Arde de nuevo el Triángulo Dorado

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Después de una calma pasajera, observada desde que el Cártel de Sinaloa consiguió el dominio en varios municipios del llamado Triángulo Dorado del Narcotráfico, la región se ve sumida en una nueva ola de violencia. Pero ahora son células de la misma organización las que, en disputa por el territorio en plena temporada de cosecha de mariguana y amapola, ejecutan a sus rivales y mantienen sometida, inmovilizada y callada a la mayor parte de la población de la zona.

Por Patricia Dávila y Patricia Mayorga/ Proceso

Guachochi— Hasta hace dos meses, en este y otros municipios colindantes del Triángulo Dorado del Narcotráfico –que abarca localidades de Chihuahua, Sinaloa y Durango– había una relativa calma: los jóvenes sicarios que defienden la plaza para el Cártel de Sinaloa se veían tranquilos. En camionetas y equipados con armas de uso exclusivo del Ejército y radios de comunicación, cumplían su trabajo de resguardar la zona para impedir el ingreso de elementos del Cártel de Juárez por si este grupo rival intentaba recuperar los terrenos perdidos. Ante la temporada de cosecha de mariguana y amapola, esa “calma” se perdió.

Sin embargo, en esta ocasión no fue el Cártel de Juárez el que acabó con la tranquilidad, sino Los Salgueiro y Los Chávez Matamoros, dos células del Cártel de Sinaloa que se batieron a balazos pretendiendo controlar los dos corredores de trasiego de la droga cultivada en esta región hacia Estados Unidos.

La detención de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, quien dirigió el Cártel de Sinaloa al lado de Ismael Zambada El Mayo, no causó estragos en el área; las células locales, aún en plena disputa, siguen autollamándose Los Chapitos.

En Batopilas, municipio colindante con Guachochi por el sur, hasta hace un mes no había confrontaciones. Después fue evidente que los ánimos se alteraron entre los integrantes de la organización. Son cerca de cien hombres identificados como gente de El Chapo, que trabajan para Los Salgueiro, quienes están en alerta permanente. De ahí se desplazan hacia otros municipios como refuerzo.

Como sucede en otros municipios de Chihuahua, en Batopilas algunos miembros de la policía municipal auxilian al grupo delictivo. En su mayoría son jóvenes que no pasan de los 25 años y que están dispuestos a morir. Para darse valor, su consumo de drogas es cada vez mayor.

De la sierra de Durango, Chihuahua y Sinaloa, bajan la mariguana y la amapola que van a Estados Unidos. Por los municipios chihuahuenses la droga cruza hacia el norte por dos rutas: una pasa por Janos, la otra por Ojinaga.

Tercer lugar en violencia

En 2008, integrantes del Cártel de Juárez extorsionaban a los pobladores, a vendedores ambulantes y a los artesanos indígenas de la plaza.

El 6 de octubre de ese año, cuando mataron a Anicasio Cevallos, “El Cacho”, jefe del Cártel de Juárez que operaba en ese territorio, se desató la violencia en Guachochi. “El Cacho” era uno de los principales sicarios y narcotraficantes de la sierra, quien sembraba el terror a punta de pistola en Guachochi y las zonas anexas de Durango y Sinaloa. Cevallos había sido acusado de ser coautor intelectual del asesinato de 13 personas, ocurrido un mes antes en Creel.

Aquel año fue de terror, recuerdan los lugareños. Desde entonces el control lo tiene la gente del Cártel de Sinaloa, y así lo hicieron saber a los habitantes. Al arribar les aseguraron que no les iban a cobrar más cuotas. Pidieron que si alguien intentaba molestarlos, les informaran para “ajusticiarlos”. Nadie delató.

Los jóvenes y los adolescentes fueron reclutados voluntariamente o a la fuerza. De esta forma, indígenas y mestizos engrosaron las filas de este grupo delictivo.

Tercera zona más violenta

Desde entonces la violencia se intensificó, al grado de que en el primer trimestre de 2013 Guachochi fue calificado como la tercera zona más violenta del mundo. El quinto lugar lo ocupó Guadalupe y Calvo. Los dos superaron la tasa de muertes violentas registrada por cada 100 mil habitantes en Ciudad Juárez y la capital del estado. Los lugares enlutados se multiplicaron. Cuando el Cártel de Sinaloa logró asentarse hubo algo de tranquilidad.

Pero ese reposo fue pasajero: El pasado 26 de septiembre, desde las 2:00 de la tarde grupos armados ingresaron al municipio y, hora y media después, se suscitó el enfrentamiento.

Entre la psicosis, un lugareño que pasaba cerca del sitio en el momento del ataque dice que eran muchos y que no alcanzó a contarlos. Otro testigo refiere que llegó al lugar cuando dejó de escuchar los disparos. Vio los cuerpos de 11 hombres abatidos por los tiros. Hasta entonces ninguno estaba calcinado, asegura.

Los primeros en arribar fueron elementos del Ejército destacamentados en la cabecera municipal de Guachochi. Se les unieron personal de la Fiscalía Estatal y agentes federales. El primer informe emitido por Arturo Sandoval Figón, vocero de la fiscalía, estableció que se había tratado de un choque entre dos grupos de delincuencia organizada que operan en la Sierra Madre Occidental.

Amortiguaron la violencia

Precisó que fueron detonados más de mil cartuchos calibres .223, 7.62×39 y 9 milímetros. Cuando llegaron las corporaciones, encontraron a cuatro personas calcinadas en el interior de camionetas destruidas por el fuego. Los cuerpos de los otros siete fallecidos vestían uniformes tácticos y chalecos portacargadores. Presentaban quemaduras y estaban esparcidos en un reducido perímetro del entronque que conduce a Cerro Grande, poblado de Tónachi, en Guachochi.

Pero la vigilancia de las fuerzas policiacas y militares no amortiguaron la violencia. A dos días de ese ataque, hacia el suroeste del estado, en las afueras de Santa Anita, el 28 hubo otro enfrentamiento, donde murieron ocho personas, cuatro de las cuales fueron calcinadas.

Según el área de periciales y ciencias forenses de la Fiscalía General del Estado, uno de los hombres asesinados y calcinados en Cerro Grande fue Artemio Bernal González, “El Temo”, de 43 años, quien era el líder del grupo del Cártel de Sinaloa que opera en Yoquivo, municipio de Batopilas. Junto con él falleció su hermano Ignacio Bernal González, de 37 años, ambos originarios de El Ranchito, Chihuahua.

La Fiscalía Zona Sur indicó que el otro hombre identificado parcialmente fue Édgar Herrera Carrizosa, quien portaba varias credenciales de elector falsas con distintos nombres, uno de los cuales es el mencionado. También se identificó a Ignacio Bernal González y a Jesús Javier López Mendoza. El único detenido que quedó lesionado fue Gabriel Torres Hernández.

De acuerdo con testimonios recabados por la fiscalía, los hombres muertos y el que quedó herido trabajaban para “Los Salgueiro”. Al parecer, “Los Chávez Matamoros” no registraron bajas en su incursión a Guachochi.

Para la noche del martes 30 de septiembre, los sucesos violentos se extendieron al municipio de Bocoyna, colindante con Guachochi. La fiscalía reportó que un comando interceptó a los agentes de la Policía Estatal cuando circulaban por la carretera. Se informó que el enfrentamiento fue consecuencia de un operativo que la mañana de ese día efectuaron en un domicilio del poblado de San Juanito, en donde perdieron la vida Madday Sarahí Domínguez Carrillo, originaria del municipio de Casas Grandes, y Jesús Armando Cisneros Loya, nacido en Cuauhtémoc.

No hay apoyo de autoridades

Luego del choque en Guachochi, el jueves 2 de octubre, los grupos intensificaron la lucha por el territorio y tomaron San Juan de los Iturralde, localidad de El Vergel, municipio de Balleza. Fueron en busca de los asesinos de dos sicarios ejecutados una semana antes.

Hombres encapuchados disparaban desde las afueras de San Juan de los Iturralde. Los lugareños que escucharon las detonaciones huyeron a un cerro cercano. Desde ahí vieron que quemaron casas. Los atacantes se posesionaron del pueblo hasta la tarde del viernes 3. Al cierre de esta edición, la fiscalía reportó dos muertos, identificados como Othón Luna Lazos y Martín Payán Valencia, quienes al parecer ultimaron a los sicarios.

Los pobladores afirman que hay más muertos y por lo menos 10 desaparecidos. A pesar de que lo anunciaron, ni la fiscalía ni el Ejército han iniciado su búsqueda, dicen.

Familiares de los habitantes de esa región exigieron el 3 de octubre que el Ejército y las fuerzas policiacas auxilien a la gente asolada por los grupos en disputa.

“Por 24 horas hemos realizado llamadas al Ejército y a la fiscalía para que ayuden a nuestros familiares que radican en la región de San Juan (de los Iturbide), municipio de Balleza, que se localiza a unos 20 minutos de El Vergel”, dice un mensaje enviado por correo electrónico a Proceso.

Asesinada por juntar firmas

Otra persona señala que, en El Vergel, hace un mes asesinaron a Norma Moreno mientras atendía el restaurante de su familia. Días antes se había retirado la milicia del pueblo, y la joven de 37 años empezó a recabar firmas para pedir su regreso y que se estableciera ahí permanentemente. Esta acción enojó al grupo que tiene presencia en la zona y la mataron.

También, indígenas de las comunidades de Guadalupe y Calvo han tenido que desplazarse ante los grupos armados. Éstos han tomado los principales pueblos y los habitantes prefieren no moverse de sus ranchos porque los sicarios sólo permiten la salida de los habitantes que no representan riesgo para ellos.

Mientras tanto, la violencia en Guachochi parece imparable: El 11 de octubre, cinco hombres fueron levantados en Tónachi y sus cuerpos se localizaron al siguiente día en despoblado. Las víctimas eran Heliodoro Holguín Caro, Heliodoro Holguín Bustillos, Juan Holguín Moreno, Hipólito Cruz Holguín y Leoncio Holguín Bustillos. De acuerdo con la fiscalía, uno de ellos fue identificado como integrante de los agresores del enfrentamiento del 26 de septiembre.

Informes internos de la fiscalía consignan que lugartenientes conocidos como “Los Chávez Matamoros” y “Los Salgueiro” se disputan el control de los municipios Guadalpe y Calvo, Morelos, Batopilas, Urique, Bocoyna y Balleza, ubicados en pleno Triángulo Dorado.

Disputan el dominio

De acuerdo con fuentes de esta dependencia, el enfrentamiento en Guachochi se originó a raíz de que integrantes de “Los Chávez Matamoros” entraron a disputar el territorio a “Los Salgueiro”.

A la pelea entre estas dos células del Cártel de Sinaloa, se suma que aprovechando el divisionismo entre las bandas locales, otras células de la misma organización, sólo que asentadas en los estados de Durango y Sonora, también intentan apoderarse de la plaza.

En el estado de Chihuahua, el Cártel de Sinaloa domina los municipios de Parral, Guachochi, Guadalupe y Calvo, Delicias, Camargo, Jiménez, Batopilas, Morelos, Bocoyna y una parte de Urique. En este último, la versión es que también existen células del Cártel de Juárez.

Aprovechando el divisionismo entre “Los Salgueiro” y “Los Chávez Matamoros”, la célula sinaloense de Los Salazar, asentada en el municipio de Agua Prieta, Sonora, busca extender su dominio a la zona sur de Chihuahua.

A ello se suma el hecho de que el grupo de Los Cabrera, de la misma organización, que controla el estado de Durango, igualmente pretende aprovechar la disputa Salgueiro-Chávez para asumir el control de los municipios chihuahuenses localizados en el Triángulo Dorado.

Fuente: Proceso

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