Por Luis Javier Valero Flores
La visita a la ciudad de Chihuahua de dos de los más influyentes secretarios del gabinete presidencial, Jorge Carlos Ramírez Marín y Miguel Osorio Chong, titulares de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y de Gobernación, respectivamente, así como la agenda desarrollada por ellos, confirmó que obedeció a asuntos más allá de los estrictamente de su competencia, o que si lo son, no pareciera que revistieran tanta importancia como para efectuar un viaje de más de tres horas (en ida y vuelta), así sea que regresaran de revisar las condiciones en las que quedó Baja California Sur después del Huracán Odile.
¿Venir a la capital del estado a inaugurar la rehabilitación de un tradicional y viejo balneario –el Robinson– para convertirlo en uno dedicado a los policías municipales y familia, para luego comer relajadamente en uno de los restaurantes predilectos de la élite y, finalmente, continuar la conversación con el gobernador Duarte en la Casa de Gobierno, y sólo para eso?
No cuesta mucho trabajo desatar las especulaciones, más en el entorno en el que el actual grupo gobernante del Estado Grande deberá arrostrar la sucesión gubernamental. La confrontación interna pareciera ser el signo distintivo.
No han pasado muchas semanas desde que el gobernador Duarte señalara a la administración estatal anterior como la responsable del endeudamiento de la entidad, para el cual el presidente Peña Nieto le “entregó a Chihuahua” 3 mil millones de pesos, a fin de que el gobierno del ballezano arrostrara bien la parte inicial de su administración.
Luego siguieron los episodios de la conferencia de prensa del secretario de Hacienda, Jaime Herrera, y la difusión de la carta del ex gobernador Reyes Baeza a César Duarte, con copia a los secretarios de Gobernación, de Hacienda y… de la Sedatu. ¡Nomás!
Aún están frescas las palabras del auditor superior del Estado, Jesús Esparza –el Aeroshow fue una “pamplonada con ruedas”, había dicho, y expresado que las aspiraciones políticas no daban impunidad, en una clarísima referencia al ex alcalde Marco Adán Quezada– y las del diputado local, ex secretario del ayuntamiento, Eloy García Tarín, deplorando tales expresiones y pidiendo (ayer presentó por escrito tal petición) que el dictamen de la Auditoría sobre el accidente fuera devuelto a las Comisiones del Congreso del Estado.
En todos los corrillos políticos tales eventos eran el tema principal, y la certeza del enfrentamiento entre dos de los principales grupos internos del PRI era coincidente. Ni más ni menos que entre el grupo que ha aportado dos gobernadores en los últimos 28 años y quien ahora tiene esa responsabilidad, a menos de medio año de lanzar las candidaturas a las diputaciones federales y, con ello, desatar la carrera rumbo a la candidatura al gobierno del estado.
Justamente en medio de tal confrontación creció el rumor que el gobernador Duarte sería llamado a colaborar en el gabinete presidencial.
¿De veras? ¿Cómo se puede ir a ese nivel de gobierno alguien que está confrontado con uno de los integrantes del gabinete de Peña Nieto? ¿Para qué querría el presidente llevar el conflicto a su entorno más cercano?
En tales momentos suelen olvidarse los antecedentes. El gobernador Duarte llegó a la presidencia de la Cámara de Diputados gracias a la convergencia de muchos eventos; pero uno de ellos fue determinante, su cercanía con el entonces líder priista de la Cámara de Diputados –hoy lo es del Senado– Emilio Gamboa Patrón. De ahí que pareciera lógica la celebración de la reunión de los senadores electos del PRI (en 2012) en una entidad gobernada por uno de los cercanos a Gamboa.
¿Por qué no se realizó en Toluca, o en Atlacomulco? Porque pertenecen a grupos distintos. El de Gamboa no tiene posiciones en el gabinete presidencial. Tampoco el de Manlio Beltrones, sólo los cercanos al mítico grupo mexiquense.
Ramírez Marín se desempeñó como presidente de la Cámara de Diputados entre 2010-2011 y ocupó el cargo de vicecoordinador general de la campaña de Peña Nieto, en la transición ocupó la Vicecoordinación de Seguridad y Justicia del equipo del presidente electo.
Por puritita casualidad es el jefe del sector en el que está el Fovissste, cuyo titular es Reyes Baeza. Puras coincidencias.
No es todo, Osorio Chong y el ex mandatario chihuahuense desarrollaron una amistad política muy fuerte cuando coincidieron como gobernadores. Corre el rumor que es quien impulsó decisivamente la llegada del deliciense a aquella dependencia.
¿Vendrían solamente a comer?
Parece lógica la temática del encuentro, apaciguar las aguas priistas pues no parecen tener las preferencias políticas a su favor –por lo menos, esa es la percepción generalizada– y si se les ocurre tensar aún más las relaciones al interior, gordo favor le harán al PAN.
Más si tomamos en cuenta que el mismo día de las visitas, una parte del priismo le prodigó una cálida ovación al ex alcalde Quezada en el acto del informe de los diputados Pedro Domínguez y Minerva Castillo, en su primera aparición pública. De inmediato sobrevinieron las acusaciones que Marco Adán había llevado “acarreados”.
¡Válgame, así se refieren a sus propios compañeros! ¿Qué irán a decir cuando ocurra lo mismo en los próximos eventos de su partido?
Hay otra vertiente acerca de la visita de los secretarios. Ojalá podamos abordarla el fin de semana.