¿Quién es Pepe Mujica?

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En El revolucionario Pepe Mujica, el periodista uruguayo Walter Pernas logra un retrato insólito -por vívido, colorido- del actual presidente del país hermano, con el único expediente de aprovecharse de la sobriedad y la falta de jactancia política de José Alberto Mujica Cordano.

El libro, publicado por la casa Aguilar, lleva una cita de Emiliano Zapata y un saludo del propio biografiado donde confiesa que abomina del tango y de la nostalgia, pero que la lectura de estas páginas lo conmovieron.

Pernas es licenciado en comunicación, y periodista del semanario Brecha y de las radios AM Libre y radio Uruguay. Publicó La caída. El dictador Bordaberry y su canciller preso y Amores y balazos en tiempos de Gardel y del primer campeón sudamericano de fútbol 1916.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam desde Montevideo.

T : ¿Cuál es la formación ideológica de Mujica?
P : Mujica fue antes que nada, un anarquista. Se hizo al influjo de las grandes luchas sindicales de los obreros de la carne, cuyos gremios en Uruguay eran autónomos -no pertenecían a ninguna central sindical de las que había a mitad del siglo XX- y de neta extracción ácrata. Él acompañaba las movilizaciones como un joven interesado en la lucha social. Aunque no era obrero de la carne, vivía en el Paso de la Arena, una zona junto con la del Cerro donde el trabajo en los frigoríficos marcaba una gran influencia en las economías de las familias lugareñas. Se hizo militante blanco -del tradicional Partido Nacional, cuyos máximos caudillos eran el revolucionario Aparicio Saravia, y el ya viejo Luis Alberto de Herrera-, pero siguiendo los lineamientos de un diputado outsider del mundo político clásico y de sus correligionarios nacionalistas como fue Enrique Erro, un defensor a ultranza de la clase obrera. Como secretario de la Juventud de Erro conoció Cuba, apenas el triunfo del 26 de Julio, y se enamoró de la revolución como el camino para la libertad de los pueblos latinoamericanos; y en la Unión Soviética vio y repudió la burocracia de un modelo anquilosado, pero se maravilló con las posibilidades y el empuje del pueblo chino, a una década del triunfo de Mao. Su ideología mezcla todos estos elementos para convertirse en un revolucionario de mente muy abierta, para nada ortodoxo, donde la lucha por el más pobre siempre está presente, pero sin descuidar el desarrollo de la industria. En esos momentos era un estudioso de las viejas acciones del grupo nacionalista, antiimperialista y antioligárquico FORJA, cuyo principal exponente era Arturo Jauretche, quien en los 40 alzaba una bandera con la consigna: Somos una Argentina colonial. Queremos ser una Argentina libre. Esa Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, de la cuál surgieron muchos peronistas, y luego antiperonistas, impulsaba un antiimperialismo concreto contra el avasallamiento de los ingleses. Mujica coincidía además con el llamado de Jauretche de 1955 a superar toda bandería y todo sectarismo para defender la industria y el agro nacional junto al poder de compra de las masas populares, porque de sucumbir esos dos sectores productivos ante el coloniaje, los trabajadores ya no tendrán ni para pagarse la comida. Varios conceptos de este argentino revisionista -que Pepe los ubicaba dentro de una lógica marxista- le parecían acertados, aunque en forma paradójica lo acusaran de derechista por ello. Así, Mujica concebía que la nación, y no sólo la clase trabajadora, debía enfrentar al imperio. Y que para ello es necesario una profunda crítica ideológica del viejo orden, destruir mitos que alejan a las clases medias de los trabajadores, y aglutinar a todos en una gran fuerza nacionalista contra la oligarquía y el imperialismo. Pero también entendía que no era sencillo lograr que la burguesía fuera progresista y se involucrara en esa lucha, sin pisar la cabeza a los trabajadores al menor descuido. Hoy, con la globalización y el avance feroz de las multinacionales, Mujica no puede quedar al margen de estos movimientos del mercado global. Se le cuestiona ceder ante ciertos grandes grupos internacionales, pero más allá de aciertos o errores en ese sentido, no puede decirse que su intención sea la de favorecer a los poderosos, sino la de moverse por el trabajo para la gente del pueblo uruguayo. Y quizás, como dice él, para ello se debe tragar sapos y culebras. Ya lleva unos cuántos en la panza…

T : ¿Qué hereda, desde ese punto de vista, de su familia, y cómo completa, en el contexto que le toca, su educación sentimental?
P : De su familia hereda la pujanza del trabajador del campo, de los Cordano, unos tanos piamonteses que llegaron con una parra bajo el brazo a la Colonia Estrella, muy cerca de la ciudad de Carmelo. Y también la agudeza de la mirada política. Su madre, doña Lucy, era una dirigente política de barrio, de gran capacidad para analizar la coyuntura política y prever situaciones. Blanca hasta la médula, seguidora de Erro, y dueña de la famosa frase Mi hijo va a ser presidente de la República. Lo decía en el barrio cuando Pepe tenía apenas 12 años. No sé si el sentimiento se educa. Mujica es un tipo muy sensible. Amante de la naturaleza, casi panteísta. Y con una sensibilidad especial por ayudar al ser humano, lo primero para él es el ser humano, su integridad. Luego todo lo demás.

T : El paso al MLN-Tupamaros, ¿estaba cantado, por decirlo así, para cierto sector de la izquierda uruguaya? ¿Cómo es ese proceso? ¿Y cómo soporta el actual presidente de tu país la impunidad (si es que es tal) de las fuerzas represoras, que si mal no recuerdo, no fueron juzgadas por delitos de lesa humanidad?
P : El proceso tupamaro está inscripto en el contexto de la revolución latinoamericana que comienza a ver la luz con Cuba, Fidel y el Che… La izquierda ortodoxa -Partido Socialista y Partido Comunista- contaba con muy pocos votos en Uruguay, y los jóvenes como Pepe no veían la posibilidad de cambio a través de las urnas. El enamoramiento de la revolución es preponderante en este proceso. Pero los tupamaros lo hacen con sello propio al pregonar e intentar, con éxito, la guerrilla urbana. Hubo un momento en que demasiados jóvenes querían ser tupamaros, y el crecimiento fue tan grande como incontrolable, y eso jugó muy en contra del triunfo revolucionario. En una carta desde la cárcel, Mujica le escribe al líder revolucionario Raúl Sendic que eran grandes pero no fuertes, como un elefante. Mujica valora en la cárcel que el odio no sirve para seguir adelante en política. Lo dice en el primer gran discurso que da al salir de la cárcel, en el club Platense Patín Club. Con ello trata de que no se tomen represalias contra los militares, porque eso no ayuda en el momento de una democracia floreciente. La lucha contra la impunidad de los militares, no tendrá a la mayoría de los tupamaros en primera línea. Los casos son aislados, es un tema filosófico.

T : ¿Qué clase de persona es Mujica, que participó en acciones armadas, que sobrevivió a las tumbas, que logró escapar dos veces de la cárcel? ¿Es un tipo muy duro, de convicciones flexibles?
P : Contesto con sus palabras. Elegimos ciertos principios que hay que recordarlos: somos primero, tupamaros, elegimos un sistema de direcciones colectivas, y cada día más la complejidad de los fenómenos sociales y políticos va determinando que las dirigencias sean equipos, y que un equipo de dirigentes será bueno en la medida que sea capaz de generar otros mejores. Aprendimos en la orfandad de los calabozos, en todos estos años, con qué poco se puede ser feliz, y si con eso no lo lográs, no lo lográs con nada. Aprendimos también sin libros, un modo de mirar un tanto panteísta: nos gustaban las arañas, nos gustaban las hormigas, porque eran la única cosa viva que teníamos en la soledad de nuestros calabozos. Somos de la naturaleza y con ella estamos. Vamos a salir en la medida que nos den las fuerzas, a caminar por la calle, a tomar un poco de mate con los muchachos por las esquinas, a conversar con la gente de las fábricas con el mismo espíritu con que fuimos, allá por el 66, a reclutar el primer grupo de estudiantes que debajo de sus portafolios, de sus reglas, llevaban un puñadito de sueños. Se cuenta, en nuestra cultura no escrita, que los muchachos preguntaron qué línea teníamos para el movimiento estudiantil. Nosotros contestamos: no tenemos línea, ustedes tienen que generar la línea. Tenemos claro que la etapa que se viene tiene sus inmensas posibilidades, sus tremendas interrogantes. Hay una generación fundamental, la que se está procesando, que trae un bache: muchos años de oscuridad, mucho fervor. Sólo una actitud democrática permitirá una maduración política masiva de esa inmensa potencialidad, hay que ser democráticos. Es la hora de tener claro que ante el dilema centralismo o democracia, hay que inclinarse por más democracia. Por eso, porque ya aprendimos, porque ya tenemos claro esto, porque estamos viejos, porque tenemos conciencia lúcida de que pronto tenemos que marcharnos por el camino de la naturaleza, por todo eso estamos convencidos que vamos a ser la fuerza política que englobe la juventud, la cosa esencial de la juventud del país. Estamos y estaremos con todos aquellos que luchen por un paso de progreso, y si a veces no podemos llegar a más, será porque medimos objetivamente que las condiciones no dan más, pero no vamos a mentir, ni ayer ni hoy reformistas.

T : ¿Uruguay es un país chico, homogéneo, de clase media? ¿Eso explica algo? Porque también hay sectores conservadores.
P : En Uruguay somos pocos y nos conocemos todos, reza el dicho popular. Por eso el Pepe, o quien sea, genio y figura, puede almorzar o cenar en un restaurante sin problemas, ir al cine o al tablado en verano, como un vecino más. Eso es histórico. La controversia política no impide la buena vecindad, y hasta la gran amistad entre oponentes.

T : Finalmente, ¿podrás explicar que sea el paisito el primer lugar del planeta donde se legaliza la marihuana? Digo, ¿las razones para ese paso?
P : Es un experimento, cierto. Pero Uruguay ya hizo esto en el pasado, con las leyes laborales por ejemplo -venían los europeos a estudiarlas a principios del siglo XX-, la ley de divorcio, la separación de la Iglesia del Estado, etcétera. Muchos, en muchas partes del mundo, dicen que el problema del narcotráfico se resuelve liberalizando, pero nadie se embarca en esa empresa. Pues bien, Uruguay da el primer paso, y tendrá que trabajar mucho para que se vean los resultados. Recién empieza, hay que ser cauteloso, ponderado, y andar con pie de plomo.

T : ¿Se conocieron Mujica y Juan Carlos Onetti?
P : No lo sé, no fueron amigos, eso es seguro.

Fuente: Télam

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