Por Luis Javier Valero
En el curso de la semana tres acontecimientos lo hicieron:
Por un lado, el informe de José Luis Barraza, aspirante a candidato independiente al Gobierno estatal, acerca del avance en la obtención de firmas en una semana, más de 23 mil, lo que, de ser cierto, es un buen inicio para sus aspiraciones;
Luego, casi simultáneamente, la renuncia de Marcelo González Tachiquín al PRI y, finalmente, el anuncio de Javier Corral de su incorporación al grupo de aspirantes a la candidatura del PAN a la gubernatura.
Previamente, ya lo había efectuado el ex candidato Carlos Borruel.
Finalmente, Jaime Beltrán del Río, el alcalde panista con licencia, de Delicias, decidió retirarse de la contienda por el mismo puesto que los anteriores.
Vamos por pasos.
La renuncia de González Tachiquín representa, por la importancia que tuvo en el equipo gobernante, la crítica más acerba que se le haya realizado al gobernador César Duarte y a su partido; no necesitaba (aunque conocer el origen de su decisión sí sea de la mayor importancia) emitir pronunciamientos críticos hacia el gobierno de Chihuahua o al PRI, bastan su postura y su trayectoria, particularmente la de los últimos años, para considerar que se trata del más rotundo mentís a la forma en que el PRI procesó la designación de Enrique Serrano como candidato al gobierno de Chihuahua, y la de Héctor Murguía y Lucía Chavira a las alcaldías de Juárez y Chihuahua.
Y fueron, precisamente, sus pronunciamientos carentes de crítica al PRI y al Gobernador Duarte, los que dieron pie a un mar de rumores en los escasos días transcurridos a partir de la renuncia. Se le ubicó en la campaña de “Chacho” Barraza; como candidato de cualquier otro partido, del PANAL, o de Movimiento Ciudadano, o hasta de candidato independiente a la alcaldía de la capital.
Los datos aportados por el denunciante no son suficientes para explicar la dimensión de la acción realizada.
González Tachiquín confirmó que se le había ofrecido la candidatura por alguno de los distritos capitalinos y hasta la coordinación del nuevo grupo parlamentario, como fruto de las negociaciones políticas realizadas por la dirigencia nacional priista y los 10 aspirantes; dijo que no tenía opiniones críticas para su partido, o para el gobernador, pero sí arguyó que renunciaba “por congruencia, (porque) el PRI no es lo que era antes, (y porque) la gente ya no quiere saber nada de los partidos políticos”.
Que tales argumentos los expusiera algún militante con una trayectoria de críticas hacia la dirigencia, o de enfrentamiento, o quien hubiese esbozado la más elemental disidencia, se pueden aceptar como naturales, no en quien fue uno de los hombres más poderosos del actual gobierno.
Marcelo fue, durante distintos momentos del sexenio, uno de los hombres de mayor confianza de César Duarte; por sus distintos despachos del gobierno (como jefe de la oficina del gobernador, secretario particular, Director de Pensiones Civiles y como Secretario de Educación) pasaron varias de las decisiones más trascendentales; fue portavoz de muchos de los asuntos más escabrosos de la actual administración, tanto, que dio pie para que el entonces Secretario de Gobierno, Raymundo Romero, acuñara la famosa frase de “Pregúntenle a Tachiquín”, con lo que evidenció que las decisiones del gobierno no pasaban por su oficina, sino por la de Marcelo González.
Fue tal su protagonismo que lo llevó a adelantar sus pretensiones y anunciarlas para el presente año. Muchos pensamos que su determinación de incorporarse al grupo de los 10 aspirantes no fue consultada con el gobernador Duarte, era evidente que el ballezano, hacía rato, tenía puestas sus esperanzas en el actual candidato, Enrique Serrano, a él lo empujó con toda su fuerza.
Con tales antecedentes, cuesta trabajo creerle que el PRI, en el cual era pieza fundamental (por aquello de que, como en el pasado, gobierno y partido se fundieron), se hubiera transformado en el curso de unas cuantas semanas.
Por supuesto, no.
Las razones de su renuncia deberemos buscarlas en otros rumbos, quizá más en el episodio de la licencia de José Miguel Salcido a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia y su arribo a la Secretaría de Educación, sin duda el puesto de mayor relevancia que ocupara González Tachiquín (y no sólo en la actual administración estatal) al que debió dejar para dar paso a otro de los personajes más ligados a Duarte.
Se rumora que el último viaje del gobernante a Francia fue la ocasión para plantearle el relevo en Educación, algo que no le gustó a González. Quizá allá debiésemos ubicar las razones de una renuncia, la más destacada del actual gobierno estatal.
Por otro lado, le asiste una parte de la razón al renunciante, cuando asevera que la gente está cansada de los partidos políticos, lo que es cierto para un gran número de ciudadanos, pero que para otra, y no menor, los partidos siguen siendo instrumentos para actuar políticamente, para muestra ahí está la más reciente elección estatal, la extraordinaria de Colima, en la que votó el 56% del electorado, porcentaje que seguramente votará acá en junio próximo
Regresarse al ámbito de la ciudadanía, está bien, bienvenido, pero le costará trabajo al renunciante ser considerado como simple integrante de ella; su paso por el gobierno fue descollante y muy cercano al gobernante; se le dificultará transitar por el mundo de la política y la sociedad sin hacer un deslinde de su reciente actuación en la administración pública.
¿Acaso no creyó en que se cumplieran los compromisos realizados por la dirigencia nacional? ¿Discrepó de los acuerdos tomados, en particular el referente a la alcaldía de Chihuahua? ¿Expresó su interés en regresar al gobierno de Chihuahua? ¿O creyó llegado el momento del relevo de la presidenta estatal, Karina Velázquez, de ahí su frase de que “el PRI ya no es lo que era antes”?
¿Antes era más democrático, más incluyente?
No, la diferencia es que antes las cosas se hacían igual que ahora, pero en nombre de la Revolución Mexicana.
Por lo pronto, es una ruptura en todo lo alto; saber la magnitud de la sangría partidaria llevará unas cuantas semanas, no parece ser mayor, pero se constituye en otra evidencia de una realidad: El sexenio de Duarte toca a su fin y las rupturas, o los distanciamientos, crecerán con los días, en la medida en que el equipo del candidato se conforme, empiece a tomar decisiones y a discrepar de las que se adopten en Palacio.
En tanto, ante la posibilidad de que la candidatura independiente de Barraza capitalizara en mayor medida el voto opositor, el del rechazo al gobierno de Duarte, el PAN cambió toda su estrategia. Por una abrumadora mayoría del Consejo Estatal desecharon la elección, propusieron la realización de encuestas y delegar en el Comité Nacional la designación
Además, decidieron incorporar a los dos panistas que mayores simpatías tienen en el electorado, el ex alcalde Carlos Borruel y el senador Javier Corral, en el intento de contar con una candidatura cuyo discurso permita capitalizar el voto de castigo al gobierno, en una determinación que le favorece al senador Corral, quien seguramente saldrá adelante en la encuesta que se levantará en el presente fin de semana.
De ser así, es probable que para fin de mes fuera designado candidato del PAN por segunda vez, con una enorme diferencia frente a aquella ocasión, en la que contendió con Reyes Baeza, que el priista llegaba con muy elevadas simpatías electorales, fruto del rechazo que una buena parte del priismo y la sociedad tenían hacia el gobierno de Patricio Martínez y que el deliciense capitalizó a su favor.
Hoy, ese factor es muy importante, a tal grado que la dirigencia nacional del PAN debió valorar los riesgos que les representa la candidatura de José Luis Barraza quien, es cierto, puede quitarle votos al PAN, del llamado “voto duro”, pero que les representa un enorme peligro en la captación del voto de castigo al PRI.
Necesitan un candidato que fácilmente sea reconocido como “antiduartista” y capte los votos de los ciudadanos, más allá de las filias panistas.
Y en ese sentido, dos de los aspirantes, (uno de ellos, ya, ex aspirante) Jaime Beltrán y Juan Blanco les representaba alguna disminución en el perfil opositor, habida cuenta que ambos son empresarios con vínculos con Unión Progreso, el próximo banco, señalado por Jaime García Chávez y Javier Corral como el instrumento de supuestas corruptelas cometidas por el gobernador Duarte.
Así, el aspirante a la candidatura independiente, José Luis Barraza, se convirtió en uno de los repulsivos al interior del PAN.
A él volveremos ¿Por qué Chacho Barraza, de repente, en medio de la reunión nacional de Coparmex, anunció su proyecto político? ¿Porqué Chacho decidió buscar la candidatura independiente?