De acuerdo con las encuestas, son los candidatos presidenciales con la peor percepción pública.
Cuando el candidato presidencial republicano, Donald Trump, realizó el más reciente cambio en su equipo de campaña, pidió perdón por haber sido franco y a veces hiriente.
Pero no pidió el perdón de las personas a las que ofendió, enmedio del escepticismo de muchos analistas sobre las posibilidades de cambio de tono en una campaña presidencial que se considera ya entre las más desagradables, personalizadas y políticamente vacías en décadas o en la historia de Estados Unidos, informa Excélsior.
De acuerdo con lo visto las últimas semanas, la campaña de la demócrata Hillary Rodham Clinton buscó caracterizar al republicano Donald Trump como inadecuado y aún desconfiable para ocupar la presidencia estadunidense.
El candidato presidencial republicano afirmó por su parte que Rodham Clinton es corrupta y no tiene la condición física para desempeñar el cargo, en una obvia alusión a su edad.
Pero Trump, nacido en 1946, es un año mayor que Hillary, nacida en 1947.
‘Selecto club’
Los dos son, para más, miembros de un club único: los candidatos presidenciales con la peor percepción pública en décadas, por lo menos: en general, y con variaciones según la encuesta o el momento, Trump es mal visto hasta por 57 por ciento de los votantes, Clinton por 54 por ciento.
‘Tienen los menores niveles de popularidad que cualquier candidato presidencial en la era moderna’, anotó la revista Fortune.
Para julio de este año, Trump había logrado concentrar casi 40 por ciento de toda la cobertura electoral en la televisión estadunidense, y de acuerdo con David Sirota, en el San Francisco Chronicle, su intento ha llamado la atención porque es ‘un merolico qué dirá cualquier cosa, sin importar que tan hipócrita, carente de base o absurda’ sea.
Y esto, en el contexto de un país profundamente dividido, donde los marcos de referencia han cambiado brutalmente en los últimos años y la polarización política es tal que desde hace 20 años se habla de ‘guerras culturales’ que incluyen derecho al aborto, matrimonio gay, religión o el derecho a poseer armas, entre otros temas.
De acuerdo con un reporte del Centro Pew, casi la mitad de los partidarios de Clinton y un tercio de los seguidores de Trump no tienen amigos cercanos que respalden al otro.
El eje
Pero sin duda Trump está en el eje de todo eso. Su retórica, la respuesta que obtiene en sus mítines sobre todo a partir del resentimiento de grupos hacia un sistema que no ha respondido a sus demandas, ha contribuido a subrayar la división, pero también a exacerbar preocupaciones.
De hecho, no son pocos los analistas políticos que afirman que la aspirante presidencial demócrata está contenta con dejarle los reflectores a su rival y dejar que se queme sólo. Por lo pronto, en las tres últimas semanas las controversias creadas por Trump literalmente sofocaron y hasta desplazaron reportes en los que se discutían temas que como el uso de equipo sin salvaguardas de seguridad mientras estaba en el gobierno tienen, o podrían tener, un impacto negativo para la exsenadora y exsecretaria de Estado.
Algunos en su propio partido se han quejado de la falta de disciplina de Trump para apegarse a un mensaje, su costumbre de hablar sin pensar, responder agresivamente y crearse problemas. ‘Tiende a la autodestrucción’, comentó recientemente Newt Gingrich, uno de sus aliados y expresidente de la Cámara de Representantes.
Pero al mismo tiempo el estilo de Trump es el que le permitió llegar tan lejos como está ahora cuando hace un año era considerado más bien como una distracción.
Y Trump manifestó su intención de seguir con su fórmula. ‘Soy quien soy’, dijo la semana pasada, y prometió que no cambiaría.
Elección alocada
‘Es una elección alocada… es difícil recordar un momento como éste’, dijo el historiador Robert Dallek al diario The Washington Post.
Dallek fue gentil; las encuestas reflejan una realidad más ruda.
Una encuesta hecha en mayo para The Washington Post y la cadena de televisión ABC, ‘la mayoría de los votantes apoyan a su candidato principalmente porque se oponen al otro: entre los partidarios de Clinton, 48 por ciento dicen que principalmente respaldan a Clinton, mientras un número igual dice que sobre todo se oponen a Trump; 53 por ciento de aquellos que apoyan a Trump dicen que lo hacen para oponerse a Clinton’.
Según Fortune, ‘el tono de la elección general probablemente descenderá en un pantano que usará el temor y motivará a los votantes sin entusiasmo por uno u otro’.
En lo que va del mes de agosto, entre otras cosas, Trump comparó a su rival, con el diablo, llamó a amantes de las armas a hacer lo necesario para evitar que llegue al poder y nombre jueces favorables a la regulación y se quejó de que las elecciones del ocho de noviembre podrían estar amañadas en su contra.
Sinceridad
Por su parte, el presidente de Estados Unidos, el demócrata Barack Obama, lo señalaba como incapacitado para la responsabilidad de la Casa Blanca, mientras la propia Rodham Clinton aludía a la renuencia del republicano a divulgar su declaración de impuestos.
Paralelamente, la prensa hace cruces en torno a los problemas de sinceridad de Rodham Clinton y las vinculaciones de Trump con Rusia.
Y nada anuncia que las cosas vayan a mejorar. Los recientes cambios en la campaña de Trump son considerados más bien como el anuncio de una etapa más agresiva.
La decisión ‘envió una poderosa señal tanto a republicanos como a demócratas de que el empresario de bienes raíces intenta terminar la carrera presidencial en sus propios términos y que su argumento de cierre para los votantes desafiará los marcos partisanos usuales de las campañas de elecciones generales’, destacó The Washington Post.
Para el diario, es obvio que durante las próximas semanas el mensaje de Trump a los electores ‘irá dirigida a los dos partidos y un fiero comportamiento anti-establecimiento, acoplado con duras críticas a su rival demócrata’.
Resurrección
Más aún, es de esperarse una ruidosa resurrección de los pasados escándalos asociados con el expresidente Bill Clinton y que Trump mantenga su polémica retórica, sobre todo en el tema migratorio, a partir de la idea de que ese estilo le permitió ganar en las primarias republicanas.
‘Lo que me gustaría que hiciera es permitir que todos tengan el beneficio de su liderazgo. Tiene muy buenas marcas como un líder fuerte y eso es lo que ansían tantos estadounidenses’, señaló Kellyanne Conway, una encuestadora republicana ligada por años con Trump y que fue recién designada gerente de su campaña, junto con Stephen Bannon, el nuevo encargado de encabezar el esfuerzo del republicano.
Bannon, sin embargo, tiene una reputación de provocador e iconoclasta, fiero adversario del aparato político tradicional republicano y partidario incondicional de Trump.
Y la idea simplemente es ‘que Trump sea Trump’. Los cambios, como se consigna en la novela Il Gattopardo, son para que todo siga igual.
Fuente: Sipse/ Agencias