Agoreros de la desgracia contra AMLO

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Por Sanjuana Martínez

Es la hecatombe. Las peores predicciones sobre el próximo Gobierno han llegado de manera anticipada: será un fracaso, nos espera lo peor, vendrá el desastre, será la debacle, habrá una crisis permanente, el futuro es incierto, lo que viene es lo peor, hay un dictador en ciernes…

Los agoreros de la desgracia contra Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no se cansan de anunciar lo peor de lo peor. Es “altamente preocupante”, el Presidente electo no quiere la prosperidad, no escucha, es autoritario, un dictador.

Los dueños de México, los multimillonarios, los empresarios acostumbrados a vivir bajo privilegios, están enojados. Su mega negocio, su gallina de los huevos de oro, finalmente fue cancelado. No será. No sucederá.

Los dueños de México acostumbrados a salirse con la suya, a cristalizar sus intereses en miles de millones de pesos en ganancias, está vez se llevaron un revés con el resultado de la consulta que determinó suspender las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).

Y como si fuera una metáfora del sexenio de Enrique Peña Nieto, la obra más importante, cae estrepitosamente, queda anulada, cancelada; una obra que termina en fracaso como el sexenio entero.

En lugar de asumirlo, los dueños de México, los multimillonarios, los privilegiados han lanzado una campaña de funestas predicciones: anunciaron la caída estrepitosa del peso, la caída estrepitosa de la bolsa, la caída del sistema financiero, la caída de la economía mexicana, la caída del país.

¿Y qué paso? Pues que los agoreros se equivocaron. Que no hubo tormenta financiera, ni el dólar llegó a 30 pesos, ni los capitales golondrinos sacaron su dinero del país, ni hubo una debacle financiera o el fin del mundo.

Los agoreros se frotaron tanto las manos deseando lo peor para nuestro país que, quedaron exhibidos en su completa mezquindad, retratada su alma negra llena de avaricia y codicia.

¿Por qué tanta y desmedida acumulación de riqueza? ¿Por qué no piensan primero en el bien común? ¿Por qué no tienen limites cuando se trata de ganar dinero con negocios bajo el amparo del poder?

Los berrinches de los dueños de México han sido verdaderamente desmedidos. Pero no me extraña. No están a acostumbrados a que nadie les lleve la contraria, llevan décadas utilizado el aparato del estado para sus negocios, unidos al poder político.

Pero las cosas cambian. Está a punto de iniciar una nueva forma de gobernar. Un nuevo modelo de toma de decisiones. La consulta ciudadana como instrumento para tomar la opinión del pueblo. Contrario al autoritarismo, AMLO nos ofrece una forma diferente de hacer política, considerando el parecer de la gente.

A los agoreros se les olvida que AMLO viene respaldado por el voto de más de 30 millones de mexicanos, se les olvida que en las pasadas elecciones su triunfo, no fue uno más, sino que fue un tsunami, una ola imparable de hartazgo que exige un cambio de paradigmas.

Los empresarios de este país deben reconocer que han fracasado en llevar prosperidad al pueblo de México, deben reconocer que se han equivocado en la acumulación de riqueza, en la falta de equilibrio que ha generado una fabrica de hacer pobres. Su forma de hacer negocios nos ha unido como uno de los países con el peor salario del mundo.

Los empresarios de México deben reconocer que la ciudadanía no aguanta más Fobaproas, que ya está cansada de sus negocios al amparo del poder político, que su desmedida voracidad sigue generando día a día el empobrecimiento de millones.

Si más de la mitad de la población vive en la pobreza, no es solamente a consecuencia de los errores cometidos por los últimos gobiernos, es también a consecuencia de los errores de un empresariado indolente, decidido a ganar más dinero basado en un sistema de explotación, sin importarle el bienestar de los demás.

Más vale que los empresarios mexicanos aprendan a vivir con un Gobierno diferente. Ojalá logren cambiarse el chip y se den cuenta que los tiempos de ganar, ganar, ganar a costa de los demás, ya no existen; que los tiempos de hacer negocios sucios, sospechosos, oscuros, ya se acabaron, que los tiempos de “aquí nomás mis chicharrones truenan”, ya no existen.

México requiere de empresarios con mentalidad social, humanista. A México le urgen empresarios generosos, dispuestos a ganar bajo la balanza de la justicia equitativa; empresarios comprometidos con disminuir realmente la pobreza, empresarios que no piensen que ser altruistas es suficiente para calmar su negra conciencia, empresarios modernos, dispuestos a pensar en el bien común, antes que en ellos mismos.

Para mejorar la distribución de la riqueza y el abismo que separa a pobres y ricos en México, el nuevo Gobierno debería cancelar muchas obras como el NAIM e inaugurar una forma distinta de hacer política: la de la transparencia y la decencia.

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