Resistir, transformar, renacer

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Por Epigmenio Ibarra

Yo soy un optimista impenitente. Aprendí en la guerra que la derrota puede convertirse en victoria y que también es posible encontrar la luz aún en las horas más oscuras. No soy místico ni religioso. Soy simple y llanamente un sobreviviente empedernido que ha encontrado la manera de vivir con el miedo a cuestas, domarlo y convertirlo en acicate. No tengo fe en nada, en nadie, pero tengo confianza; la esperanza firme de que los seres humanos podemos, pese a nosotros mismos, pese a todo, resistir, transformar, renacer.

Se nos viene encima lo peor de la pandemia y lo peor también de la embestida político-propagandística de una derecha empeñada en destruir la democracia. Ya intentaron que la gente, dominada por el pánico, pasara del miedo al virus al odio a Andrés Manuel López Obrador. Fracasaron. Ahora el sector más rapaz de la empresa privada se lanza a la ofensiva.

Les fallaron sus políticos; falló su empleado Felipe Calderón. No hay partido que los represente. Intentarán ellos mismos dar el golpe. Es vital y urgente tumbar a quien sí es, en efecto, un peligro para ellos. Proporcional al aumento exponencial de los contagios será la virulencia e intensidad de sus ataques y la cantidad de millones que habrán de invertir en la compra de voces en los medios y en las redes.

Yo tengo confianza en este pueblo. Sé que sabrá y podrá resistir, tanto al virus como a los golpistas. Admiro la manera en que, sin necesidad de ser coaccionado por la autoridad, en un ambiente de respeto irrestricto a las libertades democráticas, asume las medidas de distanciamiento social. Tengo confianza también en Andrés Manuel López Obrador y en los científicos a los que se ha sometido —como Hugo López-Gatell— para que dirijan el combate a la pandemia.

Resistir sólo será posible haciendo aún más profundo el proceso de transformación del país. La derecha, el puñado de empresarios golpistas, quieren destruir a López Obrador porque este mantiene vigentes, hoy más que nunca, los principios que lo llevaron a la Presidencia, las propuestas por las que 30 millones de mexicanas y mexicanos votamos por él. En 2018, arrasada la derecha en las urnas, tuvieron los empresarios que aceptar que López Obrador entrara a Palacio; hoy están decididos a impedir que ejerza plenamente el poder.

La pandemia acelerará el proceso de cambios en el país. Hoy, por primera vez en décadas, es en los pobres en los que se piensa, a los que protege un Estado que se refunda sobre la marcha para volverse un Estado de bienestar; cada medida que se pone en práctica va en esa dirección. Desde el fortalecimiento acelerado del casi destruido aparato de salud pública que se heredó, hasta los millones de créditos a la palabra. Las revoluciones, decía Jean Paul Sartre, suelen ser de contragolpe. El virus, podemos decir parafraseando a Lenin, profundizó las contradicciones, sincronizó las condiciones objetivas y subjetivas para la transformación radical pero pacífica y democrática.

México, pese al virus, a la amenaza que se cierne sobre cada uno de nosotros, a las tensiones políticas crecientes que habremos de vivir, a la mezquindad de quienes sólo saben ver por sus intereses; pese a todo, acelerada su transformación, habrá de renacer. El mundo en que vivíamos ha caído hecho pedazos. Celebrémoslo. No era muy mayor, pero las enfermedades preexistentes que sufría, su debilidad orgánica, su desdén por la vida humana, su adicción al dinero ha llevado al neoliberalismo a su lecho de muerte. Nos tocará, qué enorme privilegio, construir un nuevo mundo.

@epigmenioibarra

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