¿Qué es un EMP?
EMP son las siglas (en inglés) de pulso electromagnético. Se trata de un pulso corto de radiación electromagnética. Este tipo de pulso puede proceder de diferentes fuentes como nuestro propio Sol. En este caso, sin embargo, hablamos de un pulso electromagnético proveniente de la detonación de una bomba nucleara gran altitud.
Cuando una bomba atómica explota en el aire sobre un lugar, genera tres pulsos electromagnéticos: E1, E2, y E3. E1 es un pulso de rayos gamma que colisionan con la atmósfera a 32.000 metros y se transforma en una lluvia de electrones que son repelidos por el campo magnético terrestre.
E2 es un pulso de neutrones de alta energía que salen disparados en todas direcciones, y el pulso E3 se produce por al temaño de la bola de fuego nuclear y como afecta al campo magnético terrestre. El doctor en física nuclear Yousaff Butt explica que los pulsos afectan a cualquier cosa que tengan en su línea de visión. En otras palabras, una detonación a 96 kilómetros de altura (60 millas) afectaría a un área circular con un radio de 1.126 kilómetros a nivel del suelo (700 millas). Paradojicamente, hay una zona segura directamente bajo la detonación que no se ve afectada gracias al campo magnético terrestre.
¿Qué puede hacer un EMP?
Las bombas EMP no causan bajas directamente. La detonación tiene lugar demasiado lejos como para alcanzar a las personas en tierra. Su peligrosidad procede del hecho de que interfiere, neutraliza y daña equipamiento electrónico.
Eso puede significar cosas como un apagón eléctrico, automóviles y aviones que dejan de funcionar, sistemas informáticos que se vuelven locos y hasta la pérdida de sistemas de respaldo de emergencia en instalaciones como hospitales. Suena terrorífico y no hay duda de que los EMP son una amenaza, pero en realidad es una tecnología que nunca se ha probado lo suficiente, y la cultura popular se ha encargado de exagerar sus efectos hasta el extremo.
Gracias al Dr. Butt sabemos a ciencia cierta que los diferentes tipos de pulso de una bomba EMP afectan a los sistemas eléctricos de diferente manera. E1 interfiere con las antenas, los cables de transmisión, los equipos dentro de edificios, circuitos integrados, sensores, sistemas de comunicaciones, sistemas de protección y computadoras. El efecto de E2 es como el de un rayo. Afecta a lineas de alta tensión, torres de telecomunicaciones y a las antenas de los aviones. En este sentido es menos dañino proque sus efectos son similares a los de un fenómeno natural que ya conocemos y para el que muchos dispositivos están preparados ya.
Por último, E3 afecta a los cables de alta tensión y a los de comunicaciones de larga distancia, incluso a los submarinos. Esto podría sembrar el caos en el suministro eléctrico. La mayor parte de los daños proceden de E1 y E3.
En teoría, los generadores de emergencia serían capaces de seguir proporcionando corriente a la mayor parte de lugares, pero se trata todo de pura especulación. Una bomba EMP podría ser devastadora para la civilización actual o un mero inconveniente técnico temporal.
¿Debería preocuparme?
La cuestión es que un ataque tipo EMP sobre estados Unidos por parte de Corea del Norte es incluso más probable que un ataque directo mediante misil balístico intercontinental (ICBM) convencional. La razón es que una bomba EMP requiere mucha menos precisión para ser efectiva. Solo necesita detonar sobre alguna parte del país. Además, un ICBM a gran altitud es mucho más difícil de neutralizar que uno lanzado desde el suelo. El sistema Ground-based Midcourse Defense missile system (GMD) es capaz de llegar al espacio, pero otros como THAAD o Aegis lo tienen más difícil.
Pero, de nuevo, el problema es que no se sabe a ciencia cierta cuál sería ele efecto de una bomba EMP y muchos de ellos se han exagerado. En 1962, el programa Starfish Prime detonó una bomba de 1,4 megatones a 400 kilómetros (250 millas) de altura sobre el Océano Pacífico y causó bastante conmoción. El pulso electromagnético llegó hasta Hawai, a 1.450 kilómetros, dañando algunos equipos telefónicos, haciendo parpadear los semáforos, e incluso interfiriendo con las puertas de algunos garajes, que comenzaron a abrirse y cerrarse solas. No hubo apagones, las líneas de teléfono siguieron funcionando y ni siquiera se interrumpieron las comunicaciones por radio.
En otro experimento, una comisión encargada de estudiar los EMP probó los efectos de diferentes pulsos electromagnéticos sobre 37 automóviles y 18 camiones en un laboratorio. Jeffrey Lewis, de Foreign Policy, explica:
Los agoreros del EMP aseguran que un ataque así resultaría en aviones cayendo del cielo, automóviles atascados en las autopistas, apagones generalizados y comida pudriéndose en los frigoríficos. Sin embargo, los resultados de laboratorio son muy modestos. de los 55 vehículos expuestos a pulsos EMP, seis tuvieron que reiniciarse con el pulso más potente. Un puñado más mostró fallos menores en su electrónica del tipo de iconos parpadeando en el salpicadero. el resto ni se inmutó.
En otras palabras, que la afirmación de que una sola bomba EMP pueda acabar con el 90% de los habitantes de Estados Unidos es una completa basura. De hecho, y como bien apunta Kyle Mizokami en Popular Mechanics, resulta que la fuente de ese dato concreto es una cita del congresista Roscoe Bartlett describiendo una novela de ciencia ficción que había leído titulada One Second After. No se trata de ningún dato real. Barlett se obsesionó tanto con la idea de quedarse sin energía que se fue a vivir al campo y no usa tecnología. No es una fuente de información muy fiable que digamos.
Lo cierto es que nadie sabe a ciencia cierta lo que una bomba EMP podría hacer, o como de potente tiene que ser esa bomba para que realmente surta algún efecto. Incluso aunque Corea del Norte quisiera atacarnos, es poco probable que tenga en su poder un artefacto capaz de mandarnos a la edad de piedra, y no es de esas maniobras en las que tengan una segunda oportunidad.
Dicho esto, también es cierto que Estados Unidos es vulnerable a este tipo de ataque. El 30 de septiembre de este año, la administración Trump cerró la comisión encargada de estudiar la amenaza derivada de nu pulso electromagnético después de que estuviera investigando 16 años. Miembros de esa comisión como los doctores William R. Graham y Peter Vincent Pry han solicitado que se revoque la decisión sin éxito. Ambos sugieren que la infraestructura del país no está preparada para un pulso EMP y creen que las agencias de inteligencia de Estados Unidos han subestimado las capacidades nucleares de Corea del Norte.
Es posible protegernos de un ataque EMP, pero el coste de un escudo así sería de miles de millones de dólares y llevaría años hacerlo realidad. Por ahora basta con saber que al menos, una bomba EMP no mataría el 90% de los habitantes.