mitad del nivel actual.
Los detractores afirman que el gobierno debería abandonar ese objetivo después del fiasco Windrush. El escándalo también angustia a los 3 millones de ciudadanos de la Unión Europea que viven en Gran Bretaña y a los que preocupa su condición migratoria una vez que el país concrete su salida de la UE en marzo próximo. El gobierno británico dijo que se les autorizará la permanencia y se comprometió a establecer un proceso de registro sencillo y sin complicaciones.
Sin embargo, el legislador laborista David Lammy, un fuerte crítico de las políticas de inmigración del gobierno, dijo que el escándalo podría causar que los ciudadanos de la UE piensen: “Si esto sucede a los Windrush, claro que también nos puede pasar”.
Fuente: AP