El mandato oficialmente es de cuatro años, prorrogables, y sin límites de reelección. Pero el asunto hoy va más allá de unos simples comicios generales para los cuales el conservador Partido Popular (PP) es el gran favorito.
Los sables de los políticos permanecen muy afilados y la polarización extrema tiene una lectura evidente: las estrategias de infundir miedo sobre las fuerzas izquierdistas funcionaron en Estados Unidos y otros países.
Entonces, la lógica española del PP se lanza en la misma dirección, es decir quitarse las vestiduras centristas de derecha y entrar en contubernio con los ultras, si ello les permite acceder al Palacio de la Moncloa.
Una apreciación en crecimiento según politólogos y analistas de espacios televisivos como La Hora de la 1, Al Rojo Vivo de La Sexta o Espejo Público de Antena 3, aunque este último con un perfil bastante identificado con el PP.
El primer problema que en última instancia sería la tabla de salvación de los socialistas del PSOE del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, son los llamados indecisos que son un porcentaje mínimo, pero pudieran permitir un efecto diferente.
Sánchez necesita del movimiento Sumar, que encabeza la vicepresidenta segunda y ministra del Trabajo, Yolanda Díaz, como bisagra para repetir una alianza en la Moncloa.
Sin embargo, los vaticinios repetidos en las encuestas, percibidos también en las calles, apunta al triunfo del PP, con el detalle que será difícil consiga la mayoría absoluta, a la sazón 176 escaños.
Requeriría pactar con la organización que ya es su socio en varias Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, el ultraderechista partido Vox, negacionista del cambio climático, la violencia de género, las atrocidades del franquismo y la agenda 2030 de la ONU, entre otras perlas.
IN EXTREMIS
Sólo un fenómeno de masas incalculable cambiaría la tendencia, por lo que muchos dan por sentado que España no sólo volverá a instalar a los conservadores del PP en la Moncloa, sino también al temerario avance de Vox.
No es un detalle, porque bajo el liderazgo de Santiago Abascal, que no esconde su deseo de volar en pedazo leyes como la del aborto, eutanasia, trans o derogar la reforma laboral, Vox ya logró desmontar en algunos lugares las secretarías de Igualdad.
También fueron suprimidos en algunas localidades bancos en parques que llevaban los colores arcoíris de la comunidad LGTBI y planea censurar obras teatrales y películas que hablen expresamente de la homosexualidad, como ya ocurrió en otros sitios.
Empero, queda el último cartucho de la movilización in extremis. Ya numerosos intelectuales bastante famosos rubricaron una declaración en la que alertan sobre la ultraderecha y se pronuncian por el voto al progresismo.
Además, las mayores organizaciones sindicales de España, CCOO y UGT cerraron filas a favor de un futuro gobierno progresista, a tono con los postulados del actual Ejecutivo. En paralelo, el presidente español, el socialista Pedro Sánchez, recibió numerosos apoyos internacionales, además en lo interno cada vez más simpatías, pero también críticas devastadoras de figuras y políticos simpatizantes de la derecha, lo mismo que analistas de medios de prensa.
Entre los respaldos a Sánchez, destacaron los de los mandatarios de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, de Argentina, Alberto Fernández, y del primer ministro de Portugal, Antonio Costa, el canciller federal de Alemania, Olaf Scholz, y otras personalidades como Michelle Bachelet (Chile), Gordon Brown (Reino Unido), Ernesto Samper (Colombia) y George Papandreu (Grecia).
Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT), suscribieron un manifiesto junto a otras 50 organizaciones internacionales de todo el mundo, en defensa de un gobierno progresista que apueste por la ‘integración’ europea y no por la austeridad’.
Fuente: Prensa Latina