En meses recientes han estado apareciendo imágenes impactantes de refugiados e inmigrantes que están poniendo en riesgo su vida para llegar a Europa. Esas imágenes han logrado atrapar la atención pública. Pero ¿qué ha ocurrido con estas personas una vez que las cámaras dejaron el lugar? Katie Razzall de la BBC siguió el rastro de tres de ellos.
Laith Majid: fotografiado el 15 de agosto de 2015
“Me gustaría no volver a ver esta foto otra vez”, dice Laith Majid. Esta fotografía (mostrada arriba) fue tomada cuando Laith llegó con su familia a la isla griega de Kos y se convirtió en un símbolo de la agonía que muchos refugiados enfrentan en el trayecto para llegar a Europa.
Cuando le enseñé la imagen se echó a llorar. “Me recuerda la angustia y el sufrimiento que experimenté con mi esposa e hijos cuando estuvimos a punto de morir”.
Las lágrimas no sorprenden cuando Laith describe lo que ocurrió en la lancha inflable hace cuatro meses. “Era el olor de la muerte inevitable. Fue indescriptible. Fue aburmador. La gente comenzó a morir, nos empezamos a ahogar, estábamos débiles. Pensamos que moriríamos junto con nuestros hijos”.
El dolor, el alivio, y el profundo terror están grabados en su rostro en la fotografía. Incluso ahora, cuando la familia vive en Alemania, su esposa Neda afirma que la gente lo reconoce. Así fue el impacto que tuvo la imagen.
“Dondequiera que vamos, la gente le dice, ‘Te recordamos, estabas en la foto. Esperamos que estés seguro y feliz'”.
La atención ha sorprendido a Laith: “Nunca hubera creído que una foto podia atraer toda esta compasión de los alemanes y amigos de todo el mundo. Me siento feliz por haber hecho amigos de todo el mundo pero también profundamente triste al ver esta fotografía”.
Los Majid tienen cuatro hijos. El más pequeño, dicen, sigue traumatizado por lo que vieron en el agua y la violencia que experimentaron en su país.
Los medios originalmente describieron a la familia como siria, porque otros en su lancha venían de Siria, pero en realidad son musulmanes sunitas de Irak. Laith trabajaba como mecánico y Neda era maestra y tuvieron que dejar Bagdad cuando fueron amenazados por gánsters.
Me dicen que pagaron cuatro millones de dinares (US$3.615) para alejar a los gánsters.
“Aquí en Alemania me siento seguro y la gente me trata muy bien”, dice Laith.
Viven en un antiguo cuartel del ejército con cientos de otros refugiados e inmigrantes. Cada familia tiene un cuarto.
Pero sus documentos todavía no han sido procesados. Les preocupa que rechacen su asilo y tengan que regresar a Irak donde según Neda serán asesinados.
“No tenemos alternativa. Si Alemania dice ‘no’, tendremos que regresar a casa”.
Ossama Abdul Mohsen: filmado el 8 de septiembre de 2015
“He olvidado este accidente y miro al futuro de mi familia y mi hijo, especialmente porque al principio estaba sumamente enojado”, dice Ossama Abdul Mohsen.
El entrenador de fútbol sirio llevaba en brazos a su pequeño hijo, Zaid, y huía de la policía en la frontera húngara cuando una camarógrafa lo pateó y cayó al suelo.
Pareció una acción deliberada de la mujer, que después se disculpó diciendo que actuó en defensa propia. La filmación, grabada por un periodista alemán, se hizo viral.
En ese entonces, Ossama dijo que nunca perdonaría a la mujer que lo hizo tropezar, pero ahora afirma que cambió de parecer. La camarógrafa perdió su empleo y a él le ofrecieron trabajo en un club de fútbol español con un apartamento incluido.
El Real Madrid incluso invitó a Ossama y su hijo a un partido, y Zaid caminó a la cancha con Cristiano Ronaldo.
“Fue como un sueño hecho realidad”, expresa. “Mi hijo preguntó: ‘¿Es posible conocer a Ronaldo en carne y hueso?’. Después del partido, Ronaldo le dio una camiseta y Zaid no quiso recibir el autógrafo de otros jugadores hasta que Ronaldo la firmó”.
Pero su esposa y otros dos hijos todavía están varados en Turquía. Ossama espera que las autoridades españolas les ofrezcan asilo a ellos también.
Para él, lo que más le sorprende de Europa es la libertad: “Libertad de pensamiento… la total libertad de expresión. Ser un hombre libre es una sensación muy hermosa. También me ha sorprendido la cálida bienvenida en España. Todos quieres ofrecer ayuda y consejos. Esto ha hecho una enorme diferencia para mi”.
Mohammad Zatareyh: filmado el 4 de septiembre de 2015
En septiembre, Mohammad Zatareyh y otros miles fueron acorralados en la estación de trenes de Keleti, en Budapest, cuando Hungría tomó medidas enérgicas para evitar que los inmigrantes viajaran por el país.
“Después de sufrir cuatro días allí, pensé que tenía que empezar a caminar”, dice.
El joven sirio de 26 años persuadió a unas 1.000 personas a salir de la estación ycaminar con él los 180 km de distancia hasta Austria.
“Les dije: ‘No tengan miedo. Podemos caminar hoy ocho horas y el segundo día otras ocho horas, y podemos detenernos cada vez que nos sintamos cansados'”.
Invitó a tres camarógrafos a que se unieran a ellos. “Pensé que la policía o el gobierno no podían hacernos daño porque estaríamos en TV”.
Y esas escenas casi bíblicas recorrieron el mundo y lograron definir la crisis que enfrenta Europa. Eventualmente los húngaros cedieron y enviaron autobuses para transportar a la gente a través de la frontera y continuar su viaje hacia el norte.
Mohammad ahora vive en Alemania y espera los documentos que necesita para trabajar y comenzar su nueva vida.
A pesar de que la actitud hacia los inmigrantes se está endureciendo en el país, no cree que Alemania cambie su política. “Necesitan gente para trabajar… Me gustaría construir un futuro aquí, trabajar, tener una casa, casarme… Creo que es un buen lugar para construir mi futuro y este es un buen país”.
Siempre soñó con viajar a Alemania: “Cuando era niño, tenía deseos de venir aquí porque tenía una adicción por los autos y me gustaban mucho los BMW y los Mercedes. Quería venir y visitar las fábricas”.
Mohammad piensa en el papel que tuvo en la marcha: “Me siento orgulloso”, dice. “Esta fotografía, quizás algún día se la mostraré a mis hijos. Les mostraré lo que su padre hizo y creo que van a estar orgullosos de mi”.
Fuente: BBC Mundo