Por Álvaro Delgado
En la perversión del tapadismo, ese repugnante hábito priista que fascina a los adictos al régimen, hasta Luis Videgaray puede ser el verdadero candidato presidencial, aun cuando haga creer que lo será su cómplice José Antonio Meade.
Pero si él no es el ungido de Enrique Peña Nieto, en el PRI se da por hecho que Videgaray tiene garantizada una posición de poder para prolongar su influencia más allá del actual sexenio: ser senador y, desde luego, coordinador del grupo parlamentario.
Con un crecimiento mediocre de menos de 2% anual, el aumento escandaloso de la deuda pública en más de 50%, una inflación histórica al alza, acreditados hechos de corrupción de él mismo, por no mencionar a los que solapó, y con su subordinación a Donald Trump, Videgaray no debió haber saltado de la Secretaría de Hacienda a la Cancillería, sino que tendría que haber sido despedido definitivamente.
Pero no: El poder de Videgaray viene desde que se convirtió, como secretario de Finanzas del Estado de México, en administrador del poder y articulador de alianzas políticas, empresariales, financieras, mediáticas y mafiosas para que Peña llegara a la Presidencia de la República, con él como coordinador de la campaña.
Videgaray fue el artífice del pacto con Felipe Calderón, su primo político, para, primero en 2006, apoyar a éste para que llegara a la Presidencia de la República y luego, en 2012, renovar ese acuerdo en favor de Peña, a quien aquél siempre ha mostrado subordinación.
Meade une otra vez a los tres, con Margarita Zavala como una variable en el esquema de complicidades.
Además de garantizar su escaño en el Senado, Videgaray también será, en los hechos, el coordinador de la campaña presidencial para encabezar, junto con las estructuras del gobierno, la magna operación político-financiera para imponer a Meade –o a quien sea– en la Presidencia de la República y ganar las dos cámaras del Congreso.
¿Tendrá éxito? En este país que saliva por el tapadismo y el dedazo, donde la arquitectura para la impunidad es propicia para la defraudación, donde el país se desangra con tanta violencia y donde las ofertas de oposición –incluido Morena– no terminan de cuajar, hasta el PRI puede volver a ganar de la mano de Videgaray, el hombre del poder transexenal…
Fuente: Proceso