Lo primero que vuelvo a pensar, un día como hoy, es que si yo fuera una de las personas más ricas del país y una de mis empresas hubiera generado un derrame como el del río Sonora, por elemental decencia, hubiera dado la cara, visitado el lugar, me hubiera disculpado con la gente y les hubiera preguntado, ¿en qué puedo ayudar?, ¿qué puedo hacer para resarcirles las afectaciones ocasionadas? Las hubiera tratado siempre con dignidad, con respeto, como mis iguales que son.
He pensado mucho en ello, casi cinco años. Demasiado tiempo ha transcurrido entre que sucedió el peor desastre de la historia minera nacional y el dictado de una sentencia trascendental para empezar a generar justicia. Ojalá valga la pena la enorme paciencia que han tenido las personas del río, buenas personas a las que he tenido el gusto de acompañar. Ojalá sea ejemplar el fallo que ayer emitió la Segunda Sala de la Corte, en el amparo en revisión 640/2019, para cambiar algo.
Lo digo porque lejos de disculparse con las personas afectadas, en lugar de dar la cara, la empresa responsable del derrame buscó siempre excusarse. Trató de aprovecharse de un mecanismo legal –establecido en el artículo 168 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente– para encontrar una salida alterna. Pactó con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente algo que le permitió ser la propia jueza del alcance de sus responsabilidades, para mal.
Encontró aliados poderosos en el gobierno, no solamente en la Profepa sino en la Semarnat de aquel entonces. Y ahora, cuando más que en el pasado tenemos que defender a nuestras instituciones de justicia de las ocurrencias del gobierno, precisamente ahora, la Segunda Sala brinda esperanzas de justicia para el caso del río Sonora. Por supuesto, habrá que esperar a conocer la versión definitiva de la sentencia, pero intuyo que en materia ambiental, será un precedente muy fértil.
Puedo imaginar el mensaje para las empresas que contaminan: (i) si quieren convenir con el gobierno soluciones alternativas, pueden hacerlo, pero no sin la participación de las personas y comunidades afectadas; (ii) si quieren llevar a cabo programas de remediación ambiental, pueden hacerlo, pero no a espaldas de la gente que habita en los lugares contaminados; y (iii) si quieren inventarse un fideicomiso privado con sus propios recursos, eso no les exenta de tratar con dignidad y respeto a las personas a las que van dirigidos sus recursos materiales.
Aunque la Segunda Sala desperdiciara la ocasión para hacer justiciable de forma directa el proceder de la empresa, de todos modos hay suficiente espacio para hacer justicia, y para entregar un mensaje claro a las autoridades involucradas: (i) si van a avalar las acciones de remediación ambiental de una empresa que contamina, deben respetar al menos los derechos de información y participación ambiental de las personas y comunidades afectadas; (ii) si van a permitirles a las empresas que crearon fideicomisos privados para hacer frente a sus obligaciones, que los cierren y recuperen su dinero, solo lo podrán hacer protegiendo a la gente.
De hecho, eso es lo que marca la ley –se sigue del artículo 168 aludido–. Si se ha de pactar entre empresas que contaminan y autoridades ambientales, se tiene que asegurar participación informada de las personas que viven en las comunidades afectadas. ¿Por qué?, porque las personas no son parte del paisaje y sobre ellas y sus derechos, ninguna empresa, ningún magnate, por mucho poder que ostente, y menos alguna autoridad del gobierno, pueden pasarles por encima, como si nada.
La Sala seguramente cuidará ser consistente con el amparo que otorgó por el tema de la construcción de una presa de jales por parte de la misma empresa responsable del derrame del 6 de agosto de 2014. Pero espero algo mejor. Deseo que este fallo tenga por efecto más que reuniones informativas y oportunidades para que la gente se exprese, órdenes para dictar nuevas determinaciones, en las que sí se cuide proteger los derechos de las personas y no solo los intereses de la empresa, y que su Fideicomiso Río Sonora se reabra para atender lo que es justo.
Fuente: Apro