Un mundial de marcas y etiquetas

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Por Pineda Jaimes

El mundial de los logos

Con el gusto de siempre, arrancamos la aventura mundialista con esta columna periodista que durará justamente el tiempo que dure la Copa del Mundo. Así que, iniciamos: ¡Salud!

La mayor gesta futbolística del mundo está a la vuelta de la esquina y la guerra no sólo se dará en las canchas de los 12 estadios mundialistas… ésta se trasladará hasta las grandes avenidas de las principales capitales del mundo, donde tienen su sede los gigantes que visten y calzan a los mejores futbolistas.

Si usted pensaba que un Mundial de futbol (así sin acento, por favor) sólo son goles y goles, lamento desilusionarlo, ya que un evento de la naturaleza de lo que va a suceder en Brasil, es más que eso. A su alrededor se moverán millones de dólares y euros en una guerra sin dar ni pedir cuartel entre las principales marcas comerciales, principalmente de ropa deportiva, sin que excluya esto a los otros gigantes de este mundo globalizado donde todo gira en torno a una marca.

La FIFA (máximo órgano regulador del futbol) trata desesperadamente de regular este punto y por supuesto, sacar raja; pero a medida que avanza el mundo, la tecnología, de la mano de los medios de comunicación y cada vez más de las influyentes redes sociales, le ganan la partida al gigante del futbol. Por eso es que la FIFA cada vez debe imponer más y mejores controles sobre lo que los futbolistas, muchos de ellos devenidos en meras mercancías o futbolistas-objeto que prestan su imagen a una marca, pero que a su vez, como buenos políticos mexicanos, buscan siempre la forma de evadir las reglas del juego e imponer las propias.

En la actualidad, gran parte de los ingresos de los futbolistas –obviamente los de élite, las grandes estrellas, pues-, los obtienen vía contratos que firman con diferentes marcas comerciales, que evidentemente no entregan esas enormes sumas de dinero así como así a los jugadores, quienes están obligados no sólo a jugar futbol –esto, al paso que va, se convertirá en algo secundario- sino a darse el tiempo para ubicar las cámaras y como no queriendo la cosa, promocionar su marca.

Por eso, durante el Mundial, no todo lo que vea en las pantalla, lo crea; ya sea un simple mortal que tendrá que ver los juegos en televisión, o en la cancha, si es de los privilegiados que tuvieron más de 100 mil pesillos para poder comprar algún paquetillo de esos de oferta. Lo más seguro es que detrás de cada acción, de cada gesto, de cada atrapada, habrá algún contrato comercial que obligue a los jugadores a actuar de esa manera.

Ejemplos hay y suficientes, en esto de la guerra de las marcas, que inicia mucho antes de que se dé el silbatazo inicial para que ruede el balón.  Si usted de repente ve que el astro brasileño Neymar, después de cada jugada que realiza se sube su camiseta para “limpiarse” el sudor de la frente, producto del “gran” esfuerzo que realiza en la cancha, lo más seguro es que usted se equivoque. Neymar, está obligado a hacerlo, porque así se lo exige su contrato de publicidad con la marca de su ropa interior, que se pone en cada partido. Así, muy como no queriendo, don Neymar, quien sabe que todas las cámaras lo enfocan cada vez que realiza una jugada, nos deja “ver” la marca de sus calzones: Lupo, en una técnica que los mercadólogos conocen muy bien: “el marketing de emboscada”, para el que Neymar, está que se pinta solo. Si a usted le interesa, debe entonces saber que este futbolista brasileño, además, tiene contratos comerciales con Nike, Tenys Pe, Redbull, Baruel, Ambev, Claro, Unilever, Panasonic y Santander, que le dejan poco más de 27 millones de dólares anuales en sus bolsillos, aparte de su sueldo como futbolista. Si usted ve a Neymar con sus audífonos Panasonic, ya sabe por qué los porta.

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Pero Neymar no es quien más dinero ingresa por este concepto. El primer lugar se lo lleva el astro argentino Leo Messi, quien factura cerca de 39 millones de dólares tan sólo por la publicidad que le hace a marcas como WeChat, Pepsi, Scalp-D, Turkish Airlines y por supuesto Adidas, la marca que lo viste, quien por cierto no es a quien más le paga por este concepto del que a Messi “sólo” le tocan 2.4 millones de dólares anuales, pese a que es el mejor futbolista del mundo. Adidas a quien más le paga, ¡oh, sorpréndase!, es a un futbolista ya retirado pero que fue el padre de la “publicidad emboscada”: David Beckham, quien recibe 8.5 millones de dólares. Muchísimo más de lo que gana Messi. ¿La razón? Nada tiene que ver con el futbol, simplemente Beckham no sería un buen futbolista cuando jugó, pero fue un genio mediático, como nadie más en el mundo lo ha hecho: él hacía de cada jugada un evento de mercadotecnia. Claro que Messi no se dejó, y su venganza, en su momento, enfureció a Adidas. El argentino, en un viaje que realizó con el Barcelona, salió del aeropuerto con una maleta al hombro, donde era perfectamente visible el logo de la marca rival de la alemana: Nike, que dicho sea de paso, le paga cerca de 30 millones de euros por campaña al Barcelona. Así es la guerra.

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Cristiano Ronaldo, el astro portugués, gana 30.8 millones de dólares por la publicidad que le hace a gigantes como Nike, Coca Cola, Castrol, Konami, Banco del Espíritu Santo, Motorola, Jacob & Co., Herbalife y KFC. Ronaldo, recién fue punto central de una encendida polémica al festejar desproporcionadamente un gol insignificante para la historia del partido final de la Champions Ligue. Un penal que fue el 4-1 con el que el Real Madrid ganaba la codiciada copa, pero que el portugués festejó como si hubiera ganado al Copa del Mundo. Tras su desaforado festejo vendría la cruda realidad: Ronaldo estaba obligado a festejar de esa manera porque justamente había cámaras de cine que le seguían paso a paso a lo largo y ancho de la cancha para captar cada gesto y acción del astro para la que será su película, que por cierto llevará un nombre bien original. Ronaldo: The movie.

Por si le interesa, nuestro mejor futbolista, don Oribe Peralta, “sólo” se embolsará el próximo torneo 3.1 millones de dólares por anunciar a Pepsi, Puma, Head & Shoulders y 5-Hour Energy.

A propósito de México, el compromiso de los jugadores con las marcas llega a extremos, como el sucedido en el Mundial de México 1986, cuando el central del América, Alfredo Tena, fue marginado del equipo nacional, simplemente por que se negó a usar la marca de zapatos que en ese momento patrocinaba a la selección nacional, que era distinta a la que le patrocinaba a él como jugador.

Así que ya lo sabe, tras cada festejo, cada levantón de camiseta, abrazo, apapacho, gesto, golpe, escándalo o hasta sacada de moco, no se vaya con la finta en este Mundial. Atrás de todo esto, siempre habrá una marca que le guiñe el ojo.

¿Y los goles? Ya algo se les ocurrirá. Ya lo verá.

Hasta mañana, buen día y buena suerte.

 

 

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