Por Alejandro I. López
Algunas consideraciones sobre la Conquista:
Para llevar a cabo una conquista como la que sucedió en América no sólo hace falta poderío militar, también es necesario un pretexto ideológico lo suficientemente creíble como para convertirse en un argumento real e instalarse en la mente de los conquistadores. Dependiendo del éxito –o el fracaso– de aquella empresa, tal motivo habrá de considerarse legítimo o bien, pasará a la historia como un duro recordatorio de algo que no debería ocurrir más.
En el caso de la llegada de europeos a América, es imperativo recalcar que la Conquista no se realizó en nombre del Rey, ni de España, ni siquiera de Dios, ni con la intención de cumplir su misión evangelizadora, sino como producto de un proceso histórico que responde a la acumulación originaria de capital; parte de la génesis de un sistema de organización y reproducción de la vida material que hoy llamamos capitalismo.
A pesar de que en España el 12 de octubre se reconoce como Fiesta Nacional y se le denomina Día de la Hispanidad, se trata de una celebración decadente e imperial, que pertenece a otro tiempo y que sin embargo, es de reciente creación oficial. La legislación española al respecto (Ley 18/1987) no deja espacio a la interpretación ni las dudas. El motivo de la celebración es uno y alude invariablemente a la Conquista.
«La fecha elegida, el 12 de octubre, simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma Monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos».
Tal “proyección lingüística y cultural” no es otra cosa que la forma más elegante de llamar a un proceso histórico que sin ser propiamente español, sino europeo y de alcance mundial, fue inaugurado un día como hoy pero de 1492. Por lo tanto, resulta tan absurdo negar la violencia de la Conquista, sus métodos y la supuesta bestialidad y barbarie de los pueblos indígenas como argumento válido de exterminio, como convertir este acontecimiento en Fiesta Nacional.
También es preciso derribar el mito de América como el paraíso donde cada pueblo vivía en un estado armónico, únicamente interrumpido por la pólvora y el acero español. Mucho antes de la llegada de Colón, en esta región del mundo florecieron poderosos imperios dedicados a la guerra, como la Triple Alianza en el Valle de México, que una y otra vez sometió tiránicamente a su poderío militar.
Igualmente absurdo es culpar a España y aún más referirse a sus ciudadanos como asesinos o genocidas; sin embargo, es innegable que la Conquista trajo consigo la desaparición y el exterminio de la mayor parte de pueblos indígenas de América.
¿Por qué festejar el inicio de un proceso que significó el fin del mundo para diversas civilizaciones originarias, que fueron testigos de la desaparición de todo lo que conocían?
¿Por qué negar la violencia de este proceso y creer en la ‘Leyenda Negra’, cuando existen evidencias incontrovertibles de lo crudo de castigos como el aperreamiento, la encomienda o el trabajo esclavo?
¿Por qué idealizar algunas civilizaciones originarias, cuando negaban la libertad y sometían a otros pueblos americanos?
¿Por qué conmemorar la llegada a América de un sistema económico que hace de la desigualdad norma?
¿Por qué festejar el Día de la Hispanidad, el de la Raza o el del Descubrimiento, si no hubo tal?
Fuente: CulturaColectiva