Por Francisco Javier Pizarro Chávez
“El poder público y el poder privado no pueden solos ante las dimensiones y complejidad de la actual emergencia y, por ello, necesitan colaborar entre sí y convocar y sumar conjuntamente la voluntad ciudadana para disminuir los efectos negativos de la contingencia”. Mario Patrón ¿Polarización o Colaboración?
En cuanto el presidente de la República dio a conocer el pasado domingo 5 de abril en cadena nacional su plan de reactivación económica, la Coparmex y la CCE, ipso facto pusieron el grito en el cielo.
Sus líderes difundieron a diestra y siniestra la tarde de ese día en canales de televisión, la radio, medios de comunicación, redes sociales y mensajes en Twitter que el presidente de la República “les cerró las puertas”.
Proclamaron a los cuatro vientos que la decisión del presidente de no pedir deuda pública y apoyo fiscales al sector empresarial va a abonar una caída del 7% al 10 % del Producto Interno Bruto (PIB), una creciente devaluación del peso y fuga de capitales; cuantiosas pérdidas de empleo (más de un millón) todo lo cual, dijeron, sumirá a México en una recesión sin parangón alguno.
En la videoconferencia realizada días después por el presidente del Consejo Coordinador Empresarial con 4 mil empresarios y representantes de organizaciones sociales, se abordó el tema del clásico ¿Qué hacer? para resolver la liquidez de sus negocios y evitar la pérdida de empleos.
Reiteraron en lo general, las mismas propuestas que el presidente no tomó en su Plan de Reactivación Económica, como las de: darles apoyo fiscal difiriendo el pago de impuestos durante la contingencia; pedir al gobierno aumente la deuda del país en 4 puntos del PIB (un billón de pesos) para impulsar la inversión y el empleo; que los programas de infraestructura cuenten no solo con fondos públicos, sino también privados en las 32 entidades del país y por supuesto, que se le abra la puerta a la IP en proyectos de inversión del sector energético. (Fuente: El financiero).
Pero se fueron todavía mucho más allá de sus propuestas de política económica. Un participante de la videoconferencia le preguntó al presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar Lomelín, si iban también a exigir que AMLO deje la presidencia.
Carlos Salazar Lomelín, presidente del CCE en vez de desdeñar tan absurda propuesta, le hizo eco. “Si alguien cree que esa es la forma. Por favor organícense. Quisiera que también la parte política del país saliera a hacer su trabajo, nuestro trabajo es apoyar Mipymes (Micro, pequeñas y medianas empresas), salvar los empleos ¿Creen ustedes que van a lograr algo por salir y decir que se vaya? Si es lo que queremos, unámonos, nomas que tenemos que tener a 30 millones de mexicanos detrás de nosotros”.
“Por más comunicados que se puedan lanzar para que se vaya, el señor tiene el apoyo que le dio esta estructura democrática, y dentro de un año y pico tendremos la posibilidad, porque así lo estableció el Congreso, de hacer una revisión democrática o un rechazo de mandato, ahí es el mandato”. (Fuente: Juan Ramos en OEM-Informex http://bit.ly/2JTAmu1)
Vaya que no se midieron. Esa alocución nada tiene que ver con la confrontación que se ha creado entre el poder público y el privado en torno a la crisis económica en ciernes. Es un desplante provocador que en nada beneficia a la iniciativa privada; al contrario, le va afectar, pues lejos que les ayude a abrir las “puertas que les han cerrado”, ellos mismos, les están poniendo un doble candado.
Es evidente que la CCE y la Coparmex están totalmente fuera del contexto político y socioeconómico de la 4ta transformación la cual el presidente de la República está convencido contribuirá a establecer las bases de un estado de Bienestar Social durante su gestión.
Y eso es el eje fundamental de la polarización entre el poder público y el privado, auspiciada por ex presidentes, partidos políticos derrotados, medios de comunicación e intelectuales orgánicos, todos los cuales, añoran y defienden a capa y espada, sin pudor alguno, el modelo neoliberal en crisis en todo el mundo.
En lo que se refiere a la crisis económica de México su propuesta fundamental no es otra que el Estado aplique de inmediato una política contracíclica, para solventar y proteger, no al país, sino a ellos y sus intereses.
La receta del Banco Mundial a la que apelan es muy sencilla pero sumamente perniciosa. En las épocas de crisis económicas se les encomienda a los gobiernos de los países, usen el dinero ahorrado para el gasto público y que bajen los impuestos y las tasas de interés a la iniciativa privada.
La hipotesis de que esa política contracíclica mantendría la liquidez y evitaría por tanto el desempleo es pura faramalla.
Si fuera cierto deberían poner freno a los despachos de outsourcing de sus empresas que están despidiendo más de 600 trabajadores y empleados por día.
Es falso también que carecen de liquidez para sostener sus consorcios. El Banco de México dio a conocer que cuentan con 78 mil millones de dólares que tienen depositados en el sistema financiero estadounidense.
Y, por si fuera poco, el presidente dio a conocer que “hay 15 grandes contribuyentes que, incluyendo multas y recargos, deben, según las cuentas del SAT, 50 mil millones de pesos en impuestos”. Y socarrón como suele ser en sus “mañaneras”, agregó:
“Ahora que Carlos Salazar me va a ayudar a cobrar, vamos a tener más. Imagínense, les dijo a los periodistas, que cobremos eso, pues tendríamos para más. Entiendo que él está en su papel, lo dije, de defender a su gremio, pero ojalá y también entienda que estoy aquí para representar los intereses del pueblo de México, de todos, pero procurar darle preferencia a la gente humilde. O ¿qué? ¿No se supo que dije que, por el bien de todos, primeros los pobres?”.
¡Sopas! ¿Pues no que era tan bravo que hasta ya estaba planeando organizarse, unirse y renovar, con el apoyo de la parte política (partidos, legisladores, gobernadores, opositores a la 4ta transformación) para rechazar “dentro un año y pico su mandato”? Bien dice el dicho, “cae más pronto un hablador que un cojo”
Veremos y diremos en que termina esta “sana distancia” entre el poder privado y el público. Cuídense del contagio del coronavirus y de polarización social, ambos son letales.