El conflicto entre la conductora estrella de Televisa, Laura Bozzo, y Carmen Aristegui, de Noticias MVS escaló muy alto en medios de comunicación y en las redes sociales, a tal punto que el consorcio de Emilio Azcárraga le ordenó a la peruana que cerrara la boca. Demasiado tarde… Con el escándalo afloró no sólo el historial presuntamente delictivo de la peruana en su país, sino un caudal de componendas entre ella, Televisa y los gobernadores Eruviel Ávila, del Estado de México, y Ángel Aguirre, de Guerrero, quienes gastan millonadas de dinero público en su adicción a la publicidad televisiva.
Por Jenaro Villamil/ Proceso
El uso irregular de fondos del erario para su talk show,el apoyo prestado en pantalla para lanzar “guerras sucias” contra adversarios políticos y mediáticos, y las reiteradas acusaciones e investigaciones por presentar falsos testimonios de víctimas de desastres naturales o de supuestos abusos sexuales, constituyen una constante en la carrera de la conductora Laura Bozzo.
La polémica generada por la utilización de recursos públicos del Estado de México para lucirse como “rescatista” en las zonas afectadas por las tormentas en Guerrero, así como su disputa con la periodista Carmen Aristegui, a quien Bozzo tachó de “mentirosa” y amenazó con iniciarle una guerra sucia en la pantalla, es una fórmula aprendió durante la presidencia de Alberto Fujimori en Perú, cuando se convirtió en aliada y comunicadora privilegiada de ese régimen.
En el expediente 031-2002 de la Corte Superior de Justicia de Lima se incluyen varias acusaciones contra ella, incluso que recibió dinero de Vladimiro Montesinos, jefe de la inteligencia peruana, cuando fue conductora del Canal 4 y apoyó a la campaña de reelección de Fujimori en 1999 mediante programas favorables al mandatario.
“Otro rubro de la imputación versa sobre la disposición de fondos públicos realizada por Montesinos Torres a favor de Bozzo Rotondo relacionados con los programas especiales conducidos por dicha acusada, entre ellos el tema relacionado con los lisiados por terrorismo”, se consigna en la página 80 el expediente.
Una testigo de estas imputaciones, María Angélica Arce Guerrero, relató cómo Bozzo armó un programa especial sobre lisiados de las fuerzas armadas para favorecer mediáticamente los intereses de Montesinos, el temido jefe de los servicios de inteligencia de Perú:
“Se realizó un programa de los lisiados de las fuerzas armadas. Montesinos conversó con el general Villanueva Ruesta y Fernando Dianderas para que enviaran a los lisiados que tenían en esos momentos producto de la subversión. Llegaron en ambulancias y por tratarse de lisiados no pudieron subir al segundo piso, sino que se quedaron en el primer piso. Montesinos se encontraba en el segundo piso de la Sala de Edecanes con la señora Laura Bozzo a la que se le comunicó que ya habían llegado los lisiados. Montesinos le indicó a la señora Bozzo que bajara y hablara con los lisiados.
“La señora Bozzo bajó a hablar con cada uno, entre ellos soldados, oficiales y técnicos de la policía. Después subió, habló con Montesinos y me pidió que le entregara unos quince sobres de manila tamaño pequeño. Se los di y él siguió caminando por el pasadizo hasta llegar a la Sala de Edecanes. Después, la señora Laura Bozzo bajó y vi que les entregaba los sobres a cada uno de los lisiados y éstos salieron al día siguiente en su programa de televisión.”
En contraste con este testimonio, los abogados de la conductora presentaron a los lisiados Juan Polanco Barrientos y Alberto Barrantes Vásquez, quienes negaron haber recibido dinero. El tribunal colegiado de la tercera sala penal consideró por mayoría que “no se ha acreditado que en este programa los lisiados hayan recibido dinero del Estado” porque “no hay un dato objetivo que lo corrobore”.
Lo mismo sucedió con el programa especial Colombia al borde del abismo. Otros testigos afirmaron que Montesinos y el general colombiano Harold Bedoya visitaron a Bozzo para proporcionarle “planos o mapas de Colombia que se mostraron en dicho programa”.
Bozzo admitió que asistió a las oficinas de Montesinos “a efecto de entrevistarse con el general de Colombia, sin aceptar habérsele proporcionado documentos elaborados en dicha entidad para su programa”. El colegiado tuvo que admitir que este hecho sí fue acreditado.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1927, ya en circulación)