Suben casi 400% suicidios en México

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El suicidio es un problema de salud creciente. En tres décadas su frecuencia aumentó casi cuatro veces, al pasar de una tasa de dos por cada 100 mil habitantes a 7.6. Sólo en 2011, 5 mil 718 personas se quitaron la vida. La mayoría a consecuencia de un trastorno mental no atendido, advirtió Eduardo Madrigal de León, presidente de la Asociación Siquiátrica Mexicana.

El experto resaltó que 80 por ciento de individuos que se suicidan tienen el antecedente de haber consultado con algún médico; pidieron ayuda, pero no la recibieron o no fue la adecuada.

Un foco de atención de los expertos está en los jóvenes de 15 a 24 años de edad, que representan 42 por ciento de las personas que optan por quitarse la vida, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Son frecuentes también los casos de personas en este nivel de edad que, de alguna manera, avisaron de sus intenciones y no se les hizo caso, comentó el siquiatra.

Esa es una parte de la problemática; la otra es el estigma social que persiste en torno a las enfermedades mentales, el cual obstaculiza el acceso de los pacientes a los servicios médicos. Sin embargo, las personas deben entender que un trastorno depresivo, ansiedad o esquizofrenia, entre otros, son como cualquier enfermedad que debe ser atendida por especialistas, apuntó.

En entrevista, Madrigal, también subdirector del Instituto Jalisciense de Salud Mental, destacó la necesidad de que el sistema nacional de salud se aboque a fortalecer la atención clínica en esa área, pues sólo de depresión una de cada cinco personas en el país presentará algún grado de la enfermedad en algún momento de su vida; es decir, 20 millones de mexicanos.

El reto que enfrenta el país es que muy pocos afectados reciben la atención clínica que necesitan a causa del estigma mencionado y también por el tiempo que los pacientes tardan en reconocer que tienen un problema de salud. En muchas ocasiones recurren a métodos alternativos o a actos de voluntad (“echarle ganas”), que al final no funcionan.

Subrayó que se desconoce que los trastornos mentales son resultado de alteraciones en la estructura bioquímica del cerebro, la baja en la producción de sustancias esenciales, como serotonina y noradrenalina, cuya recuperación requiere atención médica especializada.

En el caso de la depresión, Madrigal puntualizó que si bien no toda la tristeza es reflejo de la enfermedad, cuando hay, de acuerdo con criterios clínicos específicos –como que su duración sea mayor a seis meses y provoque alteraciones severas en la vida cotidiana–, está comprobado que la persona afectada sólo puede recuperarse con un tratamiento profesional.

Los casos no atendidos o con terapias erróneas pueden evolucionar hasta el suicidio. Madrigal explicó que en las sociedades es frecuente la alarma por las personas que se quitan la vida en contextos de crisis económicas o violencia; sin embargo, no representan la cifra mayor y, si bien deben ser atendidos, la prioridad del gobierno tendría que estar en la atención de las enfermedades mentales como la mejor medida para prevenir los suicidios.

En relación con las personas jóvenes, el especialista aseveró que en algunas ocasiones el suicidio puede ser resultado de la conducta impulsiva propia de los adolescentes por coraje o decepción, pero también están los casos relacionados con el consumo de drogas y aquellos que ven frustradas sus expectativas de vida. No estar en la escuela o no encontrar trabajo pueden ser motivo de frustración, depresión y, eventualmente, suicidio, añadió.

De ahí la importancia de contar con una estrategia nacional y permanente de prevención, detección y control de la enfermedad mental, en la que participen médicos especialistas, generales y padres de familia, porque si algún niño o joven (hombre o mujer) amenaza con suicidarse, se le tiene que hacer caso.

Muy probablemente la mayoría no concrete esas intenciones, pero lo mejor es prevenir. También es fundamental acompañar a los adolescentes cuando enfrenten procesos de pérdida y duelo, señaló el experto.

Fuente: La Jornada

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