Revelan que Calderón operó un “Pelotón de la muerte” en Ojinaga

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Encarcelado en la prisión militar #5 en Mazatlán desde hace 11 años, el mayor Alejandro Rodas Cobón, reveló que el expresidente Felipe Calderón ordenó la creación de un “Pelotón de la muerte” dentro del ejército y con base en Ojinaga, Chihuahua, para ejecutar civiles considerados presuntos criminales, en declaraciones que reprodujo este jueves la revista digital EMEEQUIS

De acuerdo a lo narrado por el militar al periodista Óscar Balderas, se dio a conocer que en el año 2008, “la Tercera Compañía de Infantería No Encuadrada (CINE) del Ejército mexicano tenía un nombre secreto, acorde a la misión que realizaba en las sombras durante el Operativo Conjunto Chihuahua: se le conocía como el “Pelotón de la Muerte” y su tarea era secuestrar, torturar, asesinar y desaparecer a presuntos criminales.

La sede se encontraba en Ojinaga, Chihuahua, a 400 kilómetros de Ciudad Juárez, que aquel año sería nombrada la ciudad más violenta del mundo. En la entrevista para Emeequis dijo que todos los días salían de las instalaciones, un grupo compacto de soldados cuya instrucción era exterminar civiles, así como robar botines al crimen organizado y guardar una parte de lo hurtado –las armas y las drogas– para “sembrarlo” a detenidos a quienes no habían podido ejecutar.

“A la mayoría de las personas se les incineraba después de largas torturas. Se usaba gasolina como materia prima del trabajo”, cuenta el mayor Alejandro Rodas Cobón desde la prisión militar #5 en Mazatlán, Sinaloa, donde se encuentra recluido desde hace casi 11 años acusado por el propio Ejército mexicano de pertenecer al “Pelotón de la Muerte”.

Esta confesión del mayor Alejandro Rodas hecha al reportero Óscar Balderas, se hizo a través del abogado del militar preso, con el objetivo de contar, de propia voz, quién estaba en lo alto del organigrama de ese grupo de exterminio que abatió, sin distingos, a criminales e inocentes.

“Las órdenes las daba el presidente Felipe Calderón”, acusa sin titubeos para EMEEQUIS.

“Él era el mando supremo del ‘Pelotón de la Muerte’”.

La guerra vs el narco

Con la llegada a la presidencia de Felipe Calderón, en el año 2006, lo sorprendió la estrategia de “guerra contra el narco”. Azorado, “vio por televisión como el nuevo presidente enviaba 4 mil soldados a Michoacán para asumir las tareas de la policía local, una misión para la cual los militares no estaban preparados”.

En enero de 2007 fue enviado a la Tercera Compañía de Infantería No Encuadrada en Chihuahua, donde el Cártel de Sinaloa peleaba el control de la entidad al Cártel de Juárez, cuenta. Esa sería su entrada a la famosa “guerra contra el narco de Felipe Calderón”.

Chihuahua se convirtió en un campo de batalla entre cinco grupos criminales, quienes querían su valor y trataban de superar a sus enemigos en sadismo: La Línea, Barrio Azteca, Gente Nueva, Los Mexicles y los Artistas Asesinos estaban en una competencia enloquecida por ser los más sanguinarios.

El militar, hoy preso; cuenta que durante todo ese año que integraron “La Tercera”, “golpearon al crimen organizado sin que se presentara una sola queja contra ellos ante organismos de derechos humanos”, asegura.

Pero eso cambió drásticamente el siguiente año, cuando el presidente Felipe Calderón ordenó el envío de 2 mil militares al norte del país para iniciar el Operativo Conjunto Chihuahua.

Narra: “el entonces secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, nombró al general Felipe de Jesús Espitia Hernández como coordinador de ese espectacular operativo ante los medios de comunicación. El general removió a viejos liderazgos en el Ejército para poner a sus subalternos, quienes tenían como instrucción dar resultados a toda costa. “La Tercera” no fue la excepción”.

“Se instauró una política generalizada desde arriba. El propio secretario Guillermo Galván Galván reunía a los mandos de regiones y zonas militares y giraba instrucciones precisas: hay que abatir a los miembros del narcotráfico”, recuerda el mayor Alejandro Rodas.

“Siempre se nos hizo hincapié en que esto tenía el visto bueno del presidente. Él encabezaba la cadena de mando. Fue una política perversa. A Felipe Calderón no le importó el sacrificio de vidas con tal de conservar el poder. Para mí, ha sido el más nefasto de todos los mandos supremos que yo recuerde”.

Estrategia del terror

De acuerdo a lo relatado por el mayor Rodas, la estrategia de terror, partía de la supuesta atención “a las quejas ciudadanas”. Dice que los militares recorrían el estado animando a la población a denunciar anónimamente a miembros del crimen organizado mediante una línea telefónica segura. “Cuando llegaba una pista, los militares se trasladaban hasta el punto, verificaban la información y, si se topaban con algún delito o la sospecha de la comisión de un delito, arrestaban a quienes estuvieran cerca, muchas veces sin órdenes de cateo o de aprehensión”.

“Este método de la denuncia ciudadana en general fue utilizado por los mismos delincuentes para incriminarse uno a otros y parte de la población lo usó para vengarse por motivos personales hasta de sus vecinos”, recuerda el mayor Alejandro Rodas.

De acuerdo a su relato, “los detenidos, responsables o no de un delito, eran usualmente torturados para obtener más información sobre criminales de la zona, según el expediente 15/2010 de la justicia militar que confirma la existencia del “Pelotón de la Muerte”. Algunos arrestados sobrevivían con el cuerpo destrozado; otros morían guardando los secretos del cártel o asegurando que eran inocentes y sus restos eran convertidos en cenizas con bidones de gasolina que salían de las instalaciones militares”.

“Así es el Ejército: cuando se da una orden y tengo conocimiento de que es ilegal, no estoy obligado legalmente a cumplirla. Pero cuando las órdenes vienen desde un mando supremo, como el de presidente, en ningún caso puede ser cuestionada”.

¿Qué pasó con el Mayor Rodas?

Cuenta que su suerte terminó un 25 de junio de 2009, cuando un teniente coronel de “La Tercera”, Juárez Ramírez, quiso ser detenido por policías municipales de Ojinaga por supuestamente circular a exceso de velocidad. El militar no se detuvo cuando le marcaron el alto por temor a ser asesinado, pues se rumoraba que los policías estaban en la nómina del crimen organizado.

“El teniente siguió manejando hasta un campo de futbol, donde sabía que había militares jugando. Cuando los policías quisieron arrestarlo, los soldados lo defendieron. Aquello se volvió un enfrentamiento campal que concluyó con un militar apuntándole con su arma de cargo al presidente municipal de Ojinaga, César Carrasco Baeza, quien se había presentado a la cancha de futbol para defender a los policías”.

En aquella batalla entre policías y militares, que no fue ignorada por el alcalde, días después se quejó de los militares con su primo, José Reyes Baeza, el gobernador de Chihuahua.

El mayor también se quejó con el secretario de Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, de los militares de “La Tercera” y amagó con revelar la existencia del grupo de exterminio, si no se encarcelaba a los mandos de aquella unidad militar, según el relato del mayor Alejandro Rodas.

Contó para Emeequis, que el 26 de agosto de 2009, fue detenido en un centro de adiestramiento militar en Ensenada, Baja California, por tres agentes de la entonces Policía Judicial Militar; cuenta que lo rodearon y sin mostrarle orden alguna lo trasladaron por aire hasta el Campo Militar #1 en la Ciudad de México.

Ahí supo que, junto con él, que 30 militares estaban acusados de homicidio, secuestro, tortura, robo, acopio de armas y encubrimiento. Aquel viaje fue una formalidad para simular que su juicio había comenzado en un territorio imparcial como la capital del país.

El mayor Alejandro Rodas sufrió los horrores del grupo de exterminio; dijo en entrevista.
Cuenta que fue golpeado, hasta casi matarlo, lo asfixiaron con bolsas de plástico, le dieron toques eléctricos hasta que perdió el conocimiento varias veces. Para humillarlo más, le despojaron el uniforme militar. Todo para obligarlo a firmar una declaración, sin su abogado presente, de que él era el verdadero mando del “Pelotón de la Muerte”.

“En habitaciones contiguas, otros militares sufrían las mismas torturas. Sus propios compañeros les exigían firmar, sin leer, supuestas confesiones en las que admitían haber asesinado a civiles por órdenes del mayor Alejandro Rodas.”

Cuando ninguno pudo resistir más torturas, el 13 de septiembre de 2009, el Ejército envió un avión a Chihuahua que aterrizó, con ellos a bordo, en Sinaloa. Desde entonces, el mayor Alejandro Rodas duerme en el Área de Procesados de la prisión militar #5, desde donde se comunica con el reportero de Emeequis.

Faltan solo unos días para que cumpla 11 años en prisión preventiva, es decir, no tiene sentencia. Ningún juez ha encontrado elementos para declararlo culpable de lo que le acusa el Ejército mexicano y, pese a ello, sigue recluido.

Fuente: SinLínea con información de Emeequis

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