Voto razonado por Javier Corral

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Por Víctor Orozco

En la decisión de por quien votar, antes, nos fijábamos por encima de cualquier cosa en el partido abanderado por el candidato, pero con la debacle de estos organismos políticos, que perdieron definición y autenticidad, nuestra vista se vuelve a las personas. Y, por lo que a mí toca, prefiero el suelo firme brindado por los hechos que hablan por el personaje, en vez de atender las promesas y propuestas de las campañas, con  mucha frecuencia engañadoras y demagógicas. “Facta non verba”, decía el genio latino, divisa a la cual me he atenido a lo largo de los años, en las encrucijadas vitales que he afrontado. En ejercicio de esta reflexión, votaré ahora por Javier Corral para gobernador del estado. Estas son las razones:

Se ha comprometido con varias causas compartidas por millones de mexicanos y a las cuales me he adherido sin titubeos. Tales son:

La defensa de los derechos a la libre expresión de las ideas y a la información que tenemos los habitantes de este país. Pocos, si es que alguno, de entre los legisladores federales, empuñaron con mayor fuerza estas banderas. Ejemplos específicos, fueron la defensa de la periodista Carmen Aristegui y las acciones jurídicas y políticas contra la llamada Ley Televisa. En ambos caso, me parece que Corral dio ejemplo de congruencia con el oficio de un representante popular.

La defensa del patrimonio nacional pronunciándose contra la reforma constitucional en materia energética, que ha resultado en la transferencia de enormes recursos a empresarios nacionales y extranjeros en perjuicio de la sociedad.

La defensa del medio ambiente, que entraña también la salvaguarda de intereses de los pueblos y la salud de los mexicanos. Ha protestado como legislador en contra del fracking o sistema de fractura hidráulica para extraer gas natural, que implica el uso desmesurado de agua y de elementos químicos extremadamente perjudiciales.

En cada una de estas causas sociales y políticas, Corral ha dado prueba de consistencia, cuando podía haber seguido la conducta del grueso de los diputados y senadores federales apoyando al Ejecutivo o “nadando de muertito”. Alguien podría señalar que estos debates poco importan a los chihuahuenses. Pero veamos: en presencia de nuevos ataques a las libertades públicas, de agresiones al medio ambiente, de saqueos de los recursos naturales, ¿Queremos un gobernador dócil y complaciente con el presiente de la República en turno, del color que sea, o queremos uno capaz de alzarse por los intereses colectivos?. No aseguro que de ganar, Javier Corral asumiría la segunda de las conductas, pero, por sus antecedentes, presumo que lo haría. Del candidato del PRI, puedo aseverar que tendría la primera de las actitudes. Sin duda alguna.

Ha defendido el carácter laico del Estado mexicano. Mientras que los gobiernos del PRI han claudicado de este principio básico, usando la fe religiosa como un recurso político, Corral ha expresado claramente su posición de respetar la separación de las organizaciones religiosas y el Estado y con ello, a los creyentes de todos los cultos. Fue el único legislador y funcionario público que protestó contra la “consagración del estado de Chihuahua al Sagrado Corazón de Jesús”, escenificada hace unos años por el gobernador Duarte.

Porque he observado a lo largo de estos años, que Corral ha sabido mantener su independencia y su dignidad como legislador frente al Poder Ejecutivo. No sólo con Enrique Peña Nieto, venido del PRI, sino también con Vicente Fox y Felipe Calderón, sus correligionarios. Esto habla de un político que tiene convicciones y las honra.

Porque ha sabido, en el curso de su carrera, concertar alianzas o acciones unitarias y tender puentes entre hombres y mujeres con matrices y prácticas políticas distintas a la suya. De pocos individuos se puede decir lo mismo en este país, ganada la clase política por la mezquindad económica o por el sectarismo. Es ésta la virtud de un gobernante.

Porque ha luchado en contra de la corrupción estatal. He diferido de su postura cuando afirma que llevará al gobernador César Duarte a la cárcel, porque esa sería una consecuencia del proceso judicial que debe incoarse y no una decisión del ejecutivo estatal. Sin embargo, comparto su empeño en combatir de raíz el cáncer de la corrupción en las instituciones estatales, profundamente lesivo para México y para los trabajadores.

Esgrimo ahora una razón diversa para apoyar al candidato del PAN, junto con muchos otros ciudadanos que hemos permanecido en las filas de la izquierda toda nuestra vida. El régimen del PRI debe concluir. Sus resultados han sido nefastos para la sociedad. Empezando por las condiciones en las cuales se desarrolla la vida cotidiana de las personas, sobre todo de los trabajadores. En Ciudad Juárez, una de las urbes que mayor riqueza crea en México y en el mundo, en términos relativos, todo ha conspirado contra las mayorías. Un solo botón de muestra: van ya cincuenta años de industria maquiladora y no se ha podido establecer un sistema de transporte decente en la ciudad fronteriza. Cuando admiro en otras ciudades del extranjero la eficacia de sus trenes, a veces modestos, siempre caigo en la misma pregunta: ¿En México, en Ciudad Juárez, no podemos?. Un amigo universitario conocedor del tema, nos explicaba: aquí, la labor de los gobernantes ha consistido siempre en ponerse de acuerdo con un puñado de empresarios para determinar qué obra pública se emprende o cómo se conduce el municipio. Ya fue suficiente. También, debe concluir el régimen del PRI, porque ha taponado casi todas las vías para el ejercicio democrático y de un desempeño legítimo de las instituciones públicas. Con el PRI, el gobierno ha copado congresos, tribunales, sindicatos, universidades, medios de comunicación. El ciudadano, aislado en este engranaje, es víctima de chantajes políticos, despidos laborales, sometimientos diversos. Este régimen debe terminar. Debe propiciarse que las distintas fuerzas sociales y las iniciativas fluyan con libertad y naturalidad. Sólo así es posible atacar los graves problemas derivados de la desigualdad y la injusticia social.

Debo agregar. No soy panista y a lo largo de mi vida he combatido las posiciones derechistas de este partido y del PRI. Lo seguiré haciendo. Tampoco soy un apoyador incondicional de Javier Corral y si gana la gubernatura, como espero que lo haga, igual sostendré mi espíritu crítico, sin concesión alguna.

Fuente: El Diario

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