Para la mayoría de los estadounidenses el tráfico de personas y la trata de blancas es una práctica que les hace pensar en tierras lejanas de subdesarrollo y necesidad. Pero, según estudios recientes, es un problema que se está filtrando por las grietas de los hogares destruidos dentro del país y también a través de la “porosa” frontera con México.
Con miras a frenar este problema, la fiscal general de California, Kamala D. Harris, y la fiscal general de México, Marisela Morales Ibáñez, firmaron un acuerdo la semana pasada para colaborar en las investigaciones y aumentar las condenas de los delincuentes ―típicamente miembros de pandillas transnacionales― que se dedican al tráfico de personas.
La mayoría de las mujeres ingresadas en los Estados Unidos con estos fines son indocumentadas, y reclutadas con falsas promesas de matrimonio o un trabajo legítimo. Los datos obtenidos por Polaris Project, una organización sin fines de lucro que cuenta con una línea telefónica de ayuda para las víctimas de la trata de personas, indican que especialmente si la mujer tiene una deuda inicial por los “servicios” de cruce de frontera o alguna otra deuda, a menudo quedan esclavizadas y las ganancias obtenidas del comercio sexual se aplican al pago de la deuda.
Si bien es difícil establecer un número concreto de víctimas, o incluso definirlas: las niñas víctimas de la trata de blancas no suelen identificarse como víctimas debido a los abusos psicológicos infligidos por los traficantes. El Centro Nacional de Menores Desaparecidos y Explotados (National Center for Missing and Exploited Children) estima que al menos 100,000 menores en todo el país corren riesgo de ser explotados sexualmente cada año. La edad promedio a la que ingresan en la industria del comercio sexual es entre los 12 y los 14 años.
Según Polaris desde diciembre de 2007 la línea de ayuda recibió 58,911 llamadas de víctimas del tráfico de personas. Algo alentador es que entre 2010 y 2100 las llamadas de las propias víctimas aumentaron un 61 por ciento, es decir que la línea llega a quienes más la necesitan.
La línea de emergencia recibió llamadas de los 50 estados, pero los estados desde los cuales se denunciaron más casos de posible tráfico humano fueron California, Texas, Florida y Nueva York.
El problema atrajo la atención del presidente Obama la semana pasada: en un evento de Clinton Global Initiative dijo que los aproximadamente 20 millones de víctimas de la trata de personas se convertiría en uno de los temas principales para su Oficina de Enlace con la Organizaciones Comunitarias y de Base (Office of Faith-based and Neighborhood Partnerships).
“Cuando una niñita es vendida por su familia porque está en la indigencia, o niñas de la edad de mis hijas se escapan de la casa y son atrapadas… es esclavitud”, dijo Obama. “Es una barbarie, es perverso y no tiene cabida en el mundo civilizado.”
Se calcula que el tráfico de seres humanos es una industria internacional que mueve $32,000 millones de dólares y es la empresa delictiva más redituable después del tráfico de drogas y el de armas. El Departamento de Estado de Estados Unidos calcula que cada año entre 14,000 y 17,500 personas son introducidas al país por contrabando. Según Polaris Project, en 2011 el 36 por ciento de las llamadas a su línea de ayuda fueron hechas por extranjeros.
Algunos de los signos a los que los maestros, asistentes sociales y consejeros están atentos ante una posible víctima son: ausencias escolares inexplicadas, repetidas huidas del hogar, que tengan novio o novia de más edad, y que repentinamente empiecen a comprar cosas caras.