Por Misael Máynez
El primer trimestre de 2016 ha arrojado muchos datos reveladores que bien merecen ser comentados, a final de cuentas las mediciones son justamente para evaluar y corregir el camino donde haya que hacerlo. Estamos en un viaje juntos como sociedad para hacer de nuestro México un mejor lugar para vivir y lo digo orgulloso, aún con todas las cosas que debemos mejorar, nuestro país es un buen lugar para vivir.
Pero tenemos muchas cosas por hacer para que sea óptimo en el quehacer diario para ofertar oportunidades a todos los que las anhelamos; nuestra obligación es generar espacios para niños, jóvenes y viejos, si aunque suene raro, los viejos también requieren espacios para una vejez digna, para disfrutar el paso por esta tierra, para que al final concluyan que valió la pena el esfuerzo de toda una vida, si no, triste será que ni el esfuerzo haya valido para nada.
La idea de esta sencilla opinión es preguntarle si Usted cree que está valiendo la pena lo que estamos haciendo y la forma como lo hacemos. Le invito que considere los siguientes datos. Al comparar los empleos por rango salarial de 2007 y el primer trimestre 2016 sobresale el incremento en 900 mil plazas laborales con salarios entre dos y tres salarios mínimos; sobresale aún más que se perdieron 2.14 millones de empleos que ganaban de 3 a 5 salarios y se perdieron 2.2 millones de empleos que ganaban más de cinco salarios mínimos. Conclusión: estamos generando puros empleos de miseria y perdemos empleos de mejores salarios.
Resultado de este comportamiento de contratación el Índice de Tendencia Laboral de Pobreza aumentó 1.1% es este mismo periodo trimestral. Esta variación implica que un millón 64 mil personas se sumaron a la pobreza salarial. La pobreza salarial es la relación entre el ingreso familiar y el costo de la canasta básica; en palabras llanas este índice nos dice que el 41.7% de la población no puede adquirir la canasta básica con el ingreso familiar. Pobreza y miseria; frustración y apatía; coraje y violencia.
Estos datos evidencian la urgencia de diseñar un plan que lleve a mejorar la competitividad de las y los trabajadores mexicanos para aspirar a mejores salarios. Es de mayor urgencia el fortalecimiento de políticas públicas que incentiven a los empresarios para ampliar sus actividades y contratar personal; urge diversificar las relaciones comerciales para atraer empresas de mayor valor agregado. Urge unirnos en un proyecto nacional que dimensione el daño interno de confianza y externo en el comercio por avivar la corrupción y fortalecer prácticas de gobierno que inhiben la cohesión social y económica.
Hasta cuando hemos de dar cabida y dejar libres de castigo tanto y tan escandalosos casos de corrupción que se reproducen entre los gobernadores, secretarios y cuanto funcionario puede; salen presas, contratos, empresas fantasmas, ranchos y tantos ejemplos que ridiculizan al sistema de justicia mexicano y pone en evidencia el complejo sistema de redes que atentan contra el desarrollo de todos para sobre poner el de unos cuantos que confían en la impunidad del sistema.
Quiero el primer millón de jóvenes que reciben apoyos para capacitarse, emprender, innovar y destacar en las actividades que les gustan; quiero el primer millón de madres solteras que reciben apoyos para la educación de sus hijos. El primer millón de primeras piedras para escuelas de tiempo completo o edificaciones para práctica de deporte y artes.
Quiero el primer millón de mexicanos que decidan comprometerse a cambiar el rumbo de este país. ¿A quién le compramos la idea que este sistema es el único que funciona? ¿cuándo casamos con un sistema que limita las oportunidades de todos por las de unos cuantos? Pero sobre todo ¿cuándo creímos que al hacernos cómplices en el silencio nos exime del futuro de nuestras próximas generaciones?