Reforma migratoria, la falla más grave de Obama

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Horas después que la Corte Suprema dejara su política migratoria en el limbo, el presidente Barack Obama se refugió alrededor de una larga mesa de conferencias en el Salón Roosevelt con activistas decepcionados.

El presidente miró sus rostros, ahora familiares, algunos llorosos. Fue una lucha larga y difícil, dijo Obama, quien se llevó algunas palizas, incluso de simpatizantes que “me fustigaron por mi bien”, según dijo.

Él creía que sus políticas prevalecerían, según los participantes en la reunión, pero dijo que ahora corresponde a los votantes y el próximo presidente tomar el relevo. Con ello, Obama dio lo que sería el discurso de concesión de la derrota de una lucha que lo frustró como pocas, que enturbió la campaña reeleccionista y que, con certeza, pondrá a prueba a su sucesor.

Cuando Obama deje el cargo en enero, la reforma migratoria permanecerá como el fracaso más evidente en su esfuerzo de siete años y medio por promulgar su visión de cambio social para Estados Unidos. Pese a dos campañas llenas de promesas y múltiples estrategias, Obama sólo impuso cambios incrementales y, en gran medida, temporales al sistema de inmigración. Deja atrás un sistema anticuado y abrumado, con unas 11 millones de personas viviendo de manera ilegal en Estados Unidos.

Detrás de ese fracaso, el legado de Obama será juzgado por una mezcla de políticas a veces contradictorias, algunas destinadas a sacar a los inmigrantes “de las sombras”, y otras para sacarlos de Estados Unidos.

Será recordado por proteger a 730 mil jóvenes, una generación de los llamados ‘dreamers’ o soñadores, que fueron llevados de manera ilegal a Estados Unidos cuando eran niños. Defensores y aliados le darán crédito por abrazar una reciente afirmación agresiva del poder ejecutivo que, pese al bloqueo de la corte y a los políticos de oposición, sigue siendo una vía legal para el próximo presidente.

Se le recordará como un líder que, de manera constante, defendió la importancia de los inmigrantes en la vida estadounidense, mientras el sentimiento antiinmigrante creció en diversos lugares de Estados Unidos y del mundo.

“La inmigración no es algo que temer”, dijo Obama la semana pasada.

Fuente: AP

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