La agresiva medida del presidente Joe Biden, que se espera prohíba a los inmigrantes que cruzan la frontera ilegalmente solicitar asilo, no tiene ninguna posibilidad de resolver de una vez por todas el agobiante problema de un sistema sobrecargado que necesita urgentemente una reforma.
Pero la Casa Blanca espera que alivie la crisis inmediata en la frontera entre Estados Unidos y México, donde las llegadas de inmigrantes se encuentran actualmente en un nivel elevado que desencadenará inmediatamente las nuevas medidas ejecutivas. La medida de Biden también tiene un marcado carácter político, porque todo lo relacionado con la inmigración está irremediablemente politizado de una forma que ha frustrado todos los esfuerzos por arreglar las leyes de inmigración durante décadas.
Personas familiarizadas con la estrategia de Biden señalan el contraste entre el presidente tomando medidas y los republicanos sin hacer nada en materia de inmigración después de que el Partido Republicano bloqueara dos veces el proyecto de ley de inmigración más conservador en décadas en el Congreso para mantener el tema vivo para Trump.
El peligro es que Biden simplemente llame la atención sobre su propio fracaso para no poder arreglar una crisis en un tema en el que Trump goza de más confianza entre los votantes a pesar de su retórica deshumanizadora y a menudo racista. El presidente también está enfureciendo de nuevo a los votantes progresistas de los que ya está distanciado por la política sobre Israel.
La lógica detrás de la imposición de duras medidas migratorias es que disuaden a la gente de acercarse a la frontera. Pero las condiciones de las que huyen las personas procedentes de Centroamérica y Sudamérica —la miseria económica, la guerra entre bandas y los efectos del cambio climático— son tan terribles que el factor disuasorio resulta a menudo ineficaz. Y hasta que un Congreso fracturado se decida por fin a actuar en lugar de utilizar la inmigración como herramienta política, el sistema de asilo diseñado para una época pasada seguirá fracasando.
Es improbable que eso cambie por mucha gente que Trump prometa deportar si gana en noviembre.
