Por Sanjuana Martínez
Enrique Peña Nieto recordará el año 2014 como uno de los peores de su gobierno. Y digo uno de los peores, porque el 2015 puede ser aún peor si la sociedad civil sigue en la calle exigiendo su renuncia.
Antes de hacer los proyectos para este año que apenas empieza, es bueno hacer balance del año pasado, un año que pasará a la historia como el renacer de la sociedad civil.
Ayotzinapa, fue la primavera mexicana, la gota que derramó el vaso, pero antes hubo acontecimientos igualmente importantes. La desaparición forzada de los 43 estudiantes traspasó las fronteras y fue un crimen de Estado señalado a nivel internacional.
Fue la hora de la sociedad civil, no solo en México, sino en los más recónditos lugares del mundo. Hay cientos de fotos con gente de países lejanos y cercanos, exhibiendo su rechazo contra este crimen cometido por las fuerzas de seguridad del estado.
El hartazgo de los mexicanos llegó a su límite. Las multitudinarias manifestaciones a lo largo y ancho de la República fueron un reflejo contundente del rechazo de la sociedad civil al gobierno de Enrique Peña Nieto. El grito más escuchado además de justicia, fue: “Fuera Peña”.
Ayotzinapa logró aglutinar todo tipo de descontentos. El principal, la aparición con vida de los 43 estudiantes, pero también la aparición con vida de miles de desaparecidos. Esos desaparecidos que son invisibles para el Estado, esos 300 mil desaparecidos, que según algunas ONG’s existen en México.
Ayotzinapa fue también el catalizador para exigir el fin de un gobierno déspota y corrupto como el de Enrique Peña Nieto, quien nunca fue capaz de mostrar empatía alguna hacia los padres de los 43 normalistas desaparecidos, ni para los familiares de los miles de desaparecidos.
La poca o nula sensibilidad del Ejecutivo hacia esa tragedia, fue suficiente para comprobar que el señor Peña Nieto carece de capacidad para afrontar los asuntos de Estado que implican los excesos de sus Fuerzas Armadas y sus policías. Para él, lo más importante es salvaguardar el “buen nombre” de su gobierno, en lugar, de buscar justicia caiga quien caiga. La actitud de desprecio hacia el sufrimiento de las víctimas y sus familiares, es característica del señor Peña Nieto.
Pero Aytozinapa es mucho más. Es también la expresión de cansancio de los mexicanos ante la clase política corrupta que nos gobierna. Es el rechazo a esa clase política enriquecida a base del expolio de caudales públicos, a esa clase política que llega al poder para robar y robar a manos llenas con la mayor impunidad. Es el ya basta a los gobernadores convertidos en millonarios luego de ostentar el poder. Es el grito del hartazgo ante tanta impunidad. Es la critica a esos diputados y senadores que ya no nos representan, que se dedican a llenarse los bolsillos de dinero a base de tráfico de influencias y de robar, a quienes ya no les importa servir a sus electores. Es también la protesta hacia este esquema de partidos políticos sucios que padecemos, enquistados en el poder para recibir grandes presupuestos, para comercializar puestos y traficar con votos con objetivos muy personales.
Ayotzinapa es el símbolo de la lucha social. Es la expresión popular contra la descomposición del sistema político mexicano. Es el grito de la sociedad civil para construir un mejor país, para expulsar a los funcionarios enriquecidos, que gozan de sueldos 500, 1000, 4000 por ciento más, que un salario mínimo.
Ayotzinapa es la expresión de los mexicanos que ya no aguantan tanta corrupción, tantos excesos de poder, tantos crímenes de estado, tanta impunidad. Aglutina el descontento social de un sistema que ya no funciona, que ya no beneficia a los mexicanos, que solo enriquece a unos cuantos.
Aytozinapa es la refundación de la República.
Y en este 2015, ese impulso generado por los 43 normalistas desaparecidos por el Estado, tiene que seguir, tiene que vibrar aún más en las calles. No podemos callarnos ahora. El 2015 es el año del cambio. Es el año de la sociedad civil.
Los mexicanos tenemos muchas razones para seguir protestando, para seguir expresando nuestro rechazo a este gobierno. Solo los ciudadanos podrán cambiar a México.
A la clase política no le interesa modificar nada. Ellos y un puñado de altos funcionarios y empresarios, gozan de los privilegios de tener a un pueblo empobrecido, con salarios de hambre. Ellos quieren mantener este sistema de explotación y sometimiento, para seguir robando, para seguir enriqueciéndose.
El cambio en México no saldrá del gobierno. Vendrá de nosotros, de los ciudadanos. Nosotros tenemos la última palabra para decir basta y empezar de nuevo.
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Fuente: Sin Embargo