Por José Gil Olmos
La primera vez que se utilizó el voto del miedo en México fue en 1994. Entonces, el PRI desplegó toda una campaña entre la población al asegurar que, si no votaban por Ernesto Zedillo, el país podría entrar en una etapa de inestabilidad e ingobernabilidad por el conflicto zapatista.
Eso y el uso del aparato del Estado hicieron que el candidato priista le ganara a Cuauhtémoc Cárdenas y a Diego Fernández de Cevallos.
La segunda ocasión en que fue utilizada esta estrategia electoral fue en 2006, cuando el PAN y el presidente Vicente Fox desplegaron una campaña sucia contra Andrés Manuel López Obrador, calificándolo como “un peligro para México”, tras sus declaraciones de mandar “al diablo” las instituciones que estaban coludidas con el gobierno panista.
Esa misma mecánica electoral la volvieron a repetir en 2012, pero ahora fue el PRI y su candidato, Enrique Peña Nieto, contra López Obrador al compararlo con Hugo Chávez.
Este tipo de estrategia o de campaña sucia tiene la intención de impactar en la percepción del electorado creando una figura amenazante para la estabilidad del principal núcleo social: la familia.
De ahí que en el 2012 la idea de que López Obrador era un riesgo para el país fue ampliamente difundida a partir del segundo mes de la campaña, cuando tenía una amplia ventaja sobre Felipe Calderón.
En dicha estrategia participaron directamente el presidente Vicente Fox, quien declaró como una cuestión personal impedir el triunfo del tabasqueño. También lo haría la jerarquía católica, que ordenó que desde el púlpito los sacerdotes hablaran en su homilía de los peligros que representaba un triunfo del exjefe de gobierno capitalino.
Testimonios posteriores a la elección señalaron que sacerdotes de la región del Bajío manifestaron en las iglesias que López Obrador era “comunista” y que si ganaba “les quitarían un hijo y un pedazo de sus propiedades”.
La propalación de estas ideas y la participación directa del aparato del gobierno de Fox hizo que ganara Calderón “haiga sido como haiga sido”, como el propio candidato panista lo declaró tiempo después.
Hoy, el PRI y el equipo de campaña de José Antonio Meade están usando nuevamente la estrategia del voto del miedo a través de los discursos en los mítines y en las redes sociales, con una serie de videos en los cuales aparecen mujeres, hombres y ancianos advirtiendo que tienen “miedo” de que gane López Obrador.
Ahora ya no usan el eslogan de que éste es “un peligro para México”, sino una serie de ideas de que sus propuestas de cambiar las reformas educativa y energética y revisar los contratos de la construcción del nuevo aeropuerto y de la extracción del petróleo son de un personaje que pertenece al pasado, que es populista, autoritario e intransigente.
Ese es el mensaje que se quiere transmitir para impactar en el estado de ánimo del electorado. El PRI y su candidato presidencial, José Antonio Meade confían que le llegarán a la gente mediante estos videos difundidos en internet.
Sin embargo, a diferencia de las elecciones anteriores, esta estrategia se topará con un rival más fuerte y que día con día crece de manera imparable: el enojo social por los escándalos de corrupción en el gobierno y en el PRI por las historias de gobernadores vinculados con el crimen organizado, el desvío de recursos de los programas sociales de funcionarios para el enriquecimiento personal o para hacer ganar a los candidatos oficiales en todas las entidades, entre otras acciones reprobables.
Por cierto… José Antonio Meade no ha logrado convencer que en medio del pantano priista él es una flor que no se mancha, pues ni con su declaración de “7 de 7” ha podido deslindarse de la corrupción que hay en las filas priistas y entre muchos de los integrantes de su equipo.
En los mítines realizados, casi todos en lugares cerrados para tener un mayor control, quien causa la mayor simpatía es su esposa, Juana Cuevas. De ahí que una idea que comenzó a circular es que si Pepe no levanta Juana sería mejor candidata.
Fuente: Apro