Mientras la mayoría de los migrantes que se encuentran en Tapachula, en su mayoría haitianos, dormían en el centro de esta ciudad fronteriza en la víspera de una nueva caravana programada para este sábado, elementos de la Guardia Nacional y del Instituto Nacional de Migración realizaron un operativo en el que detuvieron a algunos y mantuvieron rondines con unidades de estas corporaciones y de la policía municipal.
Aún así, no disuadieron a más de mil haitianos, hondureños, salvadoreños, nicaragüenses y guatemaltecos que comenzaron a movilizarse poco después de las 7 de la mañana. La mayoría son hombres jóvenes, pero también hay familias enteras, con niños pequeños o incluso en brazos.
Antes de partir al norte del país, con el objetivo de hacer escala en la Ciudad de México, hubo un par de intentos de iniciar el trayecto, pero al momento fueron interceptados por agentes de migración.
Fue entonces cuando un grupo de hondureños comenzaron la organización. Un hombre con paliacate como cubrebocas, que se identificó con el sobrenombre de cacique Lempira, llamó a agruparse y ante los gritos de “déjenos pasar”, partieron rumbo a la salida de la ciudad.
En este primer tramo no se ha registrado presencia de elementos policiacos ni retenes.
Entre el contingente se encuentra Claudia, que viaja con su esposo y su hija de siete años. Antes de iniciar la caminata, Claudia abraza a su hija ante un dolor en el estómago que comenzó a sentir en la madrugada. Sin atención médica disponible, decidió continuar. Cuenta que dejó Nicaragua porque su esposo es perseguido político.
Un joven hondureño que se encontraba a su lado afirma que ya no se puede estar en Tapachula. No les permiten trabajar, y no tienen comida ni dónde dormir.
Mientras dejaban la ciudad, otros cientos de haitianos que prefirieron no dejar Tapachula, salían a las calles para ver a sus connacionales partir. Algunos les deseaban suerte y lanzaban gritos de júbilo. Otros mostraban una expresión más cauta, como de desconfianza del éxito de la caravana.
Fuente: La Jornada