En momentos en que crece la frustración, el presidente Barack Obama buscó el jueves acallar las dudas de que utilizará sus poderes ejecutivos para actuar en torno al tema de la inmigración, diciéndole a hispanos y a activistas que “no es una cuestión de si (se hará) o no, sino de cuándo”.
En la gala anual del Instituto del Grupo Legislativo Hispano, Obama les advirtió a los activistas que las acciones que tome más adelante desatarán una intensa oposición política que podría amenazar la perdurabilidad de lo que él haga. Y en una promoción partidista un mes antes de las elecciones, exhortó a los hispanos en todo Estados Unidos a que utilicen sus votos para mejorar las perspectivas futuras de que las cámaras legislativas corrijan este tema.
“En cuanto yo actúe —y ello ocurrirá entre las elecciones de noviembre y el fin del año— los opositores de la reforma utilizarán las mismas estrategias añejas para generar temor”, afirmó el mandatario. “Cuando los opositores salgan a decir quién sabe qué cosas, voy a necesitar que ustedes me respalden”.
Alguna vez elogiado como paladín de los derechos de los hispanos, la relación de Obama con la comunidad latina se ha vuelto tensa desde que el mes pasado decidió abandonar su promesa de actuar con rapidez después de que concluyera el verano para ayudar a algunos inmigrantes que se encuentran en Estados Unidos sin autorización. En lugar de cumplir eso, dijo que aguardaría hasta después de las elecciones del 4 de noviembre, lo que exasperó a activistas en pro de los inmigrantes, quienes acusaron al presidente de poner la política por encima de sus familias y dijeron que ya habían aguardado mucho.
Con las elecciones acercándose, Obama buscó aprovechar la impaciencia para convertirla en motivación con el fin de que los votantes hispanos elijan a políticos que implementen reformas más amplias para corregir el sistema de leyes estadounidenses que regulan la inmigración. Bajo el argumento de que ninguna acción ejecutiva que él tome podría ser tan amplia como lo que el Congreso puede hacer, exhortó a los latinos en la cena de gala a que se aseguren que los electores en sus comunidades no se queden sin sufragar.
“Sí podemos… si votamos”, afirmó en español y luego en inglés, dándole un giro a su lema de la campaña de 2008.
La Casa Blanca se ha mostrado evasiva en torno a qué acciones unilaterales sopesan tomar Obama y su gobierno respecto a la inmigración, y los expertos en leyes difieren con relación a qué tan lejos puede ir el presidente sin el Congreso. Los activistas piden que él actúe agresivamente con el fin de liberar a una porción sustancial de los 11,5 millones de inmigrantes que se encuentran sin autorización en el país del miedo a ser deportados.
Una posibilidad así ha enfurecido a los republicanos, que dicen que la disposición de Obama de ignorar las leyes existentes es la razón principal de que ellos se muestren renuentes a trabajar con él para aprobar nuevas.
“La promesa del presidente no es sobre hacer la mejor política o hacer valer la ley, sino que es un reconocimiento de que su promesa de no implementar la ley en el futuro sería malo para su partido en este momento”, dijo Mitch McConnell de Kentucky, líder de la minoría republicana en el Senado.
Una multitud que respaldaba al mandatario le ofreció una recepción cálida en su mayor parte, aunque una mujer lo interrumpió brevemente al protestar por las deportaciones efectuadas bajo el gobierno de Obama, pero fue escoltada para que saliera de la sala. Afuera del centro de convenciones, un grupo de manifestantes se reunieron en protesta por la demora que mostró en actuar.
Y en el podio, Obama fue presionado cortésmente por el senador demócrata Robert Menendez, de Nueva Jersey, quien dijo que los hispanos tienen los ojos puestos en el presidente para un alivio “grande, audaz y sin remordimientos” a la brevedad en el tema migratorio.
“Necesitamos reformas importantes, las necesitamos ahora”, afirmó, “y, señor presidente, necesitamos su ayuda”.