El Papa Francisco abrió este domingo en la Basílica de San Pedro un histórico sínodo de obispos de todo el mundo para analizar los retos de la familia moderna y abordar temas tabús para la Iglesia católica.
Durante quince días unos 300 prelados, entre cardenales y arzobispos de todos los continentes, debatirán a puerta cerrada sobre el matrimonio homosexual, la unión libre, el divorcio y la comunión para los divorciados que se vuelven a casar, entre otros asuntos.
“La asambleas no sirven para discutir ideas brillantes y originales, o para ver quién es más inteligente”, advirtió el Papa, “en este caso el Señor nos pide que cuidemos de la familia”.
En el sínodo sobre la familia, además de prelados, participarán laicos y matrimonios, entre ellos una pareja mixta, formada por un católico y un musulmán.
“Hay una puerta que hasta ahora ha estado cerrada y el Papa quiere que se abra. El Papa quiere que el pueblo de Dios se exprese y diga lo que piensa”, adelantó a la prensa el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo.
El Pontífice argentino instó a los congregados a no frustrar el sueño de Dios y a trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad.
También señaló a los “malos pastores” que cargan sobre el pueblo fardos insoportables, que ellos ni siquiera tocan con los dedos.
El sínodo arrancó en un clima de tensión, alimentado por las críticas de los sectores ultraconservadores, que han acusado al Papa de haber sido elegido de forma ilícita, en un cónclave irregular, según un libro lanzado el sábado por el periodista italiano Antonio Socci.
Fuente: AFP
